El joven de 22 años, emprendedor y desarrollador tecnológico, es el creador de la app Háblalo, que ayuda a personas con dificultades auditivas. ¿Cómo piensa uno de los líderes de la innovación local? Por Redacción DEF
Mateo Salvatto tiene 22 años, es emprendedor y desarrollador. Luego de consagrarse campeón mundial de robótica mientras aún cursaba en el colegio secundario, supo que tenía potencial técnico y que podía utilizarlo para ayudar a sus amigos sordos, comunidad que conoce de cerca porque su madre es intérprete de lenguaje de señas. “Podemos llegar a Marte, pero un sordo no puede hacer una denuncia en una comisaría”, suele decir Mateo. Una vez identificado el problema, se abocó a encontrar una solución. Así nació su app, Háblalo, que ya cuenta con un staff de once personas y varias funcionalidades: modalidad para empresas, para educación y para eventos.
El primer gran sponsor es Samsung, en doce de cuyas tiendas ya está funcionando la aplicación, y hay conversaciones para incorporar la tecnología en subtes, empresas de retail, de farmacia, de comida rápida y organismos públicos. Además, Mateo es conferencista: en enero, estuvo en una cumbre del MIT en Boston y lamentó que a causa del coronavirus se cancelaran cuatro conferencias, una en Chicago, otra en Nueva York, y dos en nuestro país. En esta nota, Mateo dialogó con DEF sobre su paso por la robótica, la tarea de emprender y la manera en que su generación se mueve y aprende en un mundo que no hace más que cambiar.

-¿Qué te motivó a diseñar la app Háblalo?
-Háblalo nace porque mi mamá es profesora de sordos e intérprete de lenguaje de señas hace más de treinta años, por lo cual te podés imaginar que me crié con personas sordas alrededor, y de alguna manera, cuando terminé la secundaria –yo soy técnico electrónico–, quise orientar las herramientas que había adquirido para generar algo que pudiera ayudar a mis amigos sordos. No era un emprendimiento, y mucho menos una empresa.
-¿Cómo fue tu paso por la robótica?
-Participé de la liga nacional de robótica durante cinco años, y fui campeón nacional del torneo argentino de robótica. Gracias a eso, me eligieron junto con un amigo para ir al mundial a representar al país, cosa que era muy difícil, y teníamos muy pocas chances de ganar algo, pero ganamos. Fue la primera vez que Argentina ganó el mundial, en Israel. Yo en ese momento ni sospechaba que Háblalo iba a existir, siempre lo pienso como el momento en que me di cuenta de que podía hacer algo fuera de lo común. Hasta entonces, mi mente estaba en ir a la facu, terminarla, conseguir un buen laburo. Con ese viaje, y después de haberles ganado a cuarenta rusos, trece yanquis, ucranianos e israelíes, Matías y yo dijimos: “Si logramos hacer esto, seguramente tenemos la capacidad, al menos técnica, para encarar algo más”. Ni bien terminé el secundario, dije: “Quiero hacer un proyecto”. Y lo hice. Nunca pensé que iba a hacer una empresa, mucho menos que iba a monetizar; por suerte, hoy está empezando a monetizar. Hoy tengo un equipo sin el cual no existiría, pero antes estuve casi dos años solo.
-¿Cómo ves el panorama nacional para realizar iniciativas como la tuya?
-Argentina es un país complejo en todo sentido. Es difícil hacer un emprendimiento por razones que cualquiera que lea esto va a saber, pero yo creo que está bueno encarar un proyecto así porque es un país muy pionero en temas sociales. Hay muchos países que, en temas de diversidad e inclusión, miran hacia Argentina. Si yo lo hubiera encarado en Estados Unidos, habría sido tal vez más complejo establecer esta solución de lo que fue acá. De diez reuniones corporativas, en tres, me fue bien, en las restantes siete, no hubo mucha atención, pero tres o cuatro me dijeron: “Esto me interesa, me gusta, quiero que la gente con discapacidad pueda venir y sentirse cómoda”. Hay un compromiso social que en otros lugares no es tan común, al menos, en el sector corporativo. Por supuesto, es muy complejo hacer un emprendimiento, no es que yo tenga la clave de nada, pero hay una frase que dice: “Si la empresa funciona en Argentina, funciona en cualquier parte del mundo”. Por eso, seguimos apostando a Argentina.
-¿Notás alguna cuestión generacional en relación a la manera de formarte?
-Yo creo que los jóvenes tenemos un poco más de afinidad con la tecnología porque nos parece algo supercomún, es moneda corriente ser ingeniero, estudiar programación, y ni hablar de ser emprendedor, que es como una moda. También, veo en los jóvenes de mi generación la necesidad de ser su propio jefe, de trabajar para sí mismo: esto de lo que se habla mucho y a veces se vende como una ilusión utópica, pero es cada vez más la gente que quiere basarse en eso, y no trabajar en una empresa convencional después de la facultad.
-¿Mirás cosas en YouTube?
-Sí, miro mucho. El tema de los videojuegos me encanta, soy fanático, y miro muchos canales informativos, de esos que te muestran videos de cosas curiosas que no sabías, por ejemplo, el protocolo a seguir si muere la reina Isabel de Inglaterra, o el día que Estados Unidos sacó una moneda de un trillón de dólares. Cosas de las que no tenés idea. O por qué se funden las aerolíneas. La herramienta más poderosa de internet es la formación no convencional que tal vez algún día te va a servir.
-¿Podría decirse que hay una tendencia más autodidacta?
-La educación es algo que se está reestructurando. En una conferencia con diputados nacionales, uno de los puntos claves que mencioné fue la economía del conocimiento; el otro fue la educación tecnológica. Ya no es estar sentado, pizarrón, carpeta y prueba. Los pibes se pierden, en el celular, tienen mucha más información de lo que cualquier profesor les puede transmitir. El desafío es empezar a transmitir herramientas y experiencias, y que puedan tomar la información de los canales tecnológicos que tenemos. Empezar a dar valor a la herramienta y no tanto a la información, a la fecha de la Revolución francesa, por ejemplo, ¿es útil memorizarla cuando podés buscarla en Wikipedia? No te sirve más que para ir a un programa de preguntas y respuestas en la tele. Pero sí te sirve saber buscar en Google. Aprender a programar también es clave.
-¿Qué te dejó la cumbre del MIT?
-La experiencia fue buenísima. En el mundo, hay un montón de pibes que están laburando en cosas muy interesantes, y los eventos son buenas oportunidades para conocerlos. Cuando me invitaron, no lo podía creer. Era una cumbre dedicada a la inteligencia artificial en América Latina. Me hace ver el gran potencial que tenemos como región y país para explotar estas nuevas herramientas.
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