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El futuro de Libia

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Luego de la muerte de Muamar Gadafi, se abre un abanico de posibilidades para Libia que van desde la plena democracia hasta el Estado fallido. DEF dialogó con el analista Horacio Calderón para conocer las claves acerca del futuro del país africano.

Las imágenes de los últimos minutos del coronel Muamar el Gadafi, el líder libio que gobernó con puño de hierro su país por 42 años, recorrieron el mundo. Con total crudeza, lo mostraron ensangrentado y aturdido después de que aviones de la OTAN bombardearan el convoy en el que se transportaba. Lo demás corrió por cuenta de las tropas libias rebeldes. Al cierre de esta edición, el nuevo gobierno interino había anunciado que los restos de Gadafi habían sido inhumados en un lugar secreto en el desierto. La gran pregunta ahora es qué sucederá en Libia, un país estratégico no solo por sus reservas de petróleo, sino también por su posición geopolítica.

Una de las personas mejor preparadas para responder estas cuestiones es Horacio Calderón, analista internacional especializado en Medio Oriente y África del Norte. Conoce como pocos el entramado político de Libia, visitó el país en 21 ocasiones y se entrevistó en dos oportunidades con Gadafi. Tiene una visión crítica sobre la intervención de la OTAN en la revuelta libia y no augura un tiempo de paz para el país norafricano, por lo menos en un futuro cercano.

Ya en una entrevista con DEF para la edición de mayo de 2011 (n.º 69), Horacio Calderón había augurado que las fuerzas opositoras al régimen matarían a Gadafi ni bien tuvieran la oportunidad. Ahora, con la predicción cumplida, explica los porqués de la cuestión y se anima a trazar algunos escenarios posibles.

-En un momento se dieron a conocer conversaciones para una salida negociada del líder libio. ¿Fueron ciertas? ¿Cabía la posibilidad de otra salida al conflicto que no fuera la muerte de Gadafi?

-Las principales potencias que idearon, planificaron y lanzaron la campaña militar contra Libia, lideradas en su primera etapa por los EE. UU., Gran Bretaña y Francia como su principal ideólogo, tuvieron desde un principio y como principal objetivo el cambio de régimen y el asesinato del líder libio, como afirmé desde las primeras horas subsiguientes a la rebelión que estallara en Bengasi. El diseño del plan incluía cerrar cualquier camino de negociación posible que contemplara otra salida que la eliminación física del líder libio. La acusación por delitos de lesa humanidad iniciada en la Corte Penal Internacional (CPI) contra el coronel Gadafi y su hijo Seif el Islam, sin haber siquiera realizado una mínima investigación in situ de la existencia de tales crímenes, fue un punto de no retorno frente a un líder experimentado, dada su prolongada permanencia en la cúspide de una federación tribal de su país.

-Para usted, que conoció a Gadafi de cerca, ¿cabía la posibilidad de que escapara de Libia?

-Mi presunción inicial fue que Gadafi consideraba el exilio como una decisión vergonzosa. Pero además, aun aceptando por el camino del absurdo la hipótesis de su exilio en un país que no reconociera la CPI, debería haberlo animado el pleno convencimiento de que sería el blanco de un ataque para asesinarlo. El plan de las potencias agresoras funcionó, en consecuencia, a la perfección, porque cerradas las puertas para algún tipo de acuerdo, Gadafi tomó la decisión de luchar hasta el final junto a sus más fieles seguidores, prometiendo terminar su vida como un mártir. No solo cumplió sino que superó esa promesa, ya que al crimen de guerra cometido contra su persona por un ataque aéreo de la OTAN, combinado con fuerzas rebeldes, se sumó la repugnante exhibición de su calvario, como la posterior y bochornosa violación de los ritos funerarios islámicos, al presentar su cuerpo putrefacto a la contemplación de quienes quisieran visitarlo.

-Así como lo pone, la Resolución 1973 de la ONU, que buscaba proteger a los civiles y a las áreas pobladas bajo amenaza de ataques, pierde toda legitimidad.

-La Resolución 1973/2011 del Consejo de Seguridad de la ONU fue y será un baldón en la historia de la aplicación del Capítulo VII de la Carta del alto organismo mundial, manejado por una suerte de “oligarquía nuclear” que está convirtiéndose en un instrumento para demoler la soberanía de los Estados y el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Su objeto formal fue el ejercicio de la responsabilidad de proteger a civiles, mientras que su objetivo real era el cambio de régimen y el asesinato de Muamar el Gadafi. En lo personal, dudo que hubiera interés alguno en permitir que este llegara vivo a declarar ante la CPI frente a miles de cámaras de televisión, en la que podría haber llegado a explicar los acuerdos espurios logrados nada menos que con las figuras más destacadas de las potencias miembros de la OTAN.

-¿Podrían haber triunfado las fuerzas rebeldes sin la ayuda de la OTAN?

-Las fuerzas rebeldes jamás tuvieron masa crítica para derrotar por sí solas a las brigadas leales, y esta situación se prolongó durante los largos meses del conflicto armado, hasta los últimos días. Los asedios contra Bani Walid y la plaza fuerte de Sirte probaron que sin los bombardeos a carpeta de la OTAN, que convirtieron estas ciudades en escombros, las tropas de Gadafi hubieran terminado derrotándolos o prolongando sine die su control. Fue a la inversa, porque el caso libio se trató de un triunfo de la OTAN con la ayuda de los rebeldes, y no de estos con la ayuda de la “Alianza Atlántica”. Los libios rebeldes sí fueron extremadamente valientes, debe reconocerse, ya que caían fácilmente frente a las balas leales debido a su inexperiencia y a las operaciones militares caóticas que desarrollaban.

CAOS EN LIBIA

-Cuando DEF lo entrevistó en mayo pasado, usted advirtió que un escenario muy posible para Libia era convertirse en un Estado fallido. ¿Sigue viendo condiciones para ese escenario? ¿Cuáles serán los próximos pasos del gobierno provisional de Libia?

-El “gobierno provisional” de Libia será una entidad sumamente frágil cuando se concrete, en el marco de una situación que ni siquiera podría definirse como la de un Estado fallido. El derrumbe de las tan particulares instituciones que rigieron este país árabe durante décadas es total. Tal situación se agrava además por centenares de tribus y subtribus que se encuentran ahora en estado técnico de guerra, luego de que estallara con estrépito la confederación que las amalgamaba bajo el puño férreo de Muamar Gadafi.

-Además de las tribus, ¿habrá enfrentamientos religiosos?

-La futura lucha por el poder real en el país conducirá muy probablemente a un enfrentamiento inevitable entre los sectores musulmanes moderados, predominantemente sufíes, que han tenido una participación activa en la etapa liderada por el coronel Gadafi por un lado, con sus archienemigos yihadistas representados por la rama libia de la “Hermandad Musulmana” de Egipto, y los cuadros salafistas del “Grupo de Combatientes Islámicos Libios” enrolado en “Al-Qaeda en el Magreb Islámico”, por el otro.

-O sea, los enfrentamientos podrían estar lejos de terminar.

-La multiplicidad de grupos extremadamente heterogéneos y fuertemente armados existente en Libia solo pudo unirse, aún caóticamente, para combatir a su enemigo letal común: Muamar Gadafi. Hoy, la desconfianza y los recelos reinan entre tales grupos, que han comenzado a cuestionarse entre ellos, y además a desconfiar de los ex ministros gadafistas liderados por Mustafa Abdel-Jalil, quienes por ser musulmanes moderados serán muy probablemente el blanco predilecto de las organizaciones enroladas en el extremismo salafista. Resulta poco probable que cuando quede formado el anunciado “gobierno provisional”, los grupos que queden marginados de una participación sustancial del botín de guerra acepten tal situación sin reclamar su parte por medio de las armas. De concretarse este último escenario, no solo podría acentuarse el caos vigente, sino que tales enfrentamientos podrían deteriorar seriamente la ya frágil situación de la seguridad regional y de teatros geográficos más distantes, incluyendo a Europa.

-¿Qué posibilidades reales hay de que crezcan grupos de extremismo islámico en territorio libio, tal como advertía Gadafi?

-Las posibilidades existen, desde ya, y las probabilidades de ocurrencia son de medianas a altas. Gadafi no estaba para nada errado cuando señaló a Al-Qaeda como su principal enemigo, al margen de la coalición atacante formada por países occidentales y sus aliados. El problema es que no supo explicarlo bien, ya que solo debía haber recurrido a las fuentes de academias militares occidentales, como la de West Point, que cuentan con bases de datos e inteligencia para acceso público. No debe olvidarse la presencia de organizaciones salafistas en todo el continente africano y muy especialmente las vinculadas a Al-Qaeda en Argelia y la región del Sahel. No fue casual la situación de pánico que sufrió Argelia, al detectar el tránsito de cuadros terroristas desde territorio libio, como también armamento que podría ser utilizado por organizaciones yihadistas locales afiliadas ideológicamente a la plataforma de Al-Qaeda.

-¿Cómo será la salida de la situación de caos que reina en el país, y cuál será el rol que desempeñarán las potencias europeas que tomaron parte en el conflicto?

-En lo personal no solo no contemplo una solución al estado de caos actual, sino que, contrariamente a esto, valoro que la agudización de la ya volátil y explosiva situación cuenta con un mediano a alto grado de probabilidad de ocurrencia. Libia atravesará muy probablemente un prolongado período de caos, cuya duración sería difícil de precisar, ya que resulta poco serio evaluar esto en momentos en que la etapa del gadafismo sin el líder no está definitivamente cerrada.

-¿Cuáles serían los efectos de estas luchas internas?

-El estallido de un conflicto armado entre musulmanes seculares por un lado y salafistas por el otro, combinado con las altamente probables luchas intertribales, repercutiría no solo en el precio del petróleo libio, que se exporta principalmente a Europa, sino también en el objetivo de explotar a precio vil las riquezas naturales de este país por parte de los principales actores estatales intervinientes en la campaña.

EL JUEGO GEOPOLÍTICO

-Lo escuché decir que estos hechos pueden ser leídos como el capítulo libio de un plan maestro de recolonización. ¿En qué consiste y quién lo lleva a cabo?

-Se trata de incentivar aún más el caos existente a través de agentes locales, a efectos de justificar una presencia militar “pacificadora”, utilizando nuevamente la excusa de que ello es parte de un esfuerzo de la “comunidad internacional” para proteger a los civiles. Negocio redondo para todos, capitalistas y yihadistas, enemigos pero funcionalmente aliados, aunque poco o nada podría quedarle al pueblo árabe de Libia, que probablemente vea no solo que el sueño de lograr una vida en democracia y libertad se convierte en una pesadilla, sino que también se terminan las muchas ventajas sociales de las que gozó durante los tiempos de su asesinado líder. Los intereses geopolíticos de alcance global y regional en África del Norte por parte de los EE. UU., Gran Bretaña y Francia tienen un peso fundamental en los planes previos al montaje de la operación destinada a “proteger” a los civiles libios. La campaña libia no se trata exclusivamente de capturar los inestimables recursos de este país para enriquecer centenares de corporaciones, sino también para financiar el acariciado proyecto colonialista del siglo XXI.

-¿Cómo juega, entonces, la geopolítica?

-De cumplirse estos planes, caos mediante, EE. UU. tendrá probablemente la oportunidad de instalar una base del “Mando África de los Estados Unidos”, más conocido por la sigla inglesa de Africom. Con esta base desplegada en los casi dos mil kilómetros de costa libia, las marinas de Rusia y China quedarían definitivamente marginadas del Mediterráneo, que se convertiría por muy largo tiempo en un mar dominado por la “pax americana”. Los otros actores secundarios en cuanto a poder global, es decir Gran Bretaña y Francia, controlarán junto a otros aliados que sus empresas hagan pingües negocios en Libia, creando por otra parte una suerte de cerco geopolítico a Alemania e Italia; sobre todo a los germanos.

-¿Cuál es la interna con Alemania?

-Francia ha mandado a su vecino un muy claro metamensaje: tú tendrás un inmenso poder económico con el que quieres diseñar a tu antojo la economía, las finanzas y el comercio de Europa, pero el poder de las armas lo tenemos nosotros, los franceses. Si de algo han servido las campañas libia y marfileña, en las que el país de Sarkozy entró a sangre y fuego con el apoyo del caso por parte de la ONU, es para demostrar su capacidad de proyectar poder militar más allá del continente europeo.

EL FIN DEL CLAN


-¿Qué rol tenían los hijos de Gadafi en el gobierno?

-Los hijos del coronel Gadafi que tuvieron una actuación más prominente fueron su heredero y sucesor Seif el Islam -paradójicamente, un fervoroso neoconservador formado en la London School of Economics, quien introdujo el bacilo de la discordia en el círculo íntimo de su padre-; Khamis -comandante de la Brigada que llevaba su nombre-; Mutassim -consejero de seguridad nacional-; y, finalmente, Aisha -la abogada que formó parte de la defensa legal de Saddam Hussein-. Sus otros hijos eran Saadi, conocido por su actuación en el fútbol; Seif el Arab, asesinado junto a varios de sus hijos en uno de los bombardeos de la OTAN, alejado de toda actividad política relevante; Hannibal, un playboy que causó un escándalo en Suiza que llevó a su padre a una seria crisis diplomática; y finalmente Mohammed, hijo mayor, fruto de una corta y primera unión de Gadafi, y que se desempeña como presidente del Comité Olímpico del país.

-Usted siempre hace hincapié en Seif el Islam y Mutassim, ¿por qué?

-Fueron los que impidieron una sucesión ordenada del líder libio, algo que pude comprobar durante mi último viaje a Libia en marzo de 2007, cuando fui invitado a participar en la ciudad de Sebha de un discurso del coronel Gadafi a los jefes y miembros prominentes de las tribus de la región. Seif el Islam, facilitador de la apertura a Occidente de su padre, aupado no solo en las teorías de la London School, sino también en el neoconservadurismo estadounidense que rodeó los períodos presidenciales de George W. Bush. Mutassim, apegado a la “vieja guardia” vinculada históricamente a Gadafi, respaldado por alguno de sus otros hermanos, estaba radicalmente en contra de cualquier cambio, y no en vano murió asesinado junto a él. No ciertamente sin dejar una foto junto a Hillary Clinton, cuando entrevistó a la secretaria de Estado de los EE. UU. para coordinar esfuerzos y cooperación en cuestiones de seguridad nacional de la Yamahiría Libia.

-¿Tuvieron responsabilidad en matanzas de civiles?

-Resulta difícil determinar la responsabilidad en crímenes de lesa humanidad de alguno de los hijos más encumbrados y a cargo de tareas militares, de inteligencia y de seguridad, sobre todo luego de que llegó a librarse una acusación ante la Corte Penal Internacional sin haber realizado la más mínima investigación en el terreno.

-¿Qué opina del final de Gadafi?

-Luego de una muerte que fue el resultado de un crimen de guerra que difícilmente sea esclarecido, seguido de la vejación y probable sodomización del cadáver del líder libio, más su horrenda exhibición pública durante días en un frigorífico para animales, los restos de Gadafi fueron enterrados en un lugar secreto, al igual que sucedió en 1931 con Omar el Mukhtar, líder de una larga resistencia contra las fuerzas militares de Benito Mussolini en Libia. Es decir, se culmina una larga etapa histórica en la vida de la Libia moderna, negándole una tumba pública a un supuesto “tirano”, por temor a que esta se convierta paradójicamente en un verdadero “santuario”. No en vano dijo el propio Aristóteles hace más de dos milenios: “Siempre es posible esperar algo nuevo de Libia”, y pasados desde entonces torrentes de historia sobre este país árabe norafricano, es poco o nada lo que realmente podría quitarnos ya la capacidad de asombro.

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