El avión experimental, desarrollado por la Fuerza Aérea en conjunto con la Escuela de Enseñanza Técnica Nº 4 de Morón, constituye una aeronave estratégica en el proceso de formación de pilotos militares, por su sencillez, fortaleza y antecedentes.
Por Patricia Fernández Mainardi
La aeronave experimental fue diseñada por el húngaro-argentino Ladislao Pazmany, quien certificó los aviones por la norma FAR 23 frente a la Federal Aviation Administration de Estados Unidos. Si bien Pazmany no pudo concretar su trabajo por inconvenientes económicos y de salud, la Fuerza Aérea Argentina ha llevado a cabo diferentes proyectos de desarrollo en los que la aeronave cobró protagonismo.
A partir de 2011, y en asociación estratégica con la Escuela de Enseñanza Técnica N.° 4 de Morón, se reanudaron los trabajos de construcciones bajo el proyecto de investigación y desarrollo denominado “Avión de Entrenamiento Elemental Escuela”. Incluso, la Fuerza capitalizó los avances logrados por el instituto a la hora de considerar la incorporación de estas aeronaves como primer escalón en el proceso de formación de pilotos militares.
Actualmente, este avión –denominada Pazmany en honor a su creador– se encuentra en servicio en la I Brigada Aérea y realiza vuelos semanales exploratorios de la envolvente de vuelo. Aparte de la función de entrenador, puede brindar otras prestaciones como control de fronteras, instrucción de vuelo en aeroclubes y escuelas de vuelo, enlace, aeroaplicación, remolque de planeadores, etc.
Además, como explica el Brigadier (R) Hugo Di Risio, la importancia de estas iniciativas resulta clave para el futuro del país, ya que las Escuelas Técnicas Aeronáuticas son los establecimientos educativos que deben funcionar como “semilleros” de mano de obra especializada en todo país.
En síntesis, el proyecto actual representa un hito en el desarrollo de la educación y de la industria aeronáutica, sobre todo al considerar que incluye la posibilidad de construcción en serie de la aeronave bajo la modalidad de “escuela-fábrica” con múltiples propósitos.
De hecho, en noviembre de 2014, junto con la firma Pazmany Aircraft Corporation, se inició el proceso de certificación del diseño ante la autoridad aeronáutica civil de Argentina. Por otro lado, con la ayuda del Instituto Universitario Aeronáutico se están digitalizando los planos de construcción de la aeronave, introduciéndolos en el software CATIA (Computer Aided Three-dimensional Interactive Application) de modo de disponer de las dimensiones y estructura de la aeronave en tres dimensiones y así simplificar la construcción de moldes y plantillas para la fabricación de piezas. Además, se utilizará ese software para realizar ingeniería inversa tomando cada una de las partes componentes y controlándolas desde el punto de vista de la resistencia de materiales, sobre la base de una hipótesis de fuerzas aplicadas que equivalen a distintas condiciones de vuelo, lo que aportará información que será requerida por la autoridad de certificación.
La necesidad de promover este tipo de aeronave, explica Di Risio, está asociada a un actual déficit de aeronaves pequeñas y nuevas en el mundo, motivado por una crisis generalizada de la aviación que data de la década de los 80; esto explica por qué el promedio de edad de los aviones en los institutos ronda los 40 años.
La última presentación exitosa del trabajo de la Escuela sucedió en de marzo de 2015, durante la Convención Anual de la “Experimental Aircraft Association – Chapter Argentina”, donde el PL-2 recibió importantes premios.
Un repaso por los inicios
A mediados del año 1985, en la entonces denominada Escuela Nacional de Educación Técnica N.º 1 de El Palomar, hoy Escuela de Enseñanza Técnica N.º 4 de Morón, se decidió complementar el dictado de la materia “Anteproyecto de Aeronaves” construyendo un avión experimental y poniéndolo en vuelo al año siguiente, con supervisión de profesores y mano de obra de alumnos para mejorar la capacitación de las carreras de técnicos aeronáuticos y electrónicos. Para ello, se seleccionó un diseño afamado entre las aeronaves disponibles en el mercado, priorizando la simplicidad de construcción, robustez de diseño y factibilidad de fabricación con los medios disponibles, y recayó en el PAZMANY PL4-A, monoplaza de ala baja y tren de aterrizaje convencional.
A comienzos de 1986, se inició la fabricación del PL-4 como trabajo práctico final y luego de 170 días de actividad, en diciembre de 1986, el PL-4, matrícula LV-X86 levantó vuelo por primera vez desde el aeródromo de El Palomar. Durante los años 1987 y 1988, se decidió redoblar la apuesta y construir un nuevo avión pero de características superiores, la aeronave PAZMANY PL-2, biplaza de ala baja con tren de aterrizaje triciclo, motor de 115 HP.
Tanto el PL-4 como el PL-2, fabricados por la escuela, recibieron múltiples premios y menciones nacionales e internacionales por su calidad de construcción, entre otros el premio “Malvinas Argentinas” de la Fuerza Aérea; el premio “Empresario del Año de la Pequeña y Mediana Industria”, otorgado al jefe de proyecto por la Confederación General de la Industria de la República Argentina; y el premio recibido de la “Experimental Aircraft Association – Chapter Argentina” a la aeronave mejor construida.
Los diseños de PAZMANY fueron seleccionados por múltiples organizaciones y Fuerzas Aéreas del mundo. Canadá adoptó el PL-4 para ser construido con mano de obra de boy scouts. La Fuerza Aérea de Pakistán adquirió y fabricó el PL-1 como avión de entrenamiento primario. La de Tailandia, por su parte, adoptó el PL-2 con el mismo fin, fabricándolo bajo licencia con la designación LIPNUR LT-200. Lo mismo ocurrió en Vietnam del Sur y en Taiwán. En este último país, se construyeron 52 unidades, que utilizó la Fuerza Aérea como entrenador.
Por último, muchos constructores privados en Argentina, Estados Unidos y países de Europa eligieron y fabricaron sus modelos PL-4A, PL-1, PL-2 y PL-9.