Boris Johnson es un personaje desacartonado y extravagante, que rompió con las reglas de la política británica y acaba de conquistar el liderazgo del Partido Conservador. Haciendo gala de su euroescepticismo, ha prometido que concretará la salida de su país de la Unión Europea (UE) dentro del plazo acordado con Bruselas, que vence el próximo 31 de octubre.

Nacido circunstancialmente en Nueva York en 1964, Alexander Boris de Pfeffel Johnson –o simplemente Boris, para la prensa y para los votantes británicos– ha sido comparado con otro político neoyorquino, Donald Trump, no solo por su indómita melena rubia, sino también por su estilo desenfadado y poco convencional. El último gran escándalo de este británico de 55 años, padre de cinco hijos y dos veces divorciado, fue una pelea con su actual pareja, Carrie Symonds, de 31 años, que motivó la denuncia de un vecino del barrio londinense de Camberwell y la intervención de la Policía.

¿Cómo llegó Boris Johnson a la cumbre del poder político en el Reino Unido? Luego de graduarse en el aristocrático Eton College y finalizar sus estudios de Literatura Clásica en Oxford, coqueteó con el periodismo antes de volcarse a la política. Al abrazar el ideario del Partido Conservador británico, siguió los pasos de su padre, Stanley, quien trabajó en la Comisión Europea en Bruselas y fue eurodiputado británico entre 1979 y 1984. Boris decidió dar el salto a la política en 2001, cuando se desempeñaba como jefe de redacción del semanario The Spectator, cercano al electorado conservador. En ese momento, aceptó la invitación que le formuló su partido para disputar un escaño en la Cámara de los Comunes por el distrito electoral de Henley (Oxfordshire). Johnson ganó esa elección y consiguió retener su banca en las siguientes elecciones de 2005.

Sin embargo, la gran oportunidad le llegaría a los 43 años, cuando lanzó su candidatura a la alcaldía de Londres, hasta entonces en manos del laborista Ken Livingstone, al que consiguió derrotar en el balotaje. Durante sus ocho años como alcalde, entre 2008 y 2016, intentó mostrarse más abierto que la media de sus colegas del partido en temas como la diversidad sexual y las libertades públicas. Luego de dejar la alcaldía, volvió a la Cámara de los Comunes y desafió al entonces primer ministro David Cameron. Se convirtió así en el abanderado de la campaña a favor de la salida de su país de la UE, en el referéndum del 9 de mayo de 2016. Llegó a afirmar erróneamente, en una clara manipulación de las cifras para influir en los votantes, que en caso de salir de la UE, el Reino Unido se ahorraría 350 millones de libras esterlinas por día.

El momento en que Boris Johnson recibe el encargo de la reina Isabel II para formar gobierno. / Foto: AFP

Si bien fue incluido en el primer gabinete de Theresa May –la sucesora de Cameron– como secretario de Asuntos Exteriores, nunca contó con la confianza de la primera ministra y renunció en julio de 2018, disconforme con el resultado de las negociaciones del Brexit. En su carta de renuncia, no dudó en cuestionar la estrategia de Theresa May y aseguró que, de seguir por ese camino, el país iba en dirección a convertirse en “una colonia”, obligado a respetar ciertas reglas de la UE sin ser parte de sus instituciones.

El fuerte pulso del Parlamento de Westminster con la primera ministra, que llevó al rechazo en tres sucesivas votaciones de las distintas variantes del acuerdo con la UE, forzó la renuncia de May en mayo de este año. A pesar de no contar con el beneplácito del establishment partidario, Boris Johnson se ubicó en pole position para hacerse con el liderazgo conservador. Así lo confirmaron los afiliados del partido, que le dieron el 66 % de los votos contra el 33 % que obtuvo el exsecretario de Asuntos Exteriores, Jeremy Hunt.
El pasado 25 de julio, Johnson recibió el encargo de la reina Isabel II para formar gobierno.



A pesar de no contar con el beneplácito del establishment tory, Boris Johnson se impuso en la contienda por el liderazgo del Partido Conservador, con el voto favorable de más de dos tercios de los afiliados.



Su gabinete refleja una ruptura respecto del anterior Ejecutivo y una posición más intransigente en lo que respecta a las negociaciones con Bruselas, que –según adelantó– incluirán la apertura de una discusión sobre la frontera física entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, una exigencia que Bruselas rechaza. El argumento de la UE es que un cambio de estatus en la zona vulneraría los Acuerdos del Viernes Santo de 1998, que permitieron el desarme de la guerrilla del Ejército Republicano Irlandés (IRA) y la solución pacífica del diferendo entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte.

Los próximos tres meses demostrarán si la carta jugada por Boris Johnson al defender un Brexit a cualquier costo ha sido la correcta, o si su negativa a cualquier tipo de compromiso con la UE terminará por profundizar las divisiones dentro de la sociedad británica y por prolongar la parálisis política que vive el Reino Unido desde mayo de 2016.