La oficina Antidrogas de la Gendarmería Nacional, junto con organismos locales y de casi toda Latinoamérica, puso en marcha un mecanismo para controlar la producción de sustancias químicas que pueden ser utilizadas para elaborar estupefacientes. Estos son sus resultados. La necesidad de participar, comprometerse y coordinar objetivos y esfuerzos contra este flagelo mundial. Por Lauro Noro/ Fotos: Gentileza GNA.
“La pasta base, como el clorhidrato de cocaína, no podría fabricarse sin kerosene, ácido clorhídrico, óxido de calcio y ácido sulfúrico, entre otras sustancias químicas. Una vez utilizadas, son vertidas en el suelo y aguas, lo que produce un devastador efecto en el medioambiente. Por eso, estamos empeñados en detectar los insumos ilegales para la fabricación de productos químicos en la elaboración de drogas”, expresa el comandante general Jorge Cabral, director Antidrogas de la Gendarmería Nacional y a cargo del Operativo Sin Fronteras. “El narcotráfico -agrega-, pone en marcha una amplia red productiva y comercial que incluye ‘sucursales’ del delito en diversidad de ámbitos y países. Una de ellas es el comercio de esos productos que están insuficientemente controlados en la región”. Sin embargo, los esfuerzos en esa lucha conjunta han ido creciendo. Los enumera.
En 1997, dieron el primer paso con la Operación Gran Chaco, de la que participaron la Argentina, Bolivia y Paraguay, con la asistencia de la Drug Enforcement Administration (DEA), de los Estados Unidos. “Fue el nacimiento de una acción internacional para controlar el desvío de esas sustancias químicas y que en los últimos años adquirieron un gran protagonismo”, sostiene en su despacho del edificio Centinela, donde recibió al cronista de DEF. Más tarde, la iniciativa pasó a denominarse Operación Seis Fronteras, con la suma de otros tres países. “Hoy, casi todas las naciones de América Latina y algunas de Centroamérica se han integrado y comprometido en esta cruzada, aun con diferencias geográficas, culturales y antropológicas. La problemática de la droga no reconoce confines de ningún tipo. De ahí su nombre actual de Operación Sin Fronteras (OSF)”.
CONTROLES Y AUDITORÍAS
Entre el 22 y el 26 de marzo últimos, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue escenario de la fase uno de la OSF. Con el impulso del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de nuestro país, la DEA, la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) y la Gendarmería Nacional, se reunieron representantes de Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, para implementar acciones concretas. “El concepto de responsabilidad compartida fue el principio movilizador y motivador”, acota Cabral. Con el fortalecimiento del entrenamiento especializado y de la inteligencia regional, pusieron en marcha el combate contra el comercio ilegal de precursores y químicos esenciales. De las palabras pasaron a los hechos. En los meses subsiguientes, implementaron masivos controles de ruta, inspecciones y auditorías sobre las empresas químicas que solicitaron su inscripción registral o que obtuvieron recientemente su licencia para comerciar dichos elementos.
El trabajo -codo a codo con los organismos de vigilancia y de orden público de los países vecinos-, se focalizó en los pasos internacionales fronterizos entre Argentina y Chile, en el Paso de Jama-San Pedro de Atacama y en el Cristo Redentor-Los Libertadores; con Brasil, en los puentes internacionales de Paso de los Libres-Uruguayana y Tancredo Neves, entre Puerto Iguazú y Foz do Iguazu; con Uruguay, en el Complejo Binacional Salto Grande, entre Concordia y Salto; y con Paraguay, en el San Ignacio de Loyola, entre Clorinda y Asunción. Mientras tanto, los equipos interdisciplinarios de químicos, abogados, contadores, investigadores y personal de seguridad de Gendarmería Nacional y el Registro Nacional de Precursores de la Sedronar, efectuaron seis auditorías en Salta y Jujuy, sumadas a otras 70 en casi todas las provincias y a 116 controles previos para verificar que aquellas empresas estuvieran inscriptas y operando regularmente.
RESULTADOS EXITOSOS
Durante el periplo en el que se extendió la OSF, fueron controlados 15.856.987 kilos/litros de sustancias químicas, de los cuales 456.194 quedaron interdictados y 1145, incautados. “Si bien estos valores y procedimientos no corresponden específicamente a sustancias destinadas a la elaboración de drogas, sí se encontraron circulando -sobre todo en días feriados y fines de semana-, o almacenadas fuera de las normas vigentes”, explica Cabral. “Sin embargo, los procedimientos permitieron detectar un modus operandi que consistía en llevar pequeñas cantidades de sustancias químicas en transportes de pasajeros dentro de equipajes (mochilas, bolsos), encomiendas, bolsas de azúcar o similares, o utilizando vehículos particulares o de alquiler”, revela. “Los resultados fueron alentadores. Se ejecutaron 13 operativos que surgieron de los controles en los corredores viales y patrullajes en la zona fronteriza”. Por supuesto, los responsables de los ilícitos fueron puestos a disposición de los juzgados federales de cada jurisdicción. En base a dichas investigaciones realizaron allanamientos en Buenos Aires, Salta, Santiago del Estero y Córdoba, donde funcionaban laboratorios clandestinos de elaboración de estupefacientes. “Logramos desarticular cuatro organizaciones criminales internacionales”.
Los controles fueron realizados “al voleo” y con una tarea previa de inteligencia. “Algunos, por medio de testigos y otros en base a análisis de los registros para vender esos productos, salidas, entradas y emisión de facturas, etcétera. Y con los de transportes de las sustancias químicas, conociendo con anterioridad por dónde iban a llevarlas”, asevera el jefe de la Gendarmería.
¿Dónde está la clave de ese trabajo en conjunto? Lo explica con claridad. “Una vez que el transporte pasó la frontera con esas sustancias químicas importadas, queda bajo la responsabilidad del país en donde entró y nosotros perdemos su control. Por eso, estamos tratando de hacer un seguimiento conjunto. Es un desafío y una materia pendiente entre los países”. También, sostiene que el “ojo”, el “olfato” y la intuición del gendarme son fundamentales. “En ese sentido, hacemos una interesante actividad preventiva en zonas de frontera. Por ejemplo, si vemos que en un poblado de 500 habitantes abren una pinturería y la expectativa de la zona no es la que se corresponde con ese emprendimiento, entonces ponemos nuestra atención para ver qué es lo que hacen sus dueños. Y esto de hecho ocurre”.