Con una caída estimada del PBI anual del 7,4%, la Unión Europea (UE) enfrenta la peor recesión de su historia. Luego de arduas discusiones, se acordó un ambicioso programa de ayudas por 540.000 millones de euros.

El COVID-19 golpeó con virulencia al Viejo Continente. El Reino Unido –en pleno proceso del Brexit–, Italia, España y Francia se encuentran entre los países más afectados. Sin embargo, una vez superada la cuarentena, el golpe a la economía será tremendo: la Comisión Europea prevé una caída del PBI del 7,4% para el conjunto de la UE y del 7,7% para los 19 países de la eurozona, la recesión más dura desde la crisis del 29 y la mayor debacle económica desde los inicios del proceso de integración europeo. El impacto de la pandemia supera largamente la anterior crisis de las deudas soberanas, ocurrida una década atrás y que obligó a la UE y el FMI a acudir al rescate de Grecia, Portugal, Irlanda y del sistema bancario español.

En la actual coyuntura, tal como reconoció el presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, la repuesta de la UE ha sido “demasiado lenta” y los países más golpeados por la crisis se sintieron abandonados por el bloque en el primer momento de la pandemia. “Necesitamos un Plan Marshall para la recuperación de Europa y debemos ponerlo en marcha de inmediato”, aseguró la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ante el Europarlamento. “El mercado único y la política de cohesión son dos caras de la misma moneda, y se requieren las dos para garantizar la prosperidad en el conjunto de la UE”, añadió la funcionaria, de estrechos vínculos con Angela Merkel, de quien fue su ministra de Defensa.

A la hora de las negociaciones, la mayor pulseada para acordar ese plan con el objeto de enfrentar las consecuencias económicas de la pandemia se dio entre los países del sur y el norte del continente. Los primeros, encabezados por Italia y España, pedían que la Unión Europea en su conjunto se hiciera cargo de la nueva deuda emitida recurriendo a los llamados “coronabonos”, posición que fue respaldada otro peso pesado del bloque, Francia, junto con socios más pequeños como Portugal, Bélgica, Luxemburgo, Grecia, Irlanda y Eslovenia.



“Los países del norte y del sur del continente mantuvieron posiciones enfrentadas respecto de la mutualización de la deuda soberana”.


Frente a ellos, la posición irreductible de los socios con mayores espaldas financieras, liderados por Alemania y Holanda, se oponía a cualquier “mutualización” de la deuda de los países más golpeados, que son los que presentan además un mayor peso de la deuda pública sobre su PBI. Austria y Finlandia también descartaban cualquier posibilidad de que la UE en su conjunto se responsabilizara por la nueva deuda.

La solución de compromiso partió de una propuesta elaborada por el gobierno español de Pedro Sánchez, y defendida por su ministra de Finanzas, Nadia Calviño. Finalmente, los ministros de Economía de la eurozona acordaron un paquete de subsidios por un total de 540.000 millones de euros, de los cuales 240.000 millones provendrán del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), otros 200.000 millones serán líneas de crédito del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para ayudar a las empresas y los restantes 100.000 millones serán destinados a un fondo contra el desempleo gestionado por la Comisión Europea.

El gobierno español de Pedro Sánchez pide que la Unión Europea se hiciera cargo de la nueva deuda regional emitida recurriendo a los llamados “coronabonos”. Foto: Archivo DEF.

El primero de esos fondos, el MEDE, fue el que suscitó la mayor controversia, por el recuerdo de la famosa troika de la UE y el FMI que impuso durísimas condiciones a los países que fueron rescatados durante la anterior crisis de la eurozona. Finalmente, en el seno del Eurogrupo se acordó su puesta en marcha a partir del próximo 1º de junio, con un plazo de devolución de diez años y el requisito de que el dinero se destinara únicamente a financiar gastos asociados a las necesidades sanitarias por la pandemia. Los países que recurran a este mecanismo podrán solicitar el equivalente de hasta el 2% de su producto bruto interno (PBI).

Por su parte, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) acaba de crear un fondo de garantía de 25.000 millones de euros, destinados a empresas europeas en dificultades por la pandemia. Ese fondo se suma a la movilización de hasta 40.000 millones de euros, anunciada por el mismo BEI en marzo pasado y que se destinará a préstamos puente y otras medidas para aliviar la falta de capital circulante de las pequeñas y medianas empresas (pymes) del continente. El objetivo final es movilizar hasta 200.000 millones de euros en préstamos al sector privado.

Finalmente, el fondo bautizado como “SURE”, administrado por la Comisión Europea, será un instrumento de apoyo temporal para reducir los riesgos de desempleo y cuyos fondos –hasta 100.000 millones de euros– estarán destinados a la cobertura por parte de los países de la UE de esquemas de reducción de jornadas laborales, seguros de desempleo y ayudas a los profesionales autónomos afectados por las medidas restrictivas impuestas por los distintos gobiernos para frenar el contagio del virus.