El ataque con drones a las instalaciones petroleras sauditas, reivindicado por los rebeldes Huthi del Yemen, marca el punto de mayor tensión en el pulso entre Irán y Arabia Saudita, principal aliado de EE. UU. en la región. Este incidente se suma a los ataques y sabotajes a buques petroleros en el estrecho de Ormuz, ruta clave del petróleo a nivel mundial.

“La atención está centrada en la posición geoestratégica que posee Irán y las ventajas que esto implica contra los aliados regionales de EE. UU., en una zona candente de gran circulación comercial y ebullición conflictiva”, advierte la analista Raquel Pozzi, especialista en cuestiones del Magreb y el Mashrek. El estrecho de Ormuz es, tal como señala esta experta a DEF, “la ruta más importante de transporte de petróleo del mundo, por su conexión no solo con el océano Índico sino también con el mar Rojo y, a través del canal de Suez, con el Mediterráneo”. Se estima que transitan por allí alrededor de 17,5 millones de barriles diarios de petróleo, lo que representa un quinto del transporte mundial de crudo. Se trata del principal punto de salida de las exportaciones de hidrocarburos de Arabia Saudita, Irán, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Irak y Qatar.

En el mapa regional de alianzas, el principal socio de EE. UU. en el Golfo es Arabia Saudita, que es a la vez el principal rival de Irán. Si bien en la superficie aparece el histórico enfrentamiento religioso entre la monarquía sunita de los Saud y el régimen teocrático chiita de Teherán, Pozzi precisa: “Lo que se define en esta disputa, más allá de las rivalidades religiosas, es quién será el Estado hegemónico en la región”. Del lado de los sauditas en este conflicto con Irán se alinean los Emiratos Árabes Unidos, mientras que los gobiernos de Qatar, Kuwait y Omán intentan mantener un delicado equilibrio en sus vínculos diplomáticos con Riyad y con Teherán. En el plano estrictamente militar, tal como apunta Omar Locatelli, experto en geopolítica de Medio Oriente y director del Observatorio de los Conflictos Armados Actuales de la Escuela Superior de Guerra del Ejército, “una de las flotas más importantes de EE. UU., la Quinta Flota, se encuentra asentada en Bahréin”, pequeño estado insular ubicado en el Golfo Pérsico, vecino de Arabia Saudita y Qatar.

El estratégico estrecho de Ormuz, paso obligado de las exportaciones de petróleo del Golfo Pérsico.

El hecho desencadenante de la escalada que estamos viviendo hoy en el estrecho de Ormuz fue la decisión del gobierno estadounidense de retirarse del acuerdo nuclear con Irán, anunciada en mayo de 2018. “A partir de ese momento, EE. UU. decidió aplicar una política de restricciones a las ventas iraníes de petróleo”, apunta Omar Locatelli, quien diferencia la actitud de Washington de la de sus aliados europeos. “Mientras EE. UU. tiene otras fuentes de provisión de petróleo, para Europa el crudo iraní es el más barato porque es el más cercano”, explica este especialista.

“Al no poder sacar su petróleo por el estrecho de Ormuz, los iraníes decidieron impedir que otros países pudieran hacerlo”, añade Locatelli, quien precisa que las averías provocadas en los buques han sido siempre “por encima de la línea de flotación”, evitando el hundimiento de las embarcaciones y la paralización total del tránsito sobre esa arteria clave del transporte marítimo de crudo. Este experto considera como “muy improbable” que Washington y Teherán entren en guerra. “Lo que está buscando Irán es hacer una demostración de su poderío para influenciar el tránsito del petróleo”, aclara.

Por otra parte, el régimen iraní ha priorizado en los últimos años su presencia y proyección en la denominada “media luna chiita”, una zona con población mayoritaria de esa rama del Islam que atraviesa Irak, Siria y el sur del Líbano y en la que Teherán ha logrado erigirse como potencia dominante. A esa presencia en un vecindario muy convulsionado, se suma su participación en la guerra civil en Yemen, donde respalda a los rebeldes Huthis -de confesión zaidí, una comunidad minoritaria dentro del Islam chiita-, que se enfrentan desde 2015 a una coalición militar liderada por Arabia Saudita y los Emiratos. Han sido los Huthis quienes reivindicaron el último ataque con drones al complejo saudí de Abqaiq y a las cercanas instalaciones petroleras de Khurais, que obligaron a la empresa estatal Saudi Aramco a interrumpir la producción de 5,7 millones de barriles diarios. Tanto EE. UU. como Arabia Saudita ven detrás de este hecho la “mano negra” del régimen iraní.