La vacuna de la universidad de Oxford contra el COVID-19 será producida en Argentina y México. Foto: Archivo DEF.

Tres ensayos, desarrollados respectivamente por la Universidad de Oxford, la farmacéutica china Sinovac y la estadounidense Moderna, pican en punta en la competencia por neutralizar al coronavirus. Por Mariano Roca

Si bien el director general Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha intentado moderar las expectativas al declarar que la vacuna contra el coronavirus demorará “un mínimo de 18 meses”, las investigaciones avanzan y buscan reducir los plazos. Tres ensayos concentran hoy la atención de los especialistas: el de la Universidad de Oxford, en conjunto con la compañía farmacéutica AstraZeneca; el del laboratorio chino Sinovac, en colaboración con el Instituto Butantan de Brasil; y el de la estadounidense Moderna junto con los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE.UU.

Hace algunos minutos, el presidente Alberto Fernández anunció que el laboratorio británico Astra Zeneca producirá en nuestro país y en México la vacuna contra el COVID-19. Esto permitiría a ambos países acceder a ella entre 6 y 12 meses antes que el resto de los países.

La vacuna de Oxford

El pasado 20 de julio, un artículo publicado en la revista especializada The Lancet destacó que la vacuna desarrollada por el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, vectorizada con adenovirus de chimpancé y conocida por la sigla AZD122 (o también como “ChAdOx1”), “muestra un perfil de seguridad aceptable y un aumento de las respuestas de anticuerpos”. Además de subrayar la tolerancia y la inexistencia de eventos adversos graves en los pacientes sometidos al estudio, el trabajo indicó que “se detectaron respuestas de anticuerpos neutralizantes del virus SARS-CoV-2 en 32 de los 35 participantes (91%) después de una dosis única” y “luego de una dosis de refuerzo, todos los participantes registraron actividad neutralizante”.

Con relación a este ensayo, en un video que se viralizó a través de Internet, la patóloga pediatra argentina Marta Cohen –quien trabaja en el Hospital de Niños de Sheffield– explicó las implicancias de estos resultados. Por un lado, señaló, “casi seguramente se van a necesitar dos dosis para generar inmunidad”. Y, por otra parte, añadió: “El hecho de que a los 14 días los pacientes hayan desarrollado inmunidad celular implica que esa memoria inmunológica puede quedar en el cuerpo y, aunque ya no haya anticuerpos en el suero y en el plasma, los pacientes pueden tener una respuesta inmune para defenderse contra el coronavirus”.

En junio, la farmacéutica AstraZeneca se comprometió a suministrar, una vez aprobada la vacuna, 400 millones de dosis a los países europeos. Antes, había firmado acuerdos con el Reino Unido, EE.UU., la Coalición para Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI) y la alianza Gavi –una iniciativa de la Fundación Bill & Melinda Gates– para proveerles de otros 700 millones de dosis. Este laboratorio también tiene un preacuerdo de otorgamiento de la licencia de la vacuna al Instituto Serum de la India para la producción de 1000 millones de dosis adicionales, destinadas a países de bajos y medios ingresos.

La Coronavac china

A comienzos de julio, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (ANVISA) autorizó la realización de los ensayos clínicos de la fase 3 de la denominada CoronaVac, desarrollada por la compañía farmacéutica china Sinovac Biotech, que ha articulado una alianza con el Instituto Butantan de Brasil. Se trata, tal como explica Butantan en su página web, de una “vacuna elaborada a partir del virus desactivado”. En la primera etapa, se multiplica el virus SARS-CoV-2 (causante de la COVID-19) en las células y, luego, se lo desactiva por medio de un producto químico. De esa forma, después de la vacunación, el sistema inmunológico segrega anticuerpos para defenderse del agente patógeno.

Respecto de las dos fases anteriores del estudio, realizado en la provincia china de Jiangsu, Sinovac informó que “no ha habido eventos adversos serios luego de haber suministrado la vacuna a un total de 743 voluntarios en las pruebas”, al tiempo que quedó demostrada “el buen perfil de seguridad” de la misma. En la fase dos del estudio clínico, indicó la empresa en un comunicado, 14 días después de completadas las dos dosis de la vacunación, “la tasa de seroconversión de anticuerpos neutralizantes fue superior al 90%”. La seroconversión es la aparición de anticuerpos en sangre contra el virus.

La carrera para encontrar la vacuna contra el Coronavirus pareciera entrar en una etapa decisiva y mantiene en vilo a todo el mundo. Foto: AFP.

Sinovac está construyendo en Pekín una planta para producir 100 millones de dosis anuales de esta vacuna, mientras que el Instituto Butantan, con sede en San Pablo, planea duplicar su actual capacidad de producción –que hoy es de 120 millones de dosis– y alcanzar los 240 millones anuales. El gobernador de San Pablo, João Doria, se mostró esperanzado en iniciar la vacunación en masa en Brasil en enero de 2021. “Nosotros ya podríamos iniciar la producción de la vacuna en diciembre e iniciar inmediatamente la vacunación, con el SUS [Sistema Único de Salud] de millones de brasileños”, indicó Doria.

La vacuna de Moderna

La tercera vacuna que acaba de ingresar en la fase tres de su ensayo clínico es la mRNA-1273, desarrollada en conjunto por la compañía farmacéutica estadounidense Moderna y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), dependiente de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE.UU. “La vacuna mRNA-1273 indujo respuestas inmunes contra el SARS-CoV-2 en todos los participantes y no se identificaron eventos preocupantes respecto de su seguridad”, indicó The New England Journal of Medicine en un reporte preliminar publicado el pasado 14 de julio.

Los científicos de los NIH y Moderna identificaron la secuencia genética de un proteína clave que se encuentra en la superficie del virus, la llamada “proteína espiga” (Spike protein), que fue codificada para ser administrada a los pacientes. “La mRNA es llevada a las células inmunes, las cuales reciben instrucciones para hacer copias de la proteína espiga, como si esas mismas células hubieran sido infectadas por el coronavirus”, explican desde Moderna, al tiempo que aclaran que la particularidad de esta vacuna es que no necesita desarrollar el virus para luego crear la vacuna. “En esencia, es el paciente quien crea su propia vacuna”, concluyen.

Se trata de la primera vacuna que ha sido probada en humanos y, de acuerdo con el director del NIH, Francis S. Collins, el objetivo de sus productores es distribuirla a fines de 2020. Moderna estima que estaría en condiciones de administrar alrededor de 500 millones de dosis por año, con posibilidades de duplicar esa producción a partir del año próximo.

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