Hace casi una década, Brasil, Rusia, India y China se unieron para formar el bloque de las economías emergentes con mayores niveles de crecimiento, al que un año más tarde se unió Sudáfrica. En esta nota, un balance de su desempeño económico y la posición de cada uno de estos países en el escenario global actual. Por Juan Manuel Pippia*
En 2003, el economista e investigador de Goldam Sachs Jim O’Neill creó la sigla BRIC para referirse a Brasil, Rusia, India y China, las economías emergentes que mayor crecimiento experimentarían en los años venideros. Pero no fue sino hasta 2009 que estos países pasaron de la teoría a la práctica, cuando crearon el Foro BRIC. Al año siguiente, incorporaron a Sudáfrica y pasaron a llamarse BRICS. Casi diez años después, en julio de este año, el BRICS volvió a la primera plana de los medios cuando celebraron la 10.a cumbre –justamente en el país africano–. Repasamos aquí el desempeño económico de estos países durante esta primera década.
Brasil
En 2015, tras conocerse el escándalo del Lava Jato, la economía cayó 3,5 %. La misma cifra se repitió en 2016 y recién en 2017 comenzó una tibia recuperación (1 % de crecimiento). Para 2018 las perspectivas son cautas. Además de la conocida incertidumbre política, la economía brasileña se ve afectada por su dependencia de los commodities, que atraviesan un mal momento. Productos como la soja y las oleaginosas, el hierro y otros minerales, y la carne lideran sus exportaciones. No obstante, Brasil ha logrado colocar algunas manufacturas de origen industrial (MOI), tales como vehículos, autopartes, maquinaria, etc., en sus ventas al exterior. Su mercado interno, con más de 200 millones de consumidores, genera una fuerte atracción a la inversión extranjera directa (IED), pero mayor incentivo se producirá si se finalizan las negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea.
India
En 2014, Modi asumió como Primer Ministro y lanzó el plan “Make in India”, que busca incentivar la IED, impulsar la infraestructura y desburocratizar a la economía india. “Make in India” resultó exitoso y se aceleró el crecimiento, que pasó de una tasa del 6 % a un promedio cercano al 8 %. Pero más importante que eso fue que la economía comenzó a diversificarse: se redimensionó el sector servicios y la industria ganó participación en el PBI. Esto le permitirá a India generar empleos para una de las mayores poblaciones jóvenes del planeta, acelerar el proceso de urbanización y aumentar el ingreso per capita. En 2016, Modi lanzó dos reformas políticamente costosas: la creación de un nuevo impuesto indirecto y el retiro forzoso de billetes (como método para combatir la evasión tributaria). Después de una pequeña desaceleración en 2016, la economía volvió a aumentar su crecimiento en 2017 y, para este año, se espera que India ingrese en el “Top Ten” del crecimiento global. A diferencia de otros países emergentes, como sus pares Brasil, Rusia y Sudáfrica, India presenta una diversificada canasta de exportaciones, que incluye tanto mercaderías como servicios, y su mercado interno le permite amortiguar mejor los vaivenes de la economía internacional.

China
Si bien la República Popular China desaceleró su crecimiento –pasó de un promedio de 9,3 % entre 2009 y 2012, a un 7,1 % entre 2013 y 2017)– está dando importantes pasos para superar la denominada “trampa de los ingresos medios”, es decir, abandonar la etapa de las exportaciones de manufacturas intensivas en mano de obra y comenzar a exportar productos de alto valor agregado. Ese fue el camino que siguieron los Tigres de Asia en su momento. En ese marco, puede destacarse el programa “Made in China 2025”, lanzado en 2015 por el primer ministro Xi Jinping. Se trata de un conjunto de políticas activas que buscan potenciar a nuevos sectores, tales como la robótica, la industria aeroespacial, el equipamiento avanzado, etc. De esta forma, China es ya el segundo mayor inversor en I&D (solo por detrás de EE. UU.), lo que totaliza el 21 % de la inversión global. Se estima que en cinco o diez años superará a Washington. En lo que sí ya supera a EE. UU. es en la cantidad de graduados en ciencia e ingeniería (1,6 millones contra 742.000) y lo está alcanzando en cuanto a la producción de patentes y financiación para proyectos de riesgo.
Rusia
A diferencia de sus pares BRICS, el gigante eurasiático posee ciertas ventajas. Ingreso per capita medio-alto (más de 10.000 dólares anuales), sectores avanzados como la industria militar, aeroespacial, nuclear, etc. (heredados de la Unión Soviética,) y una población instruida, con tradición en ciencia e ingeniería y con un reciente gusto por el emprendedorismo. Pero estos activos todavía no le permitieron a Rusia diversificar su economía, que depende de los hidrocarburos, minerales y otros commodities, en una medida todavía mayor que Brasil. Las decisiones geopolíticas del Kremlin también afectan su economía. La anexión de Crimea en 2014 desató una batería de sanciones por parte de Occidente, que desaceleraron todavía más su crecimiento. En especial, se redujeron las muy necesarias IED hacia Rusia y se bloquearon o dificultaron las operaciones de sus empresas estatales en el exterior. En los últimos diez años, la economía rusa creció un promedio de 2 %, muy por debajo del boom que experimentó en la década del 2000.
Sudáfrica
Para el creador de la sigla BRIC, la nación africana no calificaba para integrar el grupo bajo ningún concepto. Sudáfrica no tenía los números ni el ritmo de crecimiento que presentaban Brasil, Rusia, India y China. Su inclusión se corresponde con la necesidad de los restantes miembros del BRIC de incorporar a un país de África y así posicionarse como una institución “Sur Sur”. Dándole la razón a O’Neill, Sudáfrica creció en promedio un 2,3 % en los últimos diez años, muy por debajo de la media de los emergentes. En analogía con Brasil, la economía sudafricana depende de la exportación de materias primas (recursos minerales, principalmente) y algunos bienes industriales (vehículos), pero presenta una mayor vulnerabilidad a shocks externos, como por ejemplo, la suba del crudo. Como no cuenta con reservas de petróleo, el gobierno sudafricano se vio obligado a subir el precio de los combustibles de forma directa, lo que afectó a toda su economía. La suba mundial del dólar –que impactó en muchos otros emergentes– también lo perjudica, al incentivar la devaluación de su moneda, el rand. Pero la mayor amenaza económica es la reciente habilitación para reformar la constitución y permitir una expropiación de tierras sin compensación. La iniciativa cuenta con el apoyo de las tres principales fuerzas políticas. Una de ellas, los Luchadores por la Libertad Económica, un partido de extrema izquierda, está estimulando la toma violenta de granjas y campos, lo que generó terror entre los propietarios blancos. De materializarse la confiscación, podría experimentarse una crisis económica semejante a la que sufrió Zimbabue cuando también confiscó a su minoría blanca.

Tabla de posiciones
Para sorpresa de nadie, la “medalla de oro” se la lleva China, que pasó de un crecimiento rápido a lo que podríamos llamar un crecimiento “cualitativo” y gradualmente comienza a jugarle de igual a igual a EE. UU. Por la aceleración de su crecimiento, India es la economía que debería ocupar el segundo lugar. Su estabilidad macroeconómica, combinada con el plan “Make in India”, está arrojando resultados. A mitad de la tabla, deberíamos colocar a Brasil que, aunque muy perjudicado por la coyuntura, sigue teniendo un enorme potencial, que se apoya en sus vastos recursos naturales, en encontrarse en una región alejada de los principales tableros geopolíticos y, tal vez, en lograr ganar una justicia genuinamente independiente. Gracias a sus mejores condiciones de vida y a las reformas de los años 90 que Putin supo capitalizar, Rusia elude no caer en el último lugar de la tabla. No obstante, la política exterior de Moscú y su falta de voluntad para emprender nuevas reformas económicas, perjudican su crecimiento y sus perspectivas en el largo plazo. En el último lugar debemos colocar a Sudáfrica, economía que hasta la década de 2000 tuvo un mayor PBI per capita que China y Brasil, y que actualmente solo supera a India. Sudáfrica, a pesar de tener una canasta de exportaciones semejante a la de Brasil, capitalizó menos que el gigante sudamericano el boom de los commodities y sigue teniendo un 55 % de su población bajo la línea de la pobreza.
*El autor es Magister en Relaciones Internacionales, docente universitario y miembro fundador del think tank Innovaes.