El director general del SAME, Alberto Crescenti, explicó a DEF los secretos para que un servicio de emergencias trabaje eficientemente y reduzca al máximo las víctimas. Por Juan Ignacio Cánepa / Foto: Fernando Calzada.

Es la cara visible del Sistema de Atención Médica de Emergencia (SAME) desde hace años. La tragedia de Once en febrero pasado multiplicó su aparición en los medios, pero Crescenti estuvo al frente de los equipos de rescate en los grandes eventos catastróficos desde los 90 al presente, con excepción de Cromañón.

Vertiginoso en su hablar, demuestra su pasión por lo que hace sin dejar de señalar las rigurosas rutinas que cumplen los médicos y el personal técnico del servicio que comanda. Hace poco más de un mes tuvo la oportunidad de participar de forma oficial en los simulacros de emergencias que preparó la ciudad de Londres de cara a los Juegos Olímpicos. Allí recibió el reconocimiento de las autoridades por la labor del SAME durante el incidente ferroviario de Plaza Miserere.

Ya de nuevo en funciones en la central de emergencias de Parque Patricios, Alberto Crescenti recibió a DEF para conocer cómo funciona el servicio de emergencias de una ciudad de la magnitud de Buenos Aires.

-¿Qué es trabajar en emergencias?

-Es pasión y vocación. Y ganas de seguir. Si ahora se produjera un incendio, digo muy amable y me voy, porque esto es un equipo de médicos, radiooperadores y choferes que todos los días, las 24 horas, trabajan y ponen muchísimo.

-¿Qué le atrajo de esta especialidad?

-Me gustó mucho la parte de emergencias. Era uno de los que más salía con la ambulancia. El hecho de no saber con lo que te vas a encontrar, la descarga de adrenalina, no conocer ni el domicilio ni al politraumatizado. Ahí estás solo, no le preguntás a nadie. Es tu decisión, tu diagnóstico, tu buen saber y entender. Por eso creo que la preparación es fundamental. Aquí en el SAME tenemos el taller de simulación: estamos entrenando estudiantes de Medicina de los últimos años en manejo de vía aérea y en reanimación cardiorrespiratoria, porque hace muchos años, cuando me recibí, no nos enseñaban eso.

-El SAME es un sistema medicalizado. ¿Qué ventajas tiene?

-Es fundamental para el desarrollo de las actividades, porque permite que haya un médico arriba de las ambulancias, que hace el diagnóstico. Bienvenidos sean esos sistemas medicalizados, porque nos han permitido, en tragedias como la de Once, tener un reconocimiento mundial. Esta característica del sistema permitió en esa ocasión que el primer triage de selección que se hizo fuera el 98,8 por ciento efectivo. No hubo un segundo triage de admisión a los hospitales. Ya iban todos con su diagnóstico. Eso en otros lugares del mundo donde no se ha medicalizado es muy difícil de lograr.

-¿Ese primer diagnóstico cómo se hace?

-Tenemos un equipo de médicos de triage que se llama DEES (Dispositivo de Eventos Especiales). Son médicos entrenados especialmente para selección de víctimas en masa. El que tiene un código rojo, que es la primera detención, es el que se tiene que ir en primer lugar; el amarillo, en segundo lugar, puede esperar; y el verde es el que tiene lesiones menores o una crisis nerviosa importante debido a lo que ha visto, por lo que con nuestro equipo de factores humanos, psicólogos y psiquiatras, lo contenemos en el lugar y prácticamente no se deriva. Eso es fundamental en la cadena de respuesta en un accidente con víctimas múltiples para que no se saturen los hospitales. Hay que tener en cuenta que no mandamos a un solo hospital.

-¿Cómo se comunican con los hospitales?

-Durante los grandes eventos, movilizamos el ECUES (Equipo de Comunicación Unificada de Emergencias Sanitarias), un equipo de comunicación satelital que está integrado por tres computadoras, tres notebooks, y los médicos de data entry. Se encuentran permanentemente conectados con los departamentos de emergencia a los que nosotros estamos enviando los pacientes. Cuando nos dicen que están saturados, derivamos a otro hospital. Creo que en el mundo esos tres sistemas son óptimos para víctimas en masa. Hay que tener en cuenta que en 2010 el SAME hizo 250.000 auxilios, de los cuales la atención prehospitalaria ha dejado 100 muertos. Esto nos está hablando de una mortalidad muy baja.

-O sea que el paciente llega.

-El concepto no es llegar con la ambulancia, cargar y correr. El concepto nuestro es la “hora de oro”, esto es, hacer todo lo que hay que hacer antes de llegar al hospital, la atención prehospitalaria: le coloca el collar, la tabla, la férula, lo compensa con medicamentos, con oxígeno, etc. Si antes de llegar al hospital a ese paciente se le hizo una muy buena atención prehospitalaria, la convalecencia será mucho más corta. Si llega crudo al hospital, sin hacérsele nada y el hospital tiene que hacerle todo lo que no se le hizo antes, ya es mucho más dificultoso.

-¿Ese período de tiempo hasta llegar al hospital es casi lo más importante?

-La gente tiene que entender que esto no es una cuestión de minutos, en cuánto llegó. Es la hora de oro: yo puedo estar en diez o quince minutos, pero si no le hago una atención buena entre que se lo sube a la ambulancia, llega al departamento de urgencias y termina en el quirófano, puedo llegar en dos minutos y el paciente se va a morir.

-Eso se refleja en las estadísticas.

-Sí, en ese porcentaje del que le hablaba antes.

-De Cromañón a Once, ¿se puede trazar una mejora?

-Coordinación entre todas las fuerzas, simulacros y mucha capacitación. El año pasado hicimos nueve simulacros con todas las fuerzas: Defensa Civil, Guardia de Auxilio, Logística, Bomberos. Hay que entender que en la calle nos conocemos todos. Cuanto más coordinado se actúe, mejor. Por eso se hizo tanto hincapié en los simulacros. Hay incendios todos los días, explosiones, y se está trabajando en conjunto. Esta es una ciudad grande como cualquier otra del mundo, con los mismos problemas. Acá las cosas no cambian, lo que pasa es que el mecanismo tiene que estar muy aceitado para dar la respuesta.

-¿Le pesa alguna decisión?

-No. Entre dos decisiones, lo peor es no tomar ninguna. El médico emergentólogo y el que está a cargo de un área como esta, con una altísima exposición pública además, tiene que tener la mente fría y tomar la decisión más acertada. ¿Cuál es? Tratar de que se le muera la menor cantidad de gente posible. Porque el día de Once había heridos por todos lados, y fueron decisiones rápidas y concretas. Fue un trabajo de equipo entre los hospitales del gobierno de la ciudad -donde gente que no estaba de guardia se autoconvocó-, la Policía Federal, la Metropolitana y Bomberos. Si no se hubiera dado, hoy estaríamos hablando de muchos más muertos.

El SAME por dentro

-¿Cuáles son los componentes de un buen sistema de emergencias?

-Personal, equipo y capacitación. Tenemos escuela de capacitación de radiooperadores, escuela de capacitación de conductores de ambulancia. El único siniestro que tuvimos en estos meses fue cuando íbamos para el incidente de Once y nos chocaron una ambulancia. No nosotros, sino a nosotros. La premisa fundamental nuestra es que si vamos en búsqueda de una víctima, nosotros no tenemos que ser la próxima. Segundo punto: si hacen un racconto diario, nunca van a ver una ambulancia del SAME accionar sirena si no va o vuelve con algo grave. Está prohibido accionar la sirena porque molesta al ciudadano. Hay un servicio cada un minuto y cincuenta segundos. Acá hay prácticamente dos mil llamadas, de las cuales mil son auxilios.

-Y en cuanto a protocolos, ¿son estándares internacionales?

-Sí, seguimos protocolos de estándares internacionales en cuanto a emergencia prehospitalaria, para eso tenemos la coordinación de capacitación de entrenamiento permanente para todos los médicos del sistema. También suscribimos a convenios y estamos como profesores en la Facultad de Medicina de Barceló y Favaloro. Dictamos cursos de entrenamiento en primeros auxilios y reanimación cardiorrespiratoria en escuelas primarias, secundarias, universidades y para gente que los requiera.

-¿Cómo se financia el SAME?

-Tiene un presupuesto propio para sus actividades, que se vota todos los años a través del presupuesto de Salud. Personal va por otra partida, vía Ministerio de Hacienda, nosotros no tenemos que pagar personal. Contamos con una partida de casi ocho millones de pesos anuales para equipamiento en lo que respecta a insumos y equipos médicos de alta complejidad. La compra de movilidad está en otra partida, o sea que el presupuesto es suficiente, lo gastamos todo porque los presupuestos se programan para ejecutarlos y gastarlos. El que devuelve presupuesto es porque no ha hecho las cosas. En cuanto al servicio que brindamos, es solidario y gratuito a la población. Al ciudadano no se le cobra ni un solo peso por el auxilio, sino que se le factura a su prepaga.

-¿Hay relación con otros sistemas de emergencia del mundo?

-Con el SAMUD de Francia y el de España. Con el de Chile, también. Hemos ido a dar cuatro conferencias invitados a Uruguay para desarrollar un sistema. El nuestro es un sistema de asistencia pública nacido en 1887, cuando la ambulancia salía a caballo y la sirena era una campana. Fueron pioneros. Luego vino la vieja Asistencia Pública de Argentina, con todo su bagaje de conocimiento después de la Guerra Mundial. Más tarde, en los 60, el Cipec, y el SAME, a partir de 1990. Los médicos siempre han puesto muchísima dedicación.