El lunes 26 de marzo de 2018, los familiares de los combatientes de Malvinas enterrados en el cementerio de Darwin pudieron por fin rezar, llorar o dejar una flor en la tumba de sus seres queridos. Por Gabriela Cociffi (Directora Editorial de Infobae)
Julio Aro, veterano del Regimiento 6 de Mercedes, señaló en el mapa del cementerio de Darwin con 230 cruces y me dijo: “Hay 121 tumbas que dicen ‘Soldado Argentino Solo Conocido por Dios’”. Fui a las islas y no encontré a mis compañeros de trinchera a los que yo mismo enterré después de la batalla. Muchas madres necesitan saber dónde están sus hijos, ¿nos ayudás a buscarlos?”.
Así comenzó la causa por la identidad de nuestros héroes que hasta hoy permitió devolverles el nombre a 105 de los soldados enterrados en Darwin. Soldados que fueron identificados luego de un minucioso trabajo, que incluyó un acuerdo entre Argentina y el Reino Unido, la intervención de la Cruz Roja Internacional, la labor de forenses de 12 países, y la certificación de tres laboratorios en Argentina, Gran Bretaña y España.
Aro siempre supo que él pudo haber sido un soldado no identificado: su chapita identificatoria no tenía grabado su nombre. La necesidad de encontrar a sus compañeros se le hizo carne. En 2008, creó la Fundación No me Olvides en Mar del Plata, y viajó a Londres junto a dos excombatientes- para reunirse con veteranos ingleses de gran experiencia en la posguerra.
El destino quiso que se cruzara con el coronel Geoffrey Cardozo, que oficiaba de traductor. En largas charlas sobre la guerra, Aro le contó sobre esas tumbas que lo desvelaban. El día en que partían, Cardozo se acercó con un sobre de papel madera, se lo entregó y les dijo: “Ustedes van a saber qué hacer con esto”.
Los veteranos, sorprendidos, encontraron documentos, planos, fotos, listas de soldados. En 1982 el Reino Unido le había encomendado a Cardozo la difícil tarea de recoger los cuerpos de los campos de batalla y darles honorífica sepultura en el cementerio. Y ahora él les entregaba cada dato que había anotado y la forma en que los soldados habían sido enterrados, para que ellos pudieran comenzar la búsqueda.
Para iniciar esta tarea armamos un grupo de trabajo con miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense, Luis Fondebrider y Carlos “Maco” Somigliana. Solo ellos, con su enorme experiencia y prestigio, podían decir si las familias al final obtendrían la respuesta que tanto esperaban. El siguiente contacto fue con la Cruz Roja Internacional. Desde Brasil y desde Ginebra nos asesoraron en los pasos a seguir. La CICR debía ser el árbitro entre dos países en conflicto.
Investigué el trabajo del coronel Cardozo y hablé con él en Londres. “Cuidé y respeté cada cuerpo. Los envolví primero en una sábana, como a Cristo, los metí en una bolsa de plástico negra, y luego en una bolsa blanca de PVC, donde anoté con tinta indeleble todos los detalles. Por último, cada soldado fue depositado en un ataúd de madera. Y sobre el ataúd, volví a anotar todos los datos. Buscaba que esos cuerpos pudieran preservarse para una futura identificación”, reveló acerca de la forma en que habían sido enterrados. Este cuidado permitió que 35 años después, 105 soldados hayan podido ser identificados. Llevar adelante esta causa humanitaria no fue fácil. Durante años, muchas puertas se cerraron y otras ni siquiera se abrieron. Funcionarios, importantes figuras de los derechos humanos, periodistas, políticos, legisladores, celebridades, escucharon impávidos el ruego de las familias y se limitaron a responder un “mandá un mail” o “no nos podemos meter con un tema que es político” o –aun peor– “¿por qué querés hacerlo, acaso tenés un muerto en Malvinas?”. Yo tenía 649, ellos no. Ya sin tener una puerta donde golpear, pensamos en que la única posibilidad era llegar a una figura internacional que les diera voz a las madres. Y surgió una idea que cambió el curso de esta historia: en marzo de 2012 Roger Waters, líder de Pink Floyd, llegaba al país con diez shows vendidos en el Monumental. Y otra vez el destino jugó su carta: un amigo me dio el correo del gran músico inglés.
Pocos días antes de la Navidad, le envié un breve mail pidiéndole ayuda. Dos días después, llegó la respuesta y a partir de allí, Waters comenzó a trabajar por los soldados argentinos muertos en la guerra.
El 6 de marzo de 2012, el autor de The Wall se reunió con Cristina Kirchner. Le pidió por los soldados argentinos no identificados. Dos días más tarde, me llamó Oscar Parrilli, secretario general de la presidencia, quien me citó en Casa de Gobierno: “Si el 26 de marzo traen 20 cartas de familiares que certifiquen que desean la identificación de sus hijos, la Presidenta puede considerar la causa”.
El 2 de abril, cuando se cumplían 30 años de la guerra, Cristina Fernández anunció en Ushuaia que había enviado una carta a La Cruz Roja Internacional para que “interceda ante el Reino Unido para poder identificar a los hombres argentinos y aun ingleses que no han podido ser identificados”.
Comenzamos a trabajar junto con el ministerio de Justicia –que llevó adelante el expediente– y visitamos 112 familias. Hubo que buscarlas por todo el país: no existía un registro y muchas direcciones no estaban actualizadas. En una segunda etapa, se creó el primer Banco de datos Genéticos de Malvinas. Con las muestras de 80 familias se elevó el expediente para ser presentado al Reino Unido.
La beligerancia política de Cristina Fernández de Kirchner con Gran Bretaña no ayudó a que la causa avanzara. Tampoco las internas y la falta de colaboración de algunos veteranos. Otra vez todo pareció estancarse. Ese año murieron dos madres esperando saber dónde estaban sus hijos. Desesperados, con Julio Aro visitamos a funcionarios en el Reino Unido, nos entrevistamos con miembros de la CICR y viajamos a Roma para pedir el apoyo del Papa Francisco. Tuvieron que pasar dos años más para que finalmente se firmara –en septiembre de 2016– el acuerdo entre el Reino Unido y la Argentina. La canciller Susana Malcorra y el ministro de Estado para Europa y las Américas de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Commonwealth británica, Sir Alan Duncan, comprometieron a los gobiernos a apoyar el proceso de identificación y la voluntad de las familias.
El 20 de junio de 2017, la CICR inició la exhumación de los soldados. El lunes 26 de marzo de 2018, a las 10.50 de la mañana en el cementerio de Darwin, mientras la Guardia Escocesa rendía honores a nuestros héroes con el conmovedor sonido de sus gaitas, las familias de Malvinas pudieron por n rezar, llorar o dejar una or en la tumba de sus seres queridos.