El Instituto Balseiro lleva formando profesionales de la ciencia por casi 60 años. Su nivel educativo es reconocido en toda la región y es fuente de capital humano para diversos organismos y empresas dedicadas a la tecnología, entre ellos Invap.El éxito de la empresa Invap no podría explicarse del todo sin incluir en el relato al Instituto Balseiro, un centro de formación académica de excelencia en ciencias duras. Todos los gerentes de Invap con los que DEF se entrevistó en Bariloche, se formaron en el prestigioso instituto. De hecho, los integrantes del grupo liderado por Conrado Varotto, que dio origen a la empresa, eran egresados del Balseiro.

Por ello DEF se acercó hasta el Centro Atómico Bariloche, lugar donde funciona el campus del Instituto, recorrió sus pasillos y claustros, y dialogó con profesores y alumnos.

SOLO LOS MEJORES

Uno de los aspectos que distingue a la institución es su modalidad de ingreso. Además de tener que superar un examen exigente, el aspirante ya tiene que contar con cierta base universitaria en física, ingeniería o ciencias. “Desde el inicio se concibió a esta escuela como una a la que no entraban estudiantes jóvenes, que recién iniciaban su facultad”, contó a DEF Alejandro Fainstein, vicedirector del área de Ciencias. La idea de esto es recibir a gente que tuviera su motivación, capacidad de esfuerzo y de estudio ya desarrollada. Por ello los estudiantes entran recién en el tercer año de la universidad, cuando su vocación podría decirse que está afianzada.

Cada año ingresa al Instituto Balseiro para todas las carreras un reducido grupo de entre 35 y 40 personas. Los exámenes se toman entre mayo y junio de cada año en varios puntos del país: Bariloche, Neuquén, Rosario, Buenos Aires, Córdoba, en las ciudades del norte si es que se presentan candidatos, y en la mayoría de las embajadas argentinas en países latinoamericanos. El temario es básicamente sobre el contenido de matemática y física correspondientes a los dos primeros años de universidad.

Dabina del Bianco, rosarina y estudiante de cuarto año de Ingeniería Nuclear, dijo que para rendir el examen consultó, además de la bibliografía indicada, una página web donde hay exámenes viejos y un foro de discusión donde se proponen ejercicios y se discute la manera de encararlos y resolverlos. “Depende bastante de uno en cuanto a la forma de estudiar y las horas que se le dedica”, afirmó.

Después del examen, se elige un grupo líder de 50 personas a las se les paga el pasaje para viajar a Bariloche para hacerles una entrevista personal para conocer por qué quieren ingresar al Instituto, cómo es la relación con la familia (por el desarraigo que implica vivir en Bariloche) y un panorama de qué objetivos se tienen en la carrera profesional. Esa entrevista, sumada a los antecedentes, define quiénes entran finalmente. Todas las personas que ingresan tienen dedicación full time y son becadas durante su carrera.

Roque Montesanto, también estudiante de cuarto año de Ingeniería Nuclear, pero marplatense, rindió el examen de ingreso en dos oportunidades. “A pesar de que eventualmente uno puede no lograr quedar entre los seleccionados, como en mi caso, se puede volver y probar de nuevo. No hay ninguna imposibilidad en eso”, aclaró para que más gente se anime a rendir.

DEDICACIÓN COMPLETA

Uno de los impactos más fuertes para los alumnos ingresantes es el régimen de horarios y actividades diarias, que es distinto al de otras facultades del país. “La dedicación es de tiempo completo. Tienen un régimen de clases y de trabajo en laboratorio que les lleva prácticamente un horario laboral”, dijo Alejandro Fainstein. Se cursa todos los días a la mañana y tres días a la semana por la tarde. Aquellos que no tienen un buen nivel de inglés reciben clases de inglés al mediodía. En general, queda poco espacio para tiempo libre, porque hay que tener tiempo para estudiar y hacer las prácticas de cada materia. “Si bien es pesado y a fin del cuatrimestre se siente mucho la carga, te deja tiempo para recorrer la ciudad y hacer algún tipo de deporte”, rescató Dabina del Bianco. “Tenés que venir decidido a dedicarte a esto y a acotar tu tiempo”, advirtió Roque Montesano.

Al finalizar el cuatrimestre, hay una semana para que los estudiantes preparen los exámenes y después, por dos semanas, rinden todas las materias. “No se puede no rendir ni desaprobar las materias -aclaró Fainstein-. Si llegasen a desaprobar tienen otra oportunidad al principio del próximo cuatrimestre”. Si no aprueban, pierden la regularidad como estudiantes del Instituto. “Es un régimen de trabajo duro, pero 60 años de experiencia muestran que es posible”, señaló el vicedirector del área de Ciencias y destacó que “un número muy grande de los que entran al Instituto se reciben: entre el 80 y el 90%. Eso es porque la gente que viene está muy motivada y porque el régimen está preparado para que la persona que se esfuerce, termine”.

Los profesores también tienen una dedicación especial en sus tareas. Muchos de ellos realizan sus investigaciones en el Centro Atómico Bariloche o trabajan en Invap, de manera que los estudiantes siempre están en contacto con ellos para despejar dudas o avanzar en sus prácticas.

CONTRA EL FRAUDE

La historia del Instituto Balseiro está estrechamente vinculada a la llamativa historia del Proyecto Huemul. Durante el segundo gobierno de Perón, se inició un programa para lograr la fusión nuclear, o sea, el mismo proceso físico que ocurre en el sol, pero de manera controlada para la obtención de energía. Este proyecto, llamado Huemul, tenía carácter de secreto y estaba liderado por Ronald Richter, un científico austríaco que había llegado al país desde Alemania después de la Segunda Guerra Mundial.

Ante la falta de avances, el gobierno encomendó a José Antonio Balseiro, un físico doctorado en el país y en Inglaterra y una de las pocas personas que se dedicaba a  investigación en el país, para que junto con otros pares formasen una comisión evaluadora para ver si el proyecto era creíble o no. El informe fue lapidario. Efectivamente, el proyecto resultó ser un fraude.

El mismo grupo evaluador aprovechó la crisis y le mostró al gobierno argentino que lo hacía falta eran científicos y tecnólogos, capaces de identificar cuándo un proyecto era serio y cuándo un fraude. Hacía falta tener científicos y doctores en Física. La propuesta, entonces, fue crear una escuela particular, alejada de centros urbanos, donde los estudiantes iban a tener dedicación completa al estudio, e iban a ser becados para no tener que trabajar. “En esa época la gente que hacía investigación o los profesores, eran gente que tenía otro trabajo y como hobby se dedicaban a generar conocimiento, pero el mundo ya no funcionaba así desde principio de siglo”, destacó Alejandro Fainstein.

El gobierno nacional se convenció, e hizo primero una escuela de verano a la que trajeron algunos estudiantes para ver cómo funcionaba. Algunas personas desligadas del Proyecto Huemul hicieron las escuelas que después devinieron el Instituto.

La primera camada entró en 1955 luego de un examen de ingreso que hizo Balseiro. Ingresaron 15 estudiantes. En los casi 60 años de historia del Instituto, se sucedieron algunos cambios, por ejemplo se agregaron carreras como la de Ingeniería Nuclear en 1978 e Ingeniería Mecánica en 2004, además de toda la serie de posgrados -Maestrías en Física, en Física Médica, en Ingeniería-, y los doctorados en Física, en Ciencias de la Ingeniería y en Ingeniería Nuclear. El Instituto Balseiro es el único establecimiento educativo del país y de la región que forma ingenieros nucleares.