El politólogo Fernando Mayorga, director del Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU) de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), conversó con DEF sobre la crisis política en Bolivia.
-¿Cómo catalogaría lo ocurrido en Bolivia? ¿Hubo un golpe de Estado?
-Ha sido un golpe de Estado, en la medida en que la renuncia de Evo Morales ha sido forzada mediante distintas acciones de carácter coercitivo. La primera de ellas fue el motín policial y el repliegue de las fuerzas policiales a sus cuarteles, lo que dejó en absoluta indefensión al gobierno. Veinticuatro horas más tarde, las fuerzas policiales dieron su apoyo a la propuesta opositora de renuncia del presidente; y luego hubo una declaración del comandante en jefe de las FF. AA., Williams Kaliman, que recomendó al presidente Evo Morales que renunciara, lo que representó una clara amenaza de las FF. AA. al mandatario. Finalmente, hubo un mensaje en Twitter del líder del Comité Cívico Pro Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, informando que se había emitido una orden de aprehensión (detención) contra Evo Morales. Simultáneamente, hubo ataques a ministros y parlamentarios del Movimiento al Socialismo (MAS) con incendios a sus viviendas, toma de rehenes entre sus familiares y amenazas de muerte para forzarlos a renunciar. Toda esa situación llevó a Evo Morales a presentar su renuncia y refugiarse en el Chapare, frente al temor de que se cumpliera la orden de aprehensión en su contra. Ha sido un golpe de Estado con características distintas: no ha sido un golpe de las FF. AA. para implantar una junta militar ni ha habido un cambio de régimen de gobierno, pero sin duda se ha producido el derrocamiento de un presidente constitucional mediante la fuerza.
-¿Tuvo algún viso de legalidad la proclamación de Jeanine Áñez como nueva presidenta constitucional de Bolivia?
-Tras la salida de Evo Morales y su llegada a México en calidad de asilado, se realizó en La Paz una sesión parlamentaria totalmente anormal e ilegal, sin quórum. Allí una senadora de la oposición se autoproclamó presidenta leyendo ella misma una resolución e invocando una sentencia del Tribunal Constitucional del año 2001, haciendo una interpretación que le permitiera validar la sucesión constitucional sin que tuviera lugar la sesión formal con la presencia de los miembros de las dos Cámaras de la Asamblea Legislativa. Horas antes, esta misma senadora llamó al comandante de las FF. AA. para que actuara patrullando ciudades y carreteras. Hubo movilización militar por vía terrestre y aérea, desoyendo la orden del entonces ministro de Defensa. No es casual que quien le haya puesto la banda presidencial a la señora Áñez haya sido precisamente un militar.
-¿Qué implica que la autoproclamada nueva presidenta haya salido al balcón del Palacio de Gobierno acompañada de los líderes cívicos de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, y de Potosí, Marco Pumari?
-Esa imagen demuestra que el movimiento opositor estuvo liderado por actores extrapartidistas y extraparlamentarios. Fueron ellos quienes, desde un comienzo, plantearon consignas maximalistas. Aun después de conocerse el resultado de la auditoría de la OEA y de que Evo Morales aceptara la convocatoria de nuevas elecciones, estos sectores cívicos plantearon la renuncia del mandatario. Incluso hubo un mensaje vía Twitter de Luis Fernando Camacho, afirmando que iban a conformar un gobierno provisional. Ellos han subordinado a los partidos de la oposición. Este golpe busca una restauración oligárquica y, por eso, apunta toda su artillería contra un partido político, el MAS, y contra un grupo de movimientos sociales que expresan la emergencia del actor social campesino e indígena en la política boliviana. No es casual que el conflicto haya asumido ribetes simbólicos, con las poblaciones indígenas pidiendo el desagravio de la wiphala -bandera indígena que es también enseña nacional boliviana- [ que había sido quemada en manifestaciones tras la salida de Evo Morales del poder ]. La Polícia boliviana hizo un spot en tres lenguas originarias. El propio presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz y el candidato opositor Carlos Mesa pidieron disculpas.
“El nuevo poder político apunta toda su artillería contra el MAS y los movimientos sociales que expresan la emergencia de actores campesinos e indígenas”.
-¿Cómo definiría la ideología de este grupo que lideró el golpe?
-Hay una lucha simbólica muy fuerte. El líder cívico de Santa Cruz dijo que la Biblia iba a volver al Palacio y, en el acto de posesión y luego en el ingreso al Palacio de Gobierno, la senadora Áñez cargaba una Biblia de grandes proporciones y reiteraba que se había logrado ese propósito. La Biblia siempre tuvo dos connotaciones: la de la Guerra Fría, con el cristianismo como opuesto al comunismo; y la de la época colonial, donde la Biblia simboliza la evangelización y expresa la dominación sobre los indígenas. Hay una retórica pro-indígena para evitar las protestas, con curiosas apelaciones en el sentido de que hay que tratar con respeto y humildad a los indígenas y explicarles que estas acciones no son en contra de ellos. Se ha pasado a un discurso paternalista. Es evidente que, en términos de políticas públicas, va a haber un retroceso si se imponen estos actores que hoy controlan el Palacio de Gobierno.
-¿Podría haber un retroceso en lo que significó la nueva Constitución y la conformación del Estado Plurinacional en 2009?
-Para que haya un retroceso, tendría que haber una reforma constitucional. Creo que va a ser difícil que eso ocurra. Lo que es posible es que modifiquen leyes que permitieron la implementación de los derechos consagrados en la Constitución. También hay un fuerte discurso ultraconservador, en contra de la ideología de género. Se ha intentado instalar, sobre todo en los jóvenes, la idea de que aquí había una dictadura y que ellos estaban luchando por la libertad. Lo más fuerte tiene que ver con lo simbólico y cultural, que es donde se expresa el carácter de este movimiento de orientación oligárquica, que busca restituir las jerarquías sociales anteriores incluso a los años previos a la victoria de Evo Morales en 2005. Yo diría que es casi un delirio de retorno a etapas anteriores a la revolución de 1952.

-¿Cuáles podrían ser los próximos pasos del gobierno y cuáles son las medidas que podría adoptar hacia Evo Morales de cara a unas futuras elecciones?
-Considero que en los planes de quienes ahora dirigen el gobierno estaría, en primer lugar, la inhabilitación de Evo Morales; pero su objetivo último sería proscribir al Movimiento al Socialismo (MAS), teniendo en cuenta que, de cara a unas próximas elecciones, el MAS podría ubicarse, sin muchas dificultades, en el primero o en el segundo lugar. Lo que pretenden las nuevas autoridades es algo parecido a lo que sucedió en la Argentina con la proscripción del peronismo tras la Revolución Libertadora de 1955.
-¿Cómo vislumbra el panorama regional, tras el asilo de Evo Morales en México y el protagonismo del presidente electo argentino, Alberto Fernández, en su cuestionamiento del golpe de Estado?
-Hasta la elección de Alberto Fernández en Argentina, Evo Morales estaba enfrentando el proceso electoral en absoluta orfandad, muy lejos de aquella coalición de gobiernos progresistas que impulsaron la Unasur. El dato importante de hoy es la intervención de México, con un protagonismo que no se había manifestado antes, y el agradecimiento de la Cancillería mexicana por las gestiones de Alberto Fernández para que se pudiera otorgar a Evo Morales ese asilo. Cabe destacar que, hasta el momento, no ha habido por parte del gobierno de Mauricio Macri un reconocimiento expreso del gobierno de Jeanine Áñez. Hasta ahora solo lo han hecho Brasil, EE. UU. y el autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó.