A pesar de la salida de ocho ministros, el gobierno de Piñera pareciera no encontrar una salida y las manifestaciones siguen teniendo lugar en las calles.


Chile continúa en llamas. El presidente Sebastián Piñera ya cambió ocho ministros y, sin embargo, la población pareciera no haber entendido esto como una señal de pacificación de los conflictos sociales. Acerca de las últimas movilizaciones en las que disturbios y corridas fueron los principales protagonistas, la actual vocera del gobierno Karla Rubilar manifestó hace algunas horas que las últimas manifestaciones que tuvieron lugar en distintos lugares del país trasandino nada tienen que ver con la Marcha del Millón, que se llevó a cabo el pasado viernes.

Otro que también se sumó al gabinete y salió a pedir un poco de calma por medio de sus redes sociales fue el ministro del Interior Gonzalo Blumel, quien publicó: “La violencia que hemos visto es inaceptable y debe ser rechazada por todos, explícitamente y sin ambigüedades”. Además, agregó que esta forma de protesta deslegitima las demandas que planteó la población y pidió mayor diálogo.

Este cambio de figuras en el gobierno de Piñera, de ocho ministros en total, obligó al mandatario a desprenderse de personas de su máxima confianza. Entre ellos el predecesor del Blumel, Andrés Chadwick, un hombre que supo ser muy cercano al grupo de poder (tanto que integró el primer gobierno de Piñera) y que tras sus últimas declaraciones –en las que reforzó el concepto de “guerra”– quedó en el ojo de la tormenta.

En contraposición al oficialismo, y de manera muy activa en redes, Carlos Montes –Senador del Partido Socialista chileno– expresa todo el tiempo que las modificaciones de los nombres propios del Ejecutivo no saben interpretar el reclamo que el pueblo chileno exige y, al mismo tiempo, impulsa junto a su partido un plebiscito para someter a elecciones algunas modificaciones en el sistema constitucional.

El gobierno de Sebastian Piñera no pareciera encontrarle una solución al conflicto y las manifestaciones continúan en las calles. Foto: Kamako Matua.

¿Qué fue lo que pasó?

“La sociedad se encuentra muy vulnerable ante la volatilidad económica. La clase media emergente puede caer rápidamente en la pobreza si alguno de sus integrantes pierden el laburo”, explica con bastante claridad Jose María del Pino, un periodista de BioBio Chile, al mismo tiempo que reconoce que se debe construir un pacto social que contemple la dignidad de los ciudadanos a través de justicia en el acceso a derechos sociales mínimos para desarrollarse.

Son varios los ciudadanos que expresan su malestar diciendo que el costo de vida en Chile es demasiado alto para los ingresos que perciben. “Para vivir en este país lo mínimo que necesitas son 1000 dólares, mientras que el salario mínimo quedó en 400 y las pensiones están en el orden de los 600”, relata Sue con angustia al mismo tiempo que sueña con un país con mayor igualdad.

“En los últimos años hemos sido testigos de colusiones, fraudes y estafas, por parte de empresarios, que se han castigado con multas irrisorias que no representan ni el 20% de lo que recaudaron con esas maniobras”, dice con fastidio Rodrigo, un hombre chileno y padre de cuatro hijas, que se dedica al mundo de la tecnología. “Ahora, debemos definir un propósito de país con un modelo que nos satisfaga y haga de todos una sociedad más equitativa y orgullosa por ello. Pero, esto no puede ni debe ser definido por la actual dirigencia debido a su probada falta de probidad y decencia”, responde cuando es consultado sobre cómo cree que la situación pudiera enderezarse.