DEF visitó las instalaciones de la unidad de Aviación y conoció a quienes preparan las aeronaves que se utilizan para los ejercicios militares y apoyos, como los vuelos que realizan para trasladar a los brigadistas que combaten el fuego. Por Patricia Fernández Mainardi
Detrás de cada despegue en las instalaciones del Comando de Aviación de Ejército, en Campo de Mayo, un grupo de personas trabaja minuciosamente en una tarea: el mantenimiento y la reparación de las aeronaves para que las misiones se puedan cumplir en tiempo y forma.
Sobre la pista, se observa un Cessna 208 Grand Caravan, alistado y preparado para vuelos sanitarios. En el presente, los despliegues tienen como objetivo el traslado de los brigadistas que buscan apagar los focos de incendios en distintas provincias del interior o llevar insumos sanitarios en plena pandemia.
El suboficial mayor Héctor Marcelo Figueroa, no solo es el Encargado de Elemento de la Escuela de Aviación -dependiente del mencionado Comando y de la Dirección de Educación del Ejército-, sino que además es el representante de calidad del instituto. Figueroa constata, controla e inspecciona que todo el material sea aeronavegable siempre con una documentación respaldatoria. “Tengo la función de asegurar que el mantenimiento sea el adecuado,”, dice el suboficial, al tiempo que agrega que cada repuesto con el que trabaja debe ser trazable y debe quedar registrado, con el troquel correspondiente, en la ficha de cada helicóptero o avión que vuela.
El plantel de quienes trabajan en los distintos sistemas de aeronaves está integrado por mecánicos, supervisores e inspectores de mantenimiento. A su vez, cada unidad exige determinadas tareas específicas. Por ejemplo, los mecánicos dependientes de la Escuela de Aviación deben estar en capacidad de brindar servicio de pista y de atender a las aeronaves que se despachan y regresan.
¿Qué capacitación tuvieron que recibir para especializarse? “Mientras son cursantes en la Escuela de Suboficiales del Ejército, adquieren conocimientos básicos para luego, profundizar determinados aspectos ya en la Escuela de Aviación”, detalla.
Fuerte presencia femenina
Hace más de dos décadas que ingresaron las primeras mujeres a esta especialidad. Hoy, en los hangares, la presencia de las suboficiales se vive con suma normalidad. DEF pudo dialogar con algunas de ellas. Cada una con una historia diferente, pero con un mismo denominador: el amor por estas máquinas.
La sargento primero María Bruno integra la cuarta camada de mujeres. Recuerda que, a su papá, mecánico de buques de la Armada, no le agradó mucho cuando le comunicó que quería ingresar a la Fuerza. En el trabajo diario en el Ejército, María conoció a su marido, con el que tuvo 3 hijos. “Cuando eran chicos, más de una vez pensé en irme para estar más tiempo con ellos. Sin embargo, seguí. Con mi esposo nos turnamos y fuimos priorizando las carreras de acuerdo con los destinos que tuvimos”, comenta.

La historia de Marilú Silvestre también es curiosa. Viajó desde Salta, con unas amigas, para ingresar al Ejército. Quería hacerlo como mecánica de equipo fijo, sin embargo, no había cupo. Sus padres habían hecho un gran esfuerzo para que ella pudiera viajar y no quería volverse con las manos vacías. Así que optó por anotarse en la especialidad de mecánica de aviación. “Me quedé, me esforcé y seguí estudiando”, comenta y agrega que tuvo la oportunidad de viajar a Italia para interiorizarse en la mecánica del AB 206. Al regresar, fue la responsable de capacitar al personal de FADEA para que este pudiera llevar adelante la modernización de la aeronave.
La más joven del hangar es la cabo Eliana Pintos. Tiene 23 años, es única hija y se trasladó desde Misiones para poder cumplir su sueño de trabajar con los helicópteros: “Cuando ves por primera vez a la máquina, sentís un poco de miedo. Pero después, cuando conoces cómo funciona, se hace muy fácil. Nunca me voy a arrepentir de lo que elegí”.
Preparados para todo tipo de combate
Aquí también se encuentran los helicópteros de asalto, que son utilizados también en ayuda humanitaria como, por ejemplo, el transporte de los brigadistas que trabajan en los incendios de la provincia de Santa Fe.
De acuerdo con mecánico Cristian Turchiaro, los helicópteros tienen un plan de mantenimiento avalado por la fábrica. En el caso del Huey II, aeronave con la que trabajan en los incendios, deben hacerle una inspección intermedia cada 25 horas de vuelo. Y, una vez que la nave alcanza las 300 horas, la inspección es más profunda. Sin embargo, detalla que, la ceniza y el humo son factores que las afectan, por eso lo que están preparados para solucionar cualquier tipo de inconveniente que se pueda presentar.

Tanto Turchiaro como su compañera, la cabo primero Micaela Guido, se encuentran practicando las técnicas necesarias para operar con el helibalde. “Lo hacemos con ayuda de los bomberos. Ellos lo llenan de forma manual. Nosotros hacemos el recorrido local, elegimos un punto y arrojamos el agua. Una vez que estemos entrenados y habilitados podríamos hacerlo en otro lugar cuando se lo requiera”, detalla Guido.
Los mecánicos de Asalto integran la tripulación de cada vuelo y llevan adelante distintas actividades. Micaela cuenta que llegó a tirar con ametralladora desde el helicóptero y que son ellos quienes accionan el botón para arrojar el agua cuando utilizan el helibalde. “Es una unidad netamente operativa. Nosotros auxiliamos al piloto. Por eso recibimos cursillos de mecánicos de vuelo, porque no es lo mismo trabajar en la tranquilidad del hangar que estar en el aire y tener una novedad del helicóptero”, explica la joven, al tiempo que cuenta que deben volar con cascos con el objetivo de estar intercomunicados con el resto de los tripulantes.
¿Qué ocurre cuando, en pleno vuelo, surge un desperfecto? Turchiaro detalla que deben buscar un descampado, una cancha de fútbol o alguna superficie para bajar. Si algo se rompió, permanecen los días que sean necesarios junto a la aeronave, a la espera del repuesto.

Ambos mecánicos han visto de cerca al fuego en las distintas localidades. “Muchos pobladores ven el fuego llegar a sus casas. Obviamente, cuando ven el helicóptero de cerca con 10 brigadistas para trabajar en sus zonas, te lo agradecen”, confiesa Cristian.
Zona batida
“Nuestra función es dar seguridad para poder entrar seguros y bajar a la gente sin problema”, dice el principal Andrés Bustamante, mecánico de los helicópteros de ataque de Aviación de Ejército. Las aeronaves con las que trabaja se encuentran artilladas con coheteras de distintos calibres. Esto supone un trabajo extra para el personal de mecánicos porque, debido al retroceso, a las vibraciones y al peso que lleva la nave, se deben realizar mayores controles de su estructura.
A Bustamante lo acompaña la cabo primero Daiana Cortez, quien, además de explicar que para el mantenimiento de las coheteras cuentan con un mecánico armero, relata que suelen volar de noche utilizando visores nocturnos y que, de ser necesario, tiran con ametralladora desde el helicóptero.
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