“No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay ni fingirlo donde no lo hay”

Máximas de Franҫois De La Rochefoucauld (1613-1680)

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Nuestra editorial cumple diez años, un aniversario emblemático y una aspiración cumplida, pese a las complejidades de la vida económica y social de nuestra región que hace que lo festejemos como un gran logro. Así lo sentimos todos en nuestra casa. Hace muy pocos meses, cuando editábamos la revista DEF Nº 100, recordábamos y repetimos aquí, que en nuestros inicios fuimos acompañados por opiniones muy pesimistas hacia nuestro proyecto. Expertos de aquí y de allá no nos asignaban ni un crédito para llegar al año de vida y aquí estamos, vivos, presentes, orgullosos y proyectando nuestro futuro. La frase de De La Rochefoulcauld, en la bajada del título de la presente editorial, obedece al pleno convencimiento de que llegamos hasta aquí porque no hubo disfraz donde había un compromiso serio y vital, no hubo disfraz en el empeño puesto en el compromiso hacia nuestros lectores. Hubo también respeto sincero en aceptar las opiniones de todos y el disenso como método de trabajo. Intentamos por sobre todas las cosas generar agenda, alertar sobre los problemas, cuando estos podían prevenirse, y proponer soluciones a aquellas situaciones que debían corregirse, tanto en nuestro país como en toda la Región.

También dijimos, y vuelvo a reiterarlo, que el profundo conocimiento político del presidente del TAEDA y su visión estratégica para detectar las crisis por venir, fueron un faro claro y concreto para realizar nuestra tarea, entendida como una mirada amplia sobre un mundo que se modifica día por día. Un mundo al que cada vez le cuesta más reconocer sus fronteras, hoy relegadas exclusivamente a lo físico y que desaparecen en la instantaneidad de las redes de comunicación, en la influencia de las corporaciones mundiales y en el espacio de la tecnología en todas sus formas.

Ojalá el lector note el amor con que afrontamos estos desafíos, realizados con un equipo de jóvenes talentosos que crecieron con nosotros y nos permitieron crecer a nosotros con ellos, y que también hoy cumplen en su gran mayoría una década de compromiso con nuestra editorial. Así lo sentimos quienes dirigimos los destinos de TAEDA, con un orgullo sincero por el recorrido realizado por cada uno de ellos.

También consideramos este aniversario una bisagra para todo lo realizado hasta aquí, que coincide con cambios políticos y sociales muy importantes en la Argentina y en toda la región, y que representan un nuevo reto para poder interpretar la realidad y proyectarla hacia la próxima década. Hace diez años aventuramos gravísimos problemas y lamentablemente acertamos en la predicción de la mayoría de ellos. La instalación del narcotráfico, la expansión del delito, el accionar de las maras en Centroamérica, la evolución del conflicto de las FARC en Colombia y también los enfrentamientos en Medio Oriente. A los que podemos sumarles las gravísimas dificultades generadas por el hambre en la Región y en el mundo. Nos ocupamos, al mismo tiempo, de generar agenda positiva, adelantándonos al renacer nuclear, al ocuparnos del desarrollo tecnológico y de las apuestas científicas, del cambio climático y de intentar detectar las claves para entender el mundo que nos tocará vivir y que les legaremos a las futuras generaciones.

Estamos festejando, es cierto, pero también estamos trabajando en esta nueva década que empieza para nosotros. Por ello, en este número aniversario, nos concentramos en una extensa nota de fondo en la que hemos intentado, de manera exhaustiva, dilucidar los indicios que cada área del desarrollo humano nos proporciona para enfrentar el futuro de la mejor manera. Buscamos detectar entonces los problemas para poder pensar qué estructuras son necesarias para hacerles frente y qué barreras se deben crear para proporcionar una adecuada contención. La dificultad de esta tarea, como no se le debe escapar a nadie, se encuentra en la velocidad geométrica que afecta al conocimiento en general. Solo basta pensar que hace pocos siglos, generaciones de abuelos a nietos vivían más de cien años con mínimos cambios perceptibles, lo que contrasta con la actual duplicación del saber aplicado cada cinco años. Estas velocísimas modificaciones nos obligan a pensar, a recrear, a desechar y a empezar de nuevo muchas veces, sabiendo que si dejamos de hacerlo, nosotros mismos quedaremos fuera del sistema. A estos cambios positivos se les contraponen desgraciadamente los gravísimos problemas del crecimiento del odio religioso, la explosión de las guerras tribales, el hambre y la situación de creciente preocupación por el deterioro de nuestro medioambiente. Todo ello conforma un peligroso cóctel, en un mundo injusto, superpoblado y con un sistema de comunicación instantánea que nos enfrenta en tiempo real, a toda hora, a cada una de estas tragedias.

No aspiramos, desde nuestra sencilla sala de redacción, a la genialidad de Julio Verne ni a sus increíbles novelas del siglo xix, aquellas que con su imaginación proporcionaron adelantos insólitos que se concretaron un siglo más tarde (del submarino a la energía solar y a la teleconferencia, solo para citar algunos). Por el contrario, nos conformamos con ser efectivos en “imaginar” cuáles serán las crisis y también las oportunidades por venir en este mundo violento, creativo y complejo en mutación constante. La llave del devenir está en palabras simples, que representan hechos complejos y que además interactúan entre ellas, modificándose y modificando a las otras en un caleidoscopio apasionante y peligroso: globalización, privacidad, comunicación y conectividad, realidad virtual, seguridad global, ciberataques, biotecnología y extremismos políticos y religiosos son solo algunos entre cientos de problemas que vienen hacia nosotros– queramos o no– en un mundo donde todo está a la vuelta de la esquina. La ilusión efímera de que alguno de esos fenómenos ocurre lejos de nuestra casa se vuelve más que irreal en la aldea global, esa donde podemos encontrar un narcotraficante mexicano en Fuerte Apache, una célula de ISIS en la frontera con Brasil o un campamento de las FARC en Salta. También un virus del tipo “malware” que arruine el trabajo de años en una laptop o que paralice el movimiento aéreo de un país en crisis. Esto no es ni siquiera el futuro; es hoy, fue ayer. En nuestra segunda década de vida, veremos qué ocurre con situaciones que ocurrirán en cualquier lugar del mundo pero que entrarán con facilidad a nuestros hogares.

Me permito plantear solo algunas de ellas:

La Big Data y su crecimiento exponencial

Quizás esta sea la madre de todo lo que está “por venir”. Basta puntualizar que en menos de cinco años, el 50 por ciento de la población mundial tendrá acceso a Internet y será imparable la interconexión de los objetos entre sí. El almacenamiento de datos y la velocidad de su procesamiento, acompañados de los proyectos de Internet global ya en marcha y que llegará a los lugares más remotos del planeta, alientan a tener una imaginación indetenible sobre la influencia que tendrá en nuestras vidas. Para bien, en infinitas disciplinas, desde la agricultura a la medicina, desde la capacidad para enfrentar catástrofes, hasta adoptar decisiones acertadas en la más grave de las crisis. Pero también genera una aterrorizante contraparte, con solo imaginar que esta tecnología pudiera caer en manos de terroristas, narcotraficantes o fanáticos fundamentalistas. También será una realidad que todos estaremos vigilados, todos expuestos y en plena conciencia de que el mundo privado ha llegado a su fin. Seguramente, esto modificará nuestras costumbres, nuestra cotidianeidad, pronto desaparecerán miles de trabajos y nacerán otros miles. Será un mundo líquido en constante movimiento y con una interacción impensada. Las ideas de genios como el filósofo y lingüista Chomsky, o sociólogos como Marc Augé, o científicos como Aubrey de Grey, o filósofos como el astrofísico Pierre Corbyn o el economista Joseph Stiglitz recibirán de inmediato la voz interconectada de cientos de miles de estudiosos y emprendedores en un sistema que, con sus filtros y adecuaciones correctas, harán crecer el conocimiento a una velocidad que escapa a la mayor imaginación de una persona inteligente.

El avance de la ciencia y la tecnología vinculada a la Defensa y a la Seguridad

Este aspecto es clave a lo largo de la historia, pues es sabido que la mayoría de los adelantos que llegan a nuestra vida común de ciudadanos nacen en la industria bélica. Esto permite vislumbrar cambios extraordinarios en muy corto tiempo: la nanotecnología, la robótica, los drones, aun las máquinas 3D, la construcción de fronteras para Internet y los ciberataques adelantan lo bueno y lo trágico por venir. Pero quizás sea el desarrollo de la inteligencia artificial la mayor preocupación que nos surge en la actualidad. Los intelectuales más importantes del mundo alertan sobre la posibilidad creciente de la “independencia” de las armas con inteligencia artificial. En caso de que ellas se vuelvan en contra del propio género humano, se haría realidad la famosa novela de Arthur C. Clarke (1968), que inmortalizó el genial Stanley Kurbik en su película 2001, Odisea del espacio. En ella, la supercomputadora Hal 9000 privilegiaba el cumplimiento de la misión por sobre las órdenes que le impartían los humanos de la nave. A esto se suma otra incertidumbre de pesadilla, como es que cualquiera de estos desarrollos cayera en manos del fundamentalismo, de aquellos que hoy aceptan inmolarse para acabar con cien o doscientos “infieles” y mañana, tal vez, tengan la capacidad de destruir un continente o intentar acabar con el mundo tal como hoy lo conocemos.

La nueva geopolítica

Pronto tendremos respuestas que determinarán el rumbo hacia donde se dirige el poder mundial. Hoy caracterizado por un poder multipolar, con un constante crecimiento de China y de otros tantos países emergentes, con la supremacía militar de los EE. UU. vigente, con el desequilibrio en Asia, con el drama de millones de refugiados y el crecimiento de ISIS en Medio Oriente y en parte de África, procurando extender su sangrienta revolución al resto del mundo. A este panorama podemos sumarle el accionar de actores no estatales vinculados al delito y al narcotráfico, profundizando así, la creciente inestabilidad que vivimos en la seguridad mundial.

El intelectual y director de cine italiano Marco Ferreri, opina con cierto fundamentalismo que “vivimos un momento de transición, momento donde una sociedad ha llegado a su fin, similar a lo ocurrido con el Imperio Romano”. Otros, como el escritor Arturo Pérez Reverte, en una nota clave para interpretar la crisis de los refugiados (“Llegan los godos al imperio vencido”), sostiene –en dirección parecida a la de Ferreri– que el mundo occidental carece de la energía vital para enfrentar el fenómeno de estos nuevos exiliados y sus convicciones, y recuerda que este fenómeno ya se ha repetido muchas veces en la historia, siempre con un final trágico para el poderoso de turno.

El espacio de esta editorial es más que escaso para analizar otras implicancias de los retos que nos planteará el futuro inmediato… ¿Qué ocurre y qué ocurrirá?, ¿qué desafíos quedan para nuestra Región?, ¿cómo resolveremos las dificultades estructurales vinculadas a la pobreza, al trabajo genuino, a la inseguridad y al narcotráfico? También tendremos por delante un aspecto fundamental que vincula todos esos problemas, y no es otro que una distribución más justa de la riqueza y la aplicación de una justicia responsable para todos, sin excepción.

Me permito un párrafo final para la Argentina, nuestro amado país. Vivimos tiempos de cambio, que no son los coyunturales de los procesos políticos que viviremos, sino cambios quizás más profundos y trascendentes. Hace muchas décadas que estamos bajo un modelo de rebeldía, de obstinación y de indisciplina. Podríamos asegurar que Diego Maradona, nuestra marca país, fue durante años el abanderado de ese modelo. Él trajo algunas alegrías inolvidables, pero también, bajo ese imperio, hemos vivido tristezas, frustraciones y el encono de muchos vecinos y países amigos. En todos estos años, “ser argentino” generó la más de las veces bromas siempre dolorosas. Hoy vivimos tiempos distintos y modelos diferentes: quizás deportistas como Messi y Ginóbili o una reina como Máxima de Holanda sean signos positivos de mesura, respeto y sentido común. A ellos se suma, sin duda alguna, el Papa Francisco, a esta altura, el argentino más notable de todos los tiempos. Él concentra esas y otras muchas virtudes a ser imitadas. Cómo estos nuevos modelos influirán en nuestra patria y en nuestro jóvenes lo sabremos pronto, seguramente en la próxima década. Esperamos estar ahí, con nuestra editorial y con la revista DEF para poder acercarles nuestro análisis de la agenda que viene y realizar nuestro pequeño aporte para intentar vivir en un mundo mejor para todos.

Contamos con la complicidad de ustedes, nuestros lectores.