Ante el crecimiento indiscutido de las ciudades en el mundo, es indispensable empezar a pensarlas en su relación con el medio ambiente y la calidad de vida de sus habitantes. Sobre esta problemática, conversamos con el biólogo Alejandro Crojethovich.
Acostumbrados a enfocar los problemas ambientales en lugares naturales, no se los suele analizar globalmente en el ámbito urbano, donde en la actualidad ya reside más del 50 por ciento de la población del Planeta y cuya sustentabilidad afecta de modo directo la calidad de vida de sus habitantes.
-¿A qué se denomina ecología urbana?
-Es un concepto que admite diferentes abordajes que van desde el estudio de la naturaleza de la ciudad –espacios verdes, animales, reservas urbanas, etc.- hasta una visión más enfocada a la relación entre la ciudad y sus habitantes. En realidad, creo que más que una definición de ecología urbana hay que hablar de un concepto que tiene tres patas: la sustentabilidad ecológica dentro de la ciudad -contaminación, usos del agua, entre otros-, la productividad -cómo las empresas usan los recursos- y la habitabilidad –referida a la calidad de vida de la gente, como el acceso al agua y la energía-.
-¿Cuáles son las principales cuestiones ambientales de las que se ocupa?
-Como estudio del medioambiente urbano básicamente se ocupa de la gestión de los residuos, desde las formas de producción hasta su disposición final; de la problemática hídrica, cloacas, agua potable, contaminación de napas subterráneas y de arroyos; la cuestión energética, su producción y uso, la energía limpia; la contaminación industrial y los asentamientos humanos que se establecen en sus cercanías. Otro tema importante que no suele ser estudiado en profundidad es el relacionado a la contaminación atmosférica, algo difícil de constatar y que suele generar diversos problemas de salud como alergias, afecciones respiratorias y pulmonares.
-¿Es factible hablar de ecosistema urbano?
-Aunque la palabra ecosistema proviene de las ciencias naturales, no de las sociales, si vemos la ciudad como un todo global en el cual se interrelacionan diversas partes y donde se produce una circulación de materia y energía –que proveniente de las centrales es a su vez procesada y genera residuos-, es factible utilizar el término, aunque se trate de un espacio creado por el hombre.
Un largo camino
Sin duda, mucho ha cambiado el concepto de urbe desde aquellas primeras aglomeraciones del mundo antiguo hasta alcanzar las características, dimensiones y densidad actuales. Muchas ciudades se fueron diversificando y extendiendo sin planificación, mientras que algunas pocas fueron organizadas desde la primera piedra. “Lo nuevo y lo ya establecido presentan dimensiones diferentes. En el primer caso, la tendencia es a planificar desde un comienzo; y en el segundo, como no es factible realizar modificaciones completas, lo único que puede hacerse son intervenciones particulares como por ejemplo modernizar un barrio o ampliar una línea de subterráneo”, afirma el especialista en gestión ambiental. Y explica que es muy difícil encontrar una ciudad que esté bien planificada en su totalidad. Dentro de la Argentina, un caso destacable es el de La Plata cuyo radio urbano fue organizado en un mapa desde un comienzo, hecho que se nota a simple vista al analizar, por ejemplo, la estructura de sus calles ya que la elección de diagonales facilita enormemente la movilidad de las personas.
-¿Qué tiene en cuenta una planificación más moderna?
-Creo que un factor primordial es un ágil sistema de transportes, poco contaminante y que permita el traslado rápido por la ciudad. Otro elemento fundamental es una buena distribución de espacios verdes que no solo cumplen funciones ornamentales y recreativas sino que también funcionan como reguladores del clima urbano. Me refiero en general a las plazas, los espacios que rodean a la ciudad como cinturones verdes o las reservas urbanas, un estilo poco frecuente entre nosotros, que en pequeños espacios representan ambientes ajenos a la ciudad muy activos en términos de educación.
La reina del Plata
Consultado acerca de los problemas más importantes que sufre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, CABA, Crojethovich considera que el principal es el transporte, ya que es una temática que impacta en la calidad de vida de las personas, en su productividad, salud y estrés. Otra cuestión relevante es la referida a los espacios verdes, ya que aunque tenemos cerca el Delta y la Reserva Costanera Sur que acercan a los porteños a la naturaleza con una oferta de verde difícil de encontrar en ciudades más antiguas, sería necesario reforzar los parques de la ciudad y crear nuevas reservas. En cuanto al arbolado, otro aspecto del espacio verde, el especialista evalúa que no se encuentra en buenas condiciones, razón por la cual ante vientos fuertes muchos ejemplares se caen. “La mayoría de estos árboles está mal plantado o enfermo, por lo cual debería realizarse un relevamiento minucioso y una replantación”. Sobre la función específica de estos espacios, explica que la flora está relacionada con la calidad de vida de la gente y brinda diversos servicios ambientales como regular el clima, reducir la contaminación atmosférica y las inundaciones, al permitir un mayor escurrimiento del agua. El asfaltado y las grandes construcciones impermeabilizan las ciudades de modo que cuando llueve en vez de escurrirse, el agua corre sobre el cemento. “En la CABA debería estudiarse la manera de mejorar en algunas zonas la filtración de agua para reducir las inundaciones y mejorar las recargas de acuíferos subterráneos. El sistema de alcantarillado público ya tiene más de cien años y ha quedado obsoleto”, afirma.
Respecto de la fauna ciudadana, el especialista destaca que las diversas especies de aves que se encuentran sobre todo en las cercanías del río, los animales domésticos y las plagas propias de cualquier urbe. En contra de la creencia general, considera que las ratas no son un gran problema en Buenos Aires, mientras que sí lo son las palomas que alcanzaron una superpoblación difícil de controlar y que no se ataca con métodos efectivos. “Estas aves aunque no tienen un gran riesgo epidemiológico generan un gran impacto visual, molestan a la gente y sus excrementos afectan los edificios y los monumentos. Es necesario combatirlas pero no con venenos ni enrejados sino por medio de la esterilización, método que a largo plazo produce la disminución de la especie”.
-¿Cómo evalúa la situación ambiental de la CABA?
-Creo que es complicada como en todas las grandes ciudades, pero que con una buena planificación sería mucho más habitable. Es necesario hacer una planificación integral, modificando algunos aspectos puntuales y posibles. En cuanto a los ciudadanos, considero que están bastante educados y aprovechan lo que se les ofrece.
Camino a la sustentabilidad
La planificación de una ciudad debe tener en cuenta diversos aspectos que abarcan desde los espacios verdes hasta el uso de materiales diversos, el desarrollo de energías renovables o la utilización vehicular racional. En la actualidad y ajeno a las condiciones propias de una ciudad, hay conceptos más modernos de gestión sustentable entre los que se destacan los referidos a la producción limpia y la compra verde. “Invertir en productos producidos de forma amigable con el ambiente puede tener un efecto muy positivo, cuyos beneficios se ven a largo plazo. Por ejemplo, si el gobierno de la Ciudad comprara los insumos para sus dependencias a productores que pudieran certificar el impacto ambiental que producen, motivarían a modificar las líneas de producción o, al menos, a tener una conducta más responsable. Creo que se debe empezar por las instancias posibles: utilizar papel reciclado o muebles de madera que no sea de desmonte son solo ejemplos de decisiones que pueden tener un impacto muy importante”, reflexiona. En la misma línea, agrega, podría mejorarse el uso de la energía en las oficinas públicas, exigirse a los edificios nuevos un porcentaje de energía renovable o un aislamiento más eficiente, factores que no fueron tenidos en cuenta históricamente en la ciudad.
Pequeñas acciones
Como ejemplo de pequeñas decisiones capaces de generar cambios, Crojethovich menciona dos temas puntuales: el Programa Bicicletas de Buenos Aires que tiene como objetivo fomentar el uso de un medio de transporte ecológico, saludable y rápido; y el cobro de las bolsas en los supermercados, destinadas a que los porteños lleven sus propios elementos para hacer las compras y a incentivar la separación de la basura en origen ya que las nuevas serán de color verde para los residuos reciclables y negro, para los orgánicos. “Estoy convencido de que son las pequeñas acciones que impactan sobre mucha gente las más eficientes. No debemos esperar cambios estructurales sino apostar a modificar las conductas individuales. Hay diversos modos de incentivar las conductas. Un ejemplo es la creación de bicisendas que permiten que la gente se mueva sintiéndose protegida; otro es el incentivo económico ya que si al comportamiento amigable con el ambiente se le da un beneficio genera resultados”.