El presidente electo, quien fue ministro de Economía de Evo Morales, recibe un país en recesión, en plena crisis sanitaria por el coronavirus y con una sociedad polarizada entre partidarios y de tractores del exmandatario. Por Mariano Roca

“Vamos a construir un gobierno de unidad nacional y a reconducir el proceso de cambio sin odios, aprendiendo y superando los errores”, manifestó Luis Arce Catacora en la noche triunfal del domingo 18 de octubre. Este economista paceño de 57 años, quien desarrolló toda su carrera profesional en el Banco Central de Bolivia antes de ser elegido por Evo Morales como su ministro de Economía, logró el 53% de los votos. Junto a su compañero de binomio, el excanciller David Choquehuanca, Arce se dispone a asumir la Presidencia en un momento crítico y con grandes problemas por resolver.

La coyuntura económica: caída del PBI y recesión

El economista se hace cargo un país cuyo PBI caerá un 6,2% en 2020, según estimaciones del Banco Central de Bolivia, y sumido en una recesión después de 15 años de crecimiento a una tasa promedio del 4,5% anual. El mandatario electo propuso, durante su campaña, una batería de medidas para reconstruir la economía. La primera de ellas será la implementación de un “bono contra el hambre” de 1000 pesos bolivianos, equivalentes a 145 dólares. En el plano fiscal, dijo que entablará una renegociación del pago de intereses y capital de la deuda externa, al tiempo que impulsará la aprobación de un impuesto interno a las grandes fortunas. Para promover el consumo, promoverá la disminución del IVA para pagos con tarjeta y la devolución de ese tributo para sectores de bajos ingresos.

La crisis sanitaria por el coronavirus

Con más de 140.000 casos confirmados de COVID-19 y una cifra de muertos que supera los 8500, Bolivia es actualmente el tercer país con mayor cantidad de fallecidos por cada 100.000 habitantes (70), solo superado por Perú (101) y Bélgica (87). Con tres ministros de Salud en solo once meses de gobierno, y uno de ellos investigado por corrupción en la compra de respiradores artificiales para hacer frente a la emergencia, la gestión Jeanine Áñez durante la pandemia ha sido muy cuestionada.

El Sistema Único de Salud (SUS), creado en 2019 para hacer frente a las históricas carencias sanitarias del país, no ha podido responder con eficiencia frente a la pandemia. Arce deberá enfrentar una situación delicada y, entre sus anuncios, figura el restablecimientos de los acuerdos con Cuba en materia de atención médica y brigadas sanitarias, que habían sido cancelados por Áñez.

La polarización política y las tensiones regionales 

El abrumador triunfo del binomio del Movimiento Al Socialismo (MAS) no oculta la polarización de la sociedad boliviana. El partido de Evo Morales triunfó en las regiones del occidente del país, pero fue derrotado en tres departamentos de la denominada “medialuna”: Beni, Santa Cruz y Tarija. La previsible victoria del candidato del frente Creemos y exlíder cívico cruceño, Luis Fernando Camacho, en esa pujante región del oriente podría agudizar los reclamos autonomistas y las tensiones con el gobierno central.

Durante la campaña, en un programa de la red televisiva Uno, Arce dijo: “No creo que se pueda hablar de un modelo económico de Santa Cruz; tenemos que hablar del modelo económico nacional que ha generado las condiciones para el desarrollo de Santa Cruz, lo que es diferente”. Y no dudó en afirmar que las actuales autoridades “han demostrado que no saben administrar los recursos y el país”.

Arce deberá superar la polarización política y distender las tensiones regionales. Foto: Archivo DEF.

La industrialización de los recursos naturales

El caballito de batalla de Evo Morales durante su gobierno fue “la recuperación de los recursos naturales para el pueblo boliviano”. El puntapié inicial fue la nacionalización del sector de los hidrocarburos, lo que, según cifras de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), permitió al Estado obtener ingresos por 37.848 millones de dólares en concepto de renta petrolera entre 2006 y 2019. En rigor, se renegociaron los contratos con grandes empresas internacionales conservando la mayoría del capital accionario y el papel rector del sector en manos del Estado.

La próxima fase, tal como adelantó Luis Arce durante su campaña, será avanzar en la industrialización de los hidrocarburos a partir del denominado “árbol petroquímico”, con la producción de fertilizantes y diesel. También se buscará desarrollar la producción de hierro en la mina El Mutún –proyecto abandonado en su momento por la empresa india Jindal– y retomar el plan de industrialización del litio, que había dado sus primeros pasos e incluía una joint-venture entre Yacimientos de Litio de Bolivia (YLB) y la empresa alemana ACI Systems, cancelado por la actual gestión.

El mapa de alianzas regionales

En el plano político regional, las condiciones del nuevo gobierno del MAS serán muy distintas a las del período anterior conducido por Evo Morales, durante el cual existía un eje de gobiernos de similar orientación ideológica. Hoy en día, el Brasil de Bolsonaro dificulta mucho una estrategia integracionista, aunque su país sigue siendo el principal mercado de exportación del gas boliviano. La gran pregunta es si, en las actuales circunstancias, Luis Arce retomará la participación de Bolivia en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), integrada por Venezuela, Cuba, Nicaragua y un grupo de pequeñas islas del Caribe.

Por otra parte, con un Mercosur dividido, otra incógnita es qué ocurrirá con el proceso de adhesión de Bolivia como socio pleno del bloque. Tras la suspensión de Venezuela, no parece haber margen para nuevas incorporaciones. Por lo pronto, en ejercicio de la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), el México de Andrés Manuel López Obrador invitó al nuevo gobierno boliviano a “reactivar su participación” en ese foro.

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