En los últimos ocho años, el PBI cultural ha mostrado una fuerte expansión, con tasas de crecimiento interanual superiores a las del PBI total. Actualmente las industrias culturales representan en su conjunto el 3,8% del producto bruto interno (PBI) argentino y constituyen uno de los sectores más pujantes de nuestra economía. Por Juan Ignacio Cánepa y Mariano Roca / Foto: Fernando Calzada

La producción de las industrias culturales ha crecido en forma sostenida en los últimos ocho años. Según datos del Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA), el PBI cultural medido a precios corrientes se multiplicó por siete, al pasar de 8763 millones de pesos en 2004 a 56.679 millones de pesos en 2011. Esta última cifra representa el 3,83% del PBI total de nuestro país. En su último informe de coyuntura económica del sector, el SInCA advierte que “el PBI cultural mantiene tasas de crecimiento levemente superiores al PBI total, lo que se expresa en el crecimiento del impacto relativo de las actividades culturales sobre el conjunto de la producción nacional”.

Creatividad y valor agregado

“En la Argentina actual, las industrias culturales son un sector económico relevante”, advierte el director nacional de Industrias Culturales, Rodolfo Hamawi, quien destaca la importancia estratégica del sector por su “carácter de valor agregado intensivo” y su “fuerte potencial en tanto motor de desarrollo y de inclusión social”. “Dentro del total, el sector editorial y el audiovisual son las ramas que más actividad económica y empleo generan”, apunta, por su parte, el secretario de Cultura, Jorge Coscia, quien ha planteado como objetivo de su gestión “transformar la creatividad argentina en una industria exitosa”.

En una reciente entrevista difundida por la Secretaría de Cultura, la coordinadora del SInCA y del Laboratorio de Industrias Culturales, Natalia Calcagno, se mostró convencida de que “es posible que los creadores vivan de la cultura y para eso hay que organizarse, conocer, difundir y generar estrategias de negocios”. “Tenemos que empezar a hablar de economía, si queremos que esto sea sustentable”, explicó la funcionaria, y alentó a los distintos actores que vienen trabajando en todo el país a que “se sientan parte del sector de la industria cultural argentina”.

Un Estado presente

La idea de las autoridades nacionales es apuntalar la producción cultural a nivel local y promover la difusión del made in Argentina en otras latitudes. Con ese objetivo se organizó en junio pasado la primera edición del Mercado de Industrias Culturales Argentinas (MICA), que reunió a exponentes de las seis actividades más dinámicas: la producción audiovisual, la industria editorial, el diseño, las artes escénicas, la música y los videojuegos. Se trata, en palabras del propio Jorge Coscia, de “un espacio donde productores y artistas pueden encontrarse con las principales empresas de industrias culturales del mundo y abrir oportunidades de negocios a través de rondas empresarias, conferencias y seminarios”. La próxima edición tendrá lugar en abril de 2013.

Otro ejemplo del acompañamiento que desde el Estado se está haciendo a este tipo de actividades es el Plan Nacional de Diseño, bajo la órbita del Ministerio de Industria, que facilita herramientas de financiación a las pequeñas y medianas industrias ligadas a ese subsector. Los aportes estatales incluyen desde asesorías técnicas gratuitas hasta créditos a tasa fija en pesos y préstamos de honor de hasta 60 mil pesos, a tasa cero y sin garantías, otorgados a través del programa “Capital Semilla” y que son destinados a jóvenes emprendedores de entre 18 y 35 años. También forma parte de este plan el Sello del Buen Diseño, una herramienta a través de la cual se reconoce a las pymes que agregan diseño a su producción.

Desafío: equilibrar el saldo comercial

Más allá del fuerte crecimiento de la producción de las industrias culturales argentinas, el saldo comercial presenta, según el propio SInCA, un “carácter esencialmente deficitario”. Nuestras exportaciones de bienes del sector editorial, audiovisual y fonográfico, que habían llegado a 140 millones de dólares en 2008, se desaceleraron en los últimos tres años, oscilando entre los 111 y los 116 millones de dólares. En ese mismo lapso, las importaciones pasaron de 161 a 207 millones de dólares, con lo cual el rojo de la balanza de bienes culturales creció de 50 a 91 millones de dólares entre 2009 y 2012.

En el caso de los servicios culturales, hubo entre 2004 y 2008 un acelerado incremento de las exportaciones, que pasaron de 144 a 470 millones de dólares. Luego se registró un brusco descenso en 2009, cuando las ventas externas cayeron a 332 millones; en 2010 se mantuvieron estables en 337 millones y volvieron a descender a 298 millones de dólares en 2011. En cuanto a las importaciones, fueron en ascenso en toda la serie histórica relevada por el SInCA y pasaron de 143 millones de dólares en 2004 a 428 millones en 2011. La balanza comercial de servicios culturales, que en 2008 arrojó un saldo favorable a nuestro país en 225 millones de dólares, se deterioró notablemente en los últimos tres años y cerró en 2011 con un rojo de 130 millones de dólares.

El SInCA atribuye el acelerado crecimiento de estas importaciones a la estrategia de los países centrales exportadores de productos con alto valor agregado, que intentan “contrarrestar los efectos de la crisis en sus economías domésticas inundando el mercado internacional de bienes y servicios a precios bajos, lo que les permite vencer barreras arancelarias y competir con las producciones locales”. En este marco de dura competencia, la búsqueda de una balanza comercial más equilibrada en el sector es el principal desafío que enfrenta Argentina en materia de bienes y servicios culturales.