Criada en el seno de una familia de clase media, Margaret Thtatcher lideró el Partido Conservador británico durante 15 años y condujo los destinos del Reino Unido entre 1979 y 1990. Fallecida en Londres a los 87 años, como consecuencia de un derrame cerebral, su figura continúa dividiendo aguas en la opinión pública.
Única mujer en la historia que llegó a la cima del poder político en el Reino Unido, el liderazgo de Margaret Thatcher marcó un punto de inflexión en la historia británica. Su paso por la residencia del número 10 de Downing Street marcó a fuego la década del 80 en su país y en el exterior. Su marido y fiel compañero, Denis, había fallecido en junio de 2003 y desde entonces los problemas de salud de Thatcher la habían alejado de la vida pública.
Vertiginoso ascenso político
La Dama de Hierro, calificativo que le fuera impuesto por un periódico militar soviético, inició su carrera política siendo muy joven. En las memorias de su paso por el poder, ella recordó que creció en un “hogar que no era ni pobre ni acomodado”. Su padre, propietario de una tienda en Grantham, al este de Inglaterra, le transmitió los valores conservadores y sus firmes convicciones respecto de las bondades de la libertad de comercio. En 1950, con solo 23 años y luego de haber finalizado sus estudios en Oxford, presentó su candidatura para ocupar un escaño por la circunscripción de Dartford, un bastión laborista, pero no logró su objetivo de ingresar a la Cámara de los Comunes. La oportunidad para dar el salto a las grandes ligas le llegaría nueve años más tarde, cuando consiguió su asiento parlamentario por Finchley, el legendario distrito que representaría durante los siguientes 23 años.
Lentamente Thatcher comenzó a escalar peldaños dentro del Partido Conservador. En 1961, durante el gobierno de su correligionario Harold Macmillan, fue designada como subsecretaria parlamentaria en el Ministerio de Pensiones y Asuntos Sociales, cargo que mantuvo durante la breve administración de su correligionario Alec Douglas-Home. En 1964, cuando los tories pasaron a la oposición, se convirtió en vocera del grupo parlamentario conservador para temas de vivienda y territorio. De regreso al poder, en 1970, el primer ministro torie Edward Heath la nombró ministra de Educación y Ciencia. En 1975, tras la derrota sufrida por su partido en manos de los laboristas en las elecciones generales, Thatcher consiguió arrebatar a Heath el liderazgo conservador.
Once años en Downing Street
Las elecciones del 3 de mayo de 1979 llevaron al Partido Conservador, liderado por Thatcher, al poder. Llevó adelante un programa de ajuste y de retiro del Estado de las actividades productivas, lo que condujo al cierre de aquellas actividades que consideraba ineficientes. “Si queríamos mejorar nuestra economía, resultaba imprescindible mantener una política financiera firme”, explicó en sus memorias, y lo hizo a costa de enfrentarse a los poderosos sindicatos, en particular los de la siderurgia y la minería, que condujeron una dura lucha y paralizaron este último sector durante casi un año, entre 1984 y 1985. “La huelga estableció, sin lugar a dudas, la evidencia de que la industria del carbón británica no podía ser inmune a las fuerzas económicas que se aplican tanto en el sector público como en el privado”, reflexionó posteriormente.
Un punto de inflexión de su gobierno fue la Guerra de Malvinas en 1982, que para muchos analistas se convertiría a la postre en su mejor salvavidas político para evitar una inminente derrota electoral. Fortalecida por la operación militar que permitió al Reino Unido expulsar a las tropas argentinas del archipiélago, la Dama de Hierro se impuso en las elecciones de junio de 1983. En cuanto al vínculo con EE. UU., su sintonía con Ronald Reagan fue inmediata. Dijo del presidente estadounidense que “era un norteamericano optimista, seguro de sí mismo y amable, que había ascendido de la pobreza a la Casa Blanca y que se atrevía a emplear la fuerza y a ejercer su liderazgo en la Alianza Atlántica”, además de “inspirar a los pueblos al otro lado del Telón de Acero” a rebelarse contra el régimen soviético.
Una mujer de fuertes convicciones
En materia económica, Thatcher era una liberal convencida. Definía el “libre mercado” como “un enorme y sensible sistema nervioso, que responde a sucesos y señales en todo el mundo para abastecer a las siempre cambiantes necesidades de los habitantes de diferentes países, de diferentes clases sociales, de religiones distintas, con una especie de benigna indiferencia a su condición”. Descreyó siempre del proceso de integración europeo, cuestionó las distorsiones generadas por la política agraria común (PAC) y fue una férrea opositora del proceso que condujo a la unión monetaria y a la creación del Banco Central Europeo.
Al conocerse la noticia de su fallecimiento, como consecuencia de las complicaciones de un derrame cerebral, el actual premier David Cameron afirmó que “la medida de sus éxitos solo se puede comprender cuando se echa la vista atrás y se recuerda cómo era el Reino Unido en la década de 1970”. Desde las antípodas ideológicas, el último líder soviético Mijail Gorbachov destacó que Thatcher fue una “persona brillante” y, si bien reconoció que las relaciones entre ambos fueron “complejas” y sufrieron “altibajos”, aseguró que se trato de un vínculo “serio y responsable”. Fue, en definitiva, una mujer de fuertes convicciones cuyo paso por la vida pública no dejó a nadie indiferente.