De las conversaciones y lecturas con gente que conoce profundamente la problemática nuclear en la Argentina y el mundo, ya tenemos algunas certezas sobre los sucesos nucleares generados en Japón por el terremoto, y en especial por el tsunami posterior. Siempre lábiles y cambiantes, pero algo al fin:

-El terremoto se dio a 120 km de la costa, en lugar de los 240 km que la gran mayoría de los expertos esperaron a lo largo de los últimos años. El mismo, con una potencia de 9 grados en la escala de Richter, generó una ola gigante que avanzó a más de 800 km por hora.

-No habrá “síndrome de China”, o sea la perforación del núcleo derretido del reactor nuclear y del hormigón que protege al núcleo.

-Las situaciones más graves se están dando en las piletas de combustibles usados, y en especial en uno de los reactores en cuya pileta estaba el núcleo del reactor en mantenimiento.

-Recurriendo a diferentes medios de enfriamiento, como el lanzamiento de agua y el uso de agua de mar, se está logrando limitar la crítica situación de los materiales ya utilizados que estaban almacenados.

-Se ha recuperado el flujo de energía en las centrales, lo cual ayuda en todo el proceso de control de daños.

-La situación, en términos generales, está bajo control.

-En el peor de los casos, algunos de los núcleos están derretidos al menos en un 50%, y en la mayoría de los casos en cifras menores al 5%.

-Estas centrales estaban construidas para terremotos de 8,2 grados, frente al de 9 que se dio.

-El daño mayor a las plantas se ocurrió básicamente por el tsunami.

-Japón tiene 45 plantas nucleares, de las cuales 33 están trabajando normalmente.

-Las explosiones en las plantas se dieron por la acumulación de hidrógeno que se desprende del núcleo cuando el mismo se calienta a más de 800 grados por fallas en el enfriamiento.

-No parece haber errores humanos serios, aunque los técnicos habrían sido tomados por sorpresa por la acumulación de hidrógeno. Los japoneses fueron cumpliendo paso a paso el manual de procedimiento. Hicieron un trabajo admirable en el contexto en que se dio.

-La única duda es qué ocurrió en la pileta del reactor 4.

-Este hecho refuerza la necesidad a futuro del desarrollo de sistemas pasivos de protección del núcleo. El reactor Carem, diseñado por la empresa argentina Invap, está en esa tendencia.

-Es muy poco probable la formación de una nube radiactiva. No existe punto de comparación con lo que ocurrió casi tres décadas atrás en la planta de Chernobyl y su carencia de protección. En esa planta soviética, hubo un incendio y la posterior transformación del grafito en ceniza radiactiva.

-Una mejor y mayor protección de los motores auxiliares diesel habría sido de fundamental importancia.

Cabe recordar que esta hecatombe viene a cuestionar, en la visión de algunos, el renacer nuclear que se viene dando desde el boom del petróleo de 2003-2004. En este sentido, a lo largo de los últimos años, países como los EEUU y Rusia decidieron retomar una activa política de construcción de centrales nucleares de diversa potencia. Ni que decir del caso chino y su programa de decenas de centrales nuevas a futuro. Países como Italia, que habían abandonado el uso de la energía nuclear, si bien la seguían importando mediante convenios de interconexión con países como Francia, iniciaron estudios serios para recuperar esa capacidad perdida. En la región, Brasil decidió terminar una postergada central a medio construir y comenzar el diseño y posterior construcción de nuevas instalaciones de ese tipo. Por último, Chile venía debatiendo y ponderando la necesidad de la energía nuclear en su matriz energética centrada en el carbón y en el gas. Hasta la bolivariana Venezuela firmó acuerdos de entendimiento con Rusia en el mismo sentido.

Dicho esto, cabría finalizar destacando la necesidad de que este luctuoso hecho, si bien infinitamente menos letal que el terremoto y tsunami que lo generó, no sea utilizado de manera simplista, mal intencionada o torpe contra el consistente renacer o la repotenciación del sector nuclear en la Argentina. La terminación, finalmente, de la central Atucha 2, la decisión de avanzar en la construcción de los reactores de potencia Carem, el inicio del proceso para ponderar las alternativas tecnológicas para las futuras dos centrales nucleares y la decisión de dar aliento a la propulsión nuclear para un submarino, son de importancia vital para el posicionamiento estratégico de la Argentina en el mediano y largo plazo. Sabemos que muchas veces el desconocimiento y las buenas intenciones se combinan involuntariamente con intereses internos o externos que buscan congelar y en el mejor de los casos revertir el programa nuclear argentino. Esperemos que en nuestra argentina facciosa, este tema logre ser cubierto por un paraguas de prudencia y de visión a futuro tanto por parte de los dirigentes del oficialismo como de la oposición, así como de los medios de comunicación.