En 2030, la humanidad va a vivir en un mundo de ciudades, un mundo de oportunidades, pero también de problemas, que crecerán al ritmo de las aglomeraciones, como la gestión de los residuos, el manejo del suelo y los sistemas de transporte, entre otros.
Hasta 1990, el 43 % de la población mundial, es decir, 2300 millones de personas, vivía en áreas urbanas. En 2015, era el 54 %, unos 4000 millones. De acuerdo con un informe de la agencia de las Naciones Unidas, ONU Hábitat, África fue donde se vieron los mayores aumentos de población urbana entre 1995 y 2015, con una tasa media de variación anual de 3,44 %; seguida por Asia, con el 2,78 %, mientras que en Europa el crecimiento fue de tan solo 0,31 %. Si bien el aumento de la población no fue uniforme, ninguna región registró disminuciones en los niveles de urbanización. Pero no es solo una cuestión de cantidad, sino de calidad. Para la ONU, el objetivo es crear ciudades incluyentes, seguras, resilientes y sostenibles, de acuerdo con la Agenda 2030, aprobada en 2015 por la Asamblea General, que guía los esfuerzos de los países del mundo para lograr un mundo sostenible.
En la actualidad, según ONU Hábitat, las grandes ciudades del mundo, unas 600, están en países en desarrollo y generan el 60 % del PBI global. “A medida que los países se urbanizan, tanto la productividad nacional como urbana aumentan”, explica el informe de ONU Hábitat State of the world’s cities 2012/2013, que destaca que el aumento en la urbanización y en el ingreso per cápita fueron de la mano a nivel mundial en las últimas cinco décadas. “Mientras el porcentaje de poblaciones urbanas a nivel mundial aumentó de 33 % a 51 % entre 1960 y 2010, el ingreso per cápita se acrecentó en un 152 % en el mismo período”, detalla el documento.
La mayor productividad en zonas urbanas es una consecuencia de las denominadas “economías de aglomeración”, que generan beneficios a las empresas en materia de reducción de costos, al asegurar la concentración de las actividades económicas. “El agrupamiento espacial beneficia a las empresas debido al aumento de la escala de los mercados, la facilidad de las comunicaciones, el aumento de la difusión de los conocimientos, el acceso a capital humano y otros insumos y productos, y a la posibilidad de compartir una infraestructura urbana común”, puntualiza el Banco Mundial en Argentina, Paraguay y Uruguay en el informe Impulsando el potencial de las ciudades argentinas.

Sin embargo, las aglomeraciones también producen efectos negativos que vuelven imperativa la implementación de políticas públicas efectivas, ya que con la mayor concentración poblacional también crece la demanda de servicios básicos y viviendas adecuadas, a niveles que muchas veces superan las capacidades locales. El medioambiente también se ve afectado. La concentración de la actividad económica impacta de manera negativa, ya que genera la contaminación del aire, del agua, y la sonora, sumado a un aumento en el volumen de residuos. Esto afecta de lleno a la salud de los citadinos, que además se ve amenazada por dietas poco saludables, el estrés excesivo y la falta de actividad física, entre otros hábitos comunes a la vida en las ciudades.
LA METRÓPOLIS ARGENTINA
De acuerdo con estadísticas del Banco Mundial en Argentina, Paraguay y Uruguay, el 91 % de los argentinos vive en zonas urbanas. También de acuerdo con datos del Banco, la población urbana argentina creció a una tasa anual media del 1,3 %, un nivel superior a la tasa de crecimiento demográfico total entre 2001 y 2010, que fue del 1,1 %. Además, la proporción de la población urbana que vive en aglomeraciones grandes fue en aumento en el mismo período, pasó del 8,9 % al 11,4 %. El mayor aumento del nivel de urbanización de las últimas décadas se registró en las regiones del norte del país, en especial en el NEA, en donde la proporción de población residente en ciudades aumentó 13 puntos porcentuales. Sin embargo, la preeminencia del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), la tercera área metropolitana más poblada de América Latina después de México y San Pablo, es marcada. Un tercio de la población argentina está concentrada allí, y la tasa anual media de crecimiento demográfico entre 2001 y 2010 fue de 1,34 %, superior a la de Santiago de Chile (1 %) y a la de Ciudad de México y Río de Janeiro (0,9 % en ambos casos). Además, alrededor de la mitad del PBI nacional se produce en territorio metropolitano. En contraste con su vertiginoso crecimiento, las políticas para atender las necesidades del AMBA en su conjunto se desarrollaron a paso lento.
En 2016, luego de décadas de declaraciones y buenas intenciones que no lograron transformarse en políticas públicas efectivas, el Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda mediante el Decreto 1126/16, creó la Comisión Consultiva para el AMBA (COCAMBA), que está dando sus primeros pasos. La Comisión tiene como objetivo el “desarrollar propuestas de innovación institucional para el área, que se sustenten en el desarrollo humano, económico, tecnológico, ambiental y urbano para la región metropolitana”. En ella están representados todos los municipios de la región, bajo la coordinación del exjefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Facundo Suárez Lastra, quien en noviembre pasado, en el 14.° Foro Metropolitano, organizado por la Fundación Metropolitana, expuso un balance del primer año de vida de la Comisión. “Tanto en la Provincia de Buenos Aires como en la Nación hay compromiso por generar un espacio público para generar políticas para la región e ir construyendo agencias metropolitanas que se hagan cargo de los problemas metropolitanos”, aseguró.
MOVILIDAD
En el AMBA, casi 1.600 millones de personas se trasladan anualmente en las 138 líneas de transporte urbano de pasajeros que recorren la región, de acuerdo con estadísticas de 2016 del Ministerio de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. A ello se suman unos 358 millones de pasajeros que viajan al año en las siete líneas de ferrocarriles suburbanos que comunican la capital del país con el resto del área metropolitana. Estos datos revelan que el transporte metropolitano es un ámbito de gestión crítico, que requiere acciones consensuadas y coordinadas. “Vivimos en una de las áreas metropolitanas más grandes del mundo, en donde la gente viaja muy mal”, sentenció el propio ministro de Transporte de la Nación durante su exposición en el Foro Metropolitano, Guillermo Dietrich. El funcionario destacó que los esfuerzos de su cartera están orientados a solucionar los problemas urgentes de los ciudadanos mediante la puesta en marcha del sistema de Bus de Rápido Transito (Metrobus), el pavimentado de calles y el desarrollo de la Red de Expresos Regionales (RER), cuya inauguración está prevista para 2023.
En 2012, el Estado Nacional, la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires acordaron la constitución de la Agencia de Transporte Metropolitano (ATM), como un organismo interjurisdiccional destinado a ordenar, coordinar y planificar las distintas modalidades de transporte.
Sin embargo, si bien de acuerdo con lo que informa en su sitio web, la ATM se encuentra desarrollando mesas de trabajo en distintas áreas, la ciudadanía aún no ha sido testigo de acciones concretas en pos de mejorar el transporte metropolitano.
Los expertos y funcionarios que participaron del Foro Metropolitano coincidieron en la importancia de avanzar hacia un sistema de transporte que sea sustentable, multimodal, resiliente (que esté protegido frente a los efectos del cambio climático), y que esté conectado y permita recolectar la mayor cantidad de datos posible que sirvan de base para decisiones futuras.
BASURA
La gestión de los residuos sólidos urbanos es otro de los ejes claves para los municipios argentinos, quienes, a pesar de que están obligados por ley a hacerse cargo del tema, muchas veces se encuentran sin los recursos técnicos ni presupuestarios para cumplir. “Aunque los problemas que acarrean los residuos sólidos municipales fueron identificados como un desafío de gestión, especialmente en las áreas metropolitanas, las soluciones que hasta ahora se lograron tienden a ser parciales y no alcanzan a muchas de las ciudades medianas y pequeñas, por lo que se convirtió en un tema que genera conflictos sociales, políticos y ambientales”, explican Lorena Schejtman y Natalia Irurita en su Diagnóstico sobre la gestión de los residuos sólidos urbanos en municipios de la Argentina, informe publicado por CIPPEC en diciembre de 2012.

En el AMBA se producen unas 17.000 toneladas diarias de residuos, que equivalen al 40 % de lo generado en el país, según datos de La Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE), la empresa pública encargada de la gestión de los residuos sólidos urbanos. En la actualidad, la gestión de estos residuos se basa en un modelo de enterramiento, que, aunque superador de los basurales a cielo abierto que predominan en el 80% de los municipios del país, ha llegado a un punto crítico, con la virtual saturación de los rellenos sanitarios a donde se destina la basura. Esta crisis, sumada a una mayor conciencia de la necesidad de avanzar hacia ciudades más sustentables, llevó a que se esté empezando a trabajar en métodos más integrales de gestión de residuos. Se busca reemplazar los principios de la economía lineal reinante (producir, usar y desechar) por los de la economía circular, que, inspirada en la naturaleza, propone reducir la generación de desechos, reusar y reciclar los materiales, es decir, un sistema por el cual los residuos contribuyen a aumentar el capital, y no a reducirlo. “Hay que contextualizar a la política pública metropolitana sobre los residuos en una concepción de la economía y del consumo del comportamiento de nuestra propia relación con los demás”, aseveró Pedro Del Piero, presidente de la Fundación Metropolitana. Desde la organización que preside, abogan por superar un paradigma que consideran en crisis terminal, el de la economía lineal, por el de la economía circular, y que esto se traduzca en nuevas políticas públicas.
Más allá del transporte y de la gestión de los residuos, los ejes a trabajar desde un abordaje metropolitano son múltiples. “A los temas transversales hay que buscarlos y darles entidad. No calzan en una única área de la administración de gobierno”, destacó Gabriel Lanfranchi, director del Programa de Ciudades del think tank CIPPEC. El especialista señaló como ejemplos la búsqueda de mayores niveles de equidad, la resiliencia ante el cambio climático y el impacto de la tecnología en el mercado laboral. “Tenemos la posibilidad de empezar a pensar cuestiones más sistemáticas, que miren el contexto metropolitano en general”, sostuvo.