En un video que se viralizó, una comisaria de vuelo de Aerolíneas Argentinas pide un aplauso a modo de homenaje para un piloto a punto del retiro con una historia muy especial: es veterano de Malvinas. Por Patricia Fernández Mainardi
Un centenar de pasajeros recorre la terminal de Aeroparque. Todos parecen muy concentrados en sus asuntos personales y se mueven con apuro. Sin embargo, por esos mismos pasillos, caminará junto a ellos un piloto con una historia particular: Roberto “Chino” Címbaro fue uno de los hombres que formó parte de la guerra de Malvinas. Como si fuera poco, Címbaro sabe que no es un día más y que hoy se termina una etapa en su vida, la de piloto.
Pese al típico ajetreo de los aeropuertos, el Aeroparque Jorge Newbery se detiene por un instante. En la pista, dos camiones hidráulicos lanzan un arco de agua para recibir el Embraer de Aerolíneas Argentinas. Adentro de la aeronave, Címbaro se despide por última vez a través de los altoparlantes con la típica frase: “Gracias por volar con nosotros, espero que hayan disfrutado de su vuelo”. Pero hoy son los pasajeros y sus compañeros de cabina los últimos que tienen la palabra y quienes le agradecen a él. Abajo del avión, el resto de sus compañeros de trabajo lo aplauden.
Detrás de los aplausos, hay mucho más que el reconocimiento a un compañero por sus labores: en esos aplausos, se deja entrever el eterno agradecimiento por haber defendido nuestra soberanía en las islas. “Chino”, como lo conocen sus seres más cercanos, fue piloto de Pucará en la guerra de Malvinas y protagonizó uno de los pocos derribos aire-aire que tuvo la Fuerza Aérea.

DEF fue testigo del recibimiento de Aerolíneas Argentinas al último vuelo que realizó Címbaro antes de jubilarse. Allí, pudo hablar con él sobre la guerra y sobre la aviación.
-Se viralizó un video en el que te aplauden y despiden. ¿Qué significó para vos este reconocimiento?
-No termino de sorprenderme a cada instante. Para mí, es impresionante. No tiene explicación. Pude notar el cariño y la emoción que se despierta en la gente. Era algo que creía que estaba medio perdido, pero no. Resultó ser lo contrario. Me sorprendió. Sobre todo, destaco el interés de los más jóvenes.
-¿Es lindo que el homenaje coincida con el final de tu carrera?
-Tal cual. Me despido muy complacido. Jamás me imagine que iba a terminar de esta forma. Me imaginé que iba a ser un momento triste y de bajón de ánimo. Sin embargo, esto me ha alegrado muchísimo.
“TODO ESO TRANSCURRE COMO EN UNA PELÍCULA”
-Protagonizaste uno de los pocos derribos aire-aire, ¿qué recordás de aquel momento?
-En momentos de riesgo, uno se concentra en lo que está haciendo. La misma adrenalina lo lleva a uno a no pensar en otra cosa que combatir contra el enemigo y tratar de volver con vida. Uno se concentra en todo lo que aprendió e hizo durante la paz para poder hacer una buena maniobra. Todo eso transcurre como en una película. Cuando uno aterriza, ahí se da cuenta de lo que fue el momento vivido. Durante el peligro, uno no tiene tiempo de pensar.

-¿Qué recuerdo tenés de aquellos días?
-Éramos un equipo. Cada uno tenía su misión: ir, combatir y volver. Había espíritu de equipo con los suboficiales y soldados. No había jerarquías. Éramos todos iguales y allí comprendimos la importancia de la camaradería; fue muy importante en aquel momento.
-¿Cómo sobrellevaban las jornadas en Malvinas?
-Buscábamos levantarles el ánimo a los que quizá estaban un poco decaídos. La fuerza para seguir la sacábamos al pensar en nuestros caídos, porque el 1.° de mayo hubo muchos: era seguir luchando por ellos.
-¿Cómo recibiste la noticia de la rendición?
-Fue muy triste. Sinceramente, me largué a llorar. No por mí, sino por mis compañeros caídos. Fue una pena haber perdido tantos compañeros. La mayoría eran amigos míos. Pensaba en que todos ellos dieron su vida y eso no alcanzó.
PASIÓN POR EL AIRE
-¿En qué momento te fuiste de la Fuerza Aérea para entrar en Aerolíneas?
-Me fui en 2010, porque me tocaba retirarme con el grado de comodoro. Y probé el ingreso a la línea aérea. Afortunadamente, se dio, así que disfruté mis 11 años en Aerolíneas. Además, en los últimos años en la Fuerza Aérea uno no vuela. Llega una jerarquía en la que ya no se pueden volar aviones de combate. Tuve la oportunidad de ingresar a una línea aérea y lo hice.
-En Aerolíneas, tuviste la suerte de compartir vuelos con tu hija, ¿es así?
-Sí, uno no se da cuenta hasta que llegan estos momentos. Con la rutina diaria, uno no lo aprecia. Fue un lindo momento.

-Tus hijos trabajan en el ámbito aeronáutico, llevaste tu pasión a tu casa…
-En mi familia, yo fui el primero, antes no hubo nadie. A partir de entonces, les tocó a mis hijos. Y quizá, no lo sé, también a mis nietos.
-Pronto se conmemorará el 40.° aniversario de la guerra, ¿cómo vivís esta fecha?
-Espero con mucha emoción los 40 años para poder recordar y homenajear a los 649 caídos que tenemos en Malvinas. Yo no me considero héroe, eso se lo digo a todos, porque, para mí, los héroes son los que quedaron en la turba malvinense. Yo cumplí mi misión, para eso entré a la Escuela de Aviación. Me entrené para poder actuar hasta dar mi vida si era necesario.
-Volvés a tu casa, ¿tenes algún plan?
-En lo inmediato, no; pienso primero en aterrizar. Poner los pies sobre la tierra y pensar, paso a paso.
-¿Sos feliz con la carrera que hiciste?
-Sí, completamente. Esto es más de lo que yo tenía planificado. En la Fuerza Aérea, fueron 36 años. Estos 11 años en Aerolíneas fueron un reglo.
“ESTOY MUY ORGULLOSA”
Valeria, hija de Roberto, es comisaria de a bordo de Aerolíneas. Nació en 1985 y confiesa que las historias de Malvinas que tuvieron como protagonista a su papá fueron cobrando sentido una vez que ella ingresó al mundo de la aviación.

-¿Hace cuánto tiempo comparten el mismo ámbito laboral?
-Yo trabajo acá hace 16 años, pero él entró a volar hace 11. Yo empecé primero porque, por entonces, él trabajaba en la Fuerza Aérea.
-¿Cómo se viven en tu casa las historias de tu papá en Malvinas?
–Él lo habla como si nada, lo que le preguntes. Lo hace con naturalidad, mientras que a uno se le pone la piel de gallina. Yo nací en 1985 y, a medida que comencé a volar, escuchaba a los pilotos y el modo en el que me hablaban de él. Fui valorando lo que representa en el ambiente de la aeronáutica.
-¿Se hereda la pasión por la aviación?
-Sí. Nosotros somos todos apasionados de la aviación. Con mi hermano y mi hermana, somos todos aeronáuticos. El avión es nuestro ambiente.
-¿Qué sentís al ver estos homenajes?
-Siento mucho orgullo. Creo que él no esperaba que esto le fuera a pasar.
-¿Hay algo que te haya enseñado y que tenés siempre presente?
-La ética y la moral siempre por encima de todo. Fundamentalmente, ser buenas personas.

-¿Qué te gustaría decirle?
-Yo siempre le digo que estoy muy orgullosa de él. Él no se imagina lo que representa para todos. Es una muy buena persona y creo que este recibimiento lo tiene por la calidad de persona que es. No es solo por ser piloto.
MI PAPÁ, MI HÉROE
-En tu casa, ¿cómo se vive su jubilación?
-Él no paró de trabajar nunca, ni siquiera cuando volvió de la guerra. Es la primera vez que lo vamos a tener disponible a tiempo completo. Ahora, lo disfrutan los nietos. Él tiene tres y de distintas edades: de 11, de nueve y, el último, de un año y medio. Los dos más grandes son hijos míos, el otro es de mi hermana.
-¿Qué dicen ellos del abuelo?
-En el colegio, cuando hablan de la guerra, ahí se empiezan a dar cuenta. Recuerdo que un compañero le dijo a mi nena: “No creo que tu abuelo sea veterano porque, si estuvo en Malvinas, tendría que ser muy viejo”. La nena recién ahora toma conciencia de que está en los libros.
-Él dice que no se reconoce como héroe…
-Para nosotros, es nuestro héroe: es mi papá y un héroe.
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