Con un incipiente desarrollo a nivel mundial, la energía mareomotriz surge como una alternativa también en la Argentina, a partir del convenio firmado por la Provincia de Santa Cruz, la estatal ENARSA y la empresa Generación Térmica S.A. (GENTERSA) para iniciar el estudio de factibilidad de un proyecto de esas características en las costas santacruceñas. Por Mariano Roca.

El movimiento de las mareas ha despertado, desde tiempos inmemoriales, el interés del hombre. En épocas más recientes, la energía mareomotriz ha demostrado ser una fuente de suministro eléctrico viable en aquellas zonas costeras caracterizadas por grandes movimientos oscilatorios del mar. La clave está en aprovechar la diferencia que diariamente se da en el nivel de las mareas. El mecanismo consiste en almacenar agua en el momento de marea alta y liberarla posteriormente durante la bajamar, de manera de activar a su paso las turbinas generadoras de electricidad. Para que la potencia pueda ser aprovechada de manera eficiente, es necesario que la amplitud de las mareas sea de al menos cinco metros y que exista un golfo que permita el almacenamiento del agua durante la pleamar (marea alta).

Se calcula que el potencial total del planeta para la producción de energía eléctrica de fuente mareomotriz se ubica en torno a los 64.000 megavatios. De ese volumen, la potencia realmente aprovechable rondaría los 15.000 megavatios. Las áreas con mejores condiciones para la instalación de este tipo de proyectos se ubican en el litoral atlántico canadiense, en las regiones costeras francesas de Bretaña y Baja Normandía, en el sudoeste de Inglaterra, en el Mar Blanco -al noroeste de Rusia-, en el Mar de Ojotsk -al este de Rusia- y en la franja costera de la Patagonia argentina, particularmente en el litoral marítimo de Chubut y Santa Cruz.

EXPERIENCIAS PIONERAS

La primera obra a gran escala para la explotación de energía mareomotriz data de hace 55 años. El lugar elegido fue el estuario del río Rance, en la Bretaña francesa, una zona donde la amplitud de las mareas alcanza niveles de hasta 13,5 metros. Construida por Electricité de France (EDF) y puesta en marcha en 1966, la usina posee un dique de 750 metros de longitud y cuenta con una capacidad instalada de 240 megavatios (240.000 kilovatios), aportados por sus 24 turbinas, cada una de las cuales cuenta con una potencia de 10 megavatios.

Dos años más tarde, en Rusia, se inauguró una planta experimental en el fiordo de Kislaya Guba, sobre el Mar de Barents, cerca de la frontera con Finlandia. Originalmente, la potencia instalada era de 400 kilovatios, y fue posteriormente ampliada a 1200 kilovatios (1,2 megavatios). Luego tuvieron que pasar 12 años, hasta que en 1980 entró en funcionamiento la central mareomotriz de Jiangxia, en China, con una capacidad instalada de 3200 kilovatios. En 1984, finalmente, se puso en marcha en Canadá la estación experimental de Annapolis Royal, en la bahía de Fundy, que opera con olas de 12 a 16 metros. Fruto de un plan piloto encarado en forma conjunta por el gobierno federal y por la administración provincial de Nueva Escocia, esta central posee una potencia instalada de 20.000 kilovatios (20 megavatios).

EL POTENCIAL DE LAS COSTAS PATAGÓNICAS

La costa atlántica de la Patagonia ofrece uno de los escenarios naturales ideales para el desarrollo de la energía mareomotriz. La amplitud de las mareas oscila entre los 5 y los 12 metros y, por su propia configuración geográfica, la zona presenta caletas, estuarios, bahías y golfos que permitirían embalsar el agua. Un tercer factor, excepcional respecto de otras latitudes, es la asincronicidad del flujo de las mareas, que posibilitaría captar energía por un lapso de hasta 18 horas por día. En ese marco privilegiado, una de las áreas con mayor potencial es la Península de Valdés.

En 1923, el presidente Marcelo T. de Alvear encargó a una comisión la realización de un estudio que culminó con la propuesta de cerrar el Golfo de San José mediante un dique de seis kilómetros. En 1948 se elaboró una segunda propuesta que consistía en excavar un canal en el istmo Florentino Ameghino, para comunicar el Golfo de San José con el Golfo Nuevo y aprovechar los desniveles fluctuantes de las mareas a ambos lados del istmo. Más tarde, en 1975, se aprobó la Ley 20956, que impulsaba el aprovechamiento energético de las mareas en el litoral marítimo argentino, pero el programa nunca llegó a implementarse.

EL NUEVO PROYECTO EN SANTA CRUZ

En septiembre de 2010, el gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta, firmó un convenio con ENARSA y con la empresa Generación Térmica S.A. (GENTERSA) para la elaboración de un estudio de factibilidad técnico-económico con vistas a la generación de energía mareomotriz en las costas de aquella provincia. Según afirmó a medios locales el titular de GENTERSA, Félix Carlos Veronesi, el objetivo sería instalar una central de ocho módulos que contaría con una potencia total de 50 megavatios y podría ubicarse en el puerto de Punta Quilla, ubicado a 17 kilómetros de la localidad de Puerto Santa Cruz.

Consultado por DEF, el gerente de Relaciones Institucionales de ENARSA, Carlos Davidson, aclaró que la iniciativa se encuentra aún en una fase preliminar y que, por el momento, dos empresas rusas manifestaron su interés en participar. Davidson confirmó que se trata de actores con amplia experiencia en el tema y que actualmente están recabando los datos necesarios para realizar el estudio de mareas. De todos modos, la decisión final sobre la realización de la obra es potestad de la provincia de Santa Cruz.

En caso de avanzar, se trataría del primer proyecto de ese tipo en el país y daría un pequeño aporte a la diversificación de nuestra matriz energética, aprovechando un recurso natural disponible y que aún no ha sido explotado.