En el marco del X Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado por la SAAP, DEF pudo escuchar a los más altos referentes de la politología y dialogar con ellos sobre los temas más novedosos abordados por las diversas disciplinas que la componen.
Aunque parezca contradictorio -y un trabalenguas-, la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP) dejó de lado la política para reflexionar y debatir sobre política. ¿Confuso? No, si se distingue entre el ejercicio de la actividad política y la política como ciencia, o sea, como el conocimiento sistemático del Estado. Sobre esto último, en sus diferentes ramas, expusieron y disertaron profesores e investigadores nacionales y extranjeros durante el X Congreso Nacional de Ciencia Política organizado en las instalaciones de la Universidad Católica de Córdoba.
Bajo la consigna “Democracia, Integración y Crisis en el Nuevo Orden Global”, se desarrollaron cuatro jornadas dedicadas completamente a indagar sobre las últimas tendencias en todos los saberes que componen la Ciencia Política. DEF estuvo presente y pudo dialogar con importantes referentes de la politología vernácula e internacional.
DE QUÉ SE HABLA
Ya en el amplio estacionamiento al aire libre se empezaba a palpitar el espíritu del Congreso: dos colegas discutían acaloradamente sobre diferentes aspectos de la exposición sobre democracia y desarrollo económico que ofreció Gary Cox, académico de la Universidad de Stanford. A medida que uno se acercaba a las aulas, los temas se multiplicaban. Los pasillos se hacían eco del entusiasmo y la cafetería bullía en la efervescencia del encuentro entre pares compartiendo la pasión por la política.
Las mesas, talleres y actividades especiales se contaron por cientos y abarcaron temáticas de filosofía política, sistemas políticos, políticas públicas, relaciones internacionales, historia política, política comparada, opinión pública y marketing político, solo por nombrar los principales. Este tipo de congresos es, sin duda, una gran guía para detectar cuáles son los “temas del momento” que tratan los académicos dedicados a la política.
Dado que se trata de un año electoral, muchos de los paneles estuvieron dedicados a la coyuntura: hubo mesas sobre sistemas electorales, dos paneles sobre el sistema de boleta única (utilizada en Santa Fe y Córdoba), otro sobre voto electrónico, exposiciones de expertos en marketing político, y debates sobre medios, comunicación y democracia. También participaron del Congreso el candidato presidencial Ricardo Alfonsín, quien instó a los jóvenes estudiantes a “militar más”, y los gobernadores Juan Manuel Urtubey (Salta) y Maurice Closs (Misiones), quienes expusieron sus ideas sobre federalismo y desarrollo. Se esperaba la presencia de Juan Manuel Abal Medina, vicejefe de Gabinete de la Nación y doctor en Ciencia Política, pero finalmente no pudo estar presente.
DEBATES SOBRE POLÍTICA EXTERIOR
Interesante fue un panel propuesto por académicos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) sobre las dificultades de la política exterior argentina postcrisis. Allí se hizo hincapié en la evolución del concepto de inserción y de integración. La doctora Graciela Zubelzú remarcó que el concepto de inserción es utilizado a menudo con liviandad en la prensa y en la política en general, y que su opuesto, la desinserción en el escenario global, suele ser tomada en su dimensión coyuntural y no en su aspecto de largo plazo. En ese sentido, la académica habló de la “la pasión por la reinserción” en la política argentina, esto es, la idea de momento fundacional que presenta cada nuevo gobierno.
Haciendo referencia a la situación actual, Zubelzú señaló que el país “no está aislado, pero tampoco completamente integrado” y adhirió al pensamiento de Carlos Escudé, quien sostiene que Argentina se reinsertó en el plano internacional después del pago de la deuda.
Por su parte, Anabella Busso, también de la UNR, indagó en la política exterior del kirchnerismo. Señaló que “en general es caracterizada como escasa”, pero que en realidad lo que se da es una primacía de los condicionamientos internos sobre la política exterior. Según la profesora, esto “no siempre es malo”, ya que “cuando hay una crisis, más aún si es el colapso del Estado como fue en 2001, la política exterior se convierte en una política más sometida al arreglo del país”. Para Busso, el balance de la política exterior kirchnerista, basada en “pensar el mundo en argentino”, fue positivo, a pesar de los costos pagados por el desplante al por entonces presidente Bush durante la Cumbre de las Américas organizada en Mar del Plata en 2005.
Aldo Vacs, profesor de la Skidmore College, quien participó del panel en calidad de comentarista, coincidió en que “la política exterior argentina es considerada en general en términos clásicos”. “Ya no se puede hacer esto”, enfatizó. “No es que el Estado haya desaparecido, pero tiene que dialogar con cosas antes consideradas como baja política (economía, derechos humanos, ecología)”.
PROBLEMAS INTERMÉSTICOS
En diálogo con DEF, Vacs explicó que la influencia de los procesos locales en la política exterior “es un proceso de treinta o cuarenta años que gradualmente fue acelerándose. En el pasado, predominaba la idea realista de las relaciones internacionales, en la que cada Estado era soberano e independiente con capacidad de decidir, y los vínculos eran entre Estados. Es la vieja metáfora de las bolas de billar que chocan unas contra otras, donde lo que pasa adentro no tenía mucha importancia. Lo que determinaba la política exterior, que era una política de seguridad o defensa, era el sistema internacional, las divisiones de poder, el balance de poder”.
Desde el comienzo de la globalización moderna, en las décadas de 1970 y 1980, se ha producido un cambio en el que cada vez más las relaciones internacionales tienen que lidiar con cuestiones que no son externas, sino que son una mezcla con las domésticas: son intermésticas. Allí intervienen nuevos actores transnacionales. Los casos más claros son los de las ONG o algunas organizaciones terroristas, pero también se incluyen desde compañías multinacionales hasta grupos que se ocupan de los derechos humanos, democracia o medioambiente. Un ejemplo reciente que muestra la importancia de las cuestiones domésticas son las revelaciones de WikiLeaks.
Aldo Vacs enfatizó que “es muy difícil entender lo que pasa en política internacional sin saber lo que ocurre adentro. La idea de que los Estados se iban a comportar de la misma manera, fueran democráticos, autoritarios, comunistas, o capitalistas, ahora no sirve. Claramente los Estados liberal-democráticos y los autoritarios tienen diferentes maneras de acercarse al sistema internacional, por eso es importante entender qué ocurre dentro de cada uno para saber cómo se manejan”.
PODER BLANDO ARGENTINO
En este nuevo escenario mundial, Argentina posee buenas experiencias en torno a algunos de esos temas que antes eran considerados de baja política. La doctora María Eva Pignatta expuso, en ese sentido, el caso de los derechos humanos: “A pesar de que se habla del camino errático de la política exterior argentina, los derechos humanos y la defensa de la democracia han sido una constante desde 1983”.
Durante el gobierno de Alfonsín, la defensa de la democracia estaba relacionada a la propia supervivencia del sistema. En los mandatos de Menem y la Alianza fue asociada a la idea de integración con los EE. UU. “A partir de 2003 -según Pignatta-, la defensa de la democracia se asoció a la defensa de los derechos humanos”. “Esta, aunque no lo sepamos, es un área de poder blando para la Argentina”, enfatizó.
Por su parte, la doctora Pilar Bueno, especialista en política ambiental, remarcó que “la agenda ambiental internacional siempre ofrece oportunidades para que un país se destaque en los foros internacionales con posiciones innovadoras, como puede ser el caso de la COP 17 (Conferencia de las Partes del Convenio Marco de Naciones Unidas contra el cambio Climático y del Protocolo de Kyoto), que se realizará en Durban en diciembre próximo”.
Señaló también que una de las variables que han persistido en la política exterior argentina ha sido la búsqueda de prestigio a nivel internacional: sucedió con Menem, a principios de los 90, cuando se puso la política medioambiental a la cabeza de la agenda, y con Kirchner, a partir de 2006, con el caso de las Pasteras, que se transformó en el estandarte enarbolado en todos los foros internacionales. Pero, al juzgar de la doctora Bueno, esta manera de llevar a cabo la política ambiental no es la correcta. “No creo que el contenido de la agenda ambiental deba ser objeto de esa búsqueda de prestigio, sino que más bien se debe comprender su importancia en términos de las creencias, intereses y expectativas de la sociedad argentina, que debe ser efectivamente tenida en cuenta en los procesos decisionales. El agua, los bosques, la biodiversidad y otras cuestiones que se encapsulan como ambientales, son sociales, económicas y políticas en toda su expresión. Si no es así, el concepto de sustentabilidad se vacía de contenido”, enfatizó Bueno.
LAS PROVINCIAS TAMBIÉN IMPORTAN
Pero los debates más actuales de la ciencia política no pasan solo por las relaciones internacionales. En una mesa especial coordinada por Caltalina Smulowitz (UTDT), confrontaron opiniones Laurence Whitehead (Universidad de Oxford), Jacqueline Beherend (UNSAM), Carlos Gervasoni (UTDT) y Aníbal Pérez Liñán (Universidad de Pittsburgh) sobre Democratización Subnacional, un tema de gran novedad en la politología vernácula.
Esta disciplina se concentra en analizar con técnicas propias qué tan democrática es, por ejemplo, una provincia. Consultado al respecto, Whitehead, quien ha dedicado sus estudios a América Latina, explicó en perfecto castellano que “los países muy grandes necesitan diferenciar sus unidades interiores. De allí que valga la pena utilizar técnicas particulares para analizarlas”. No necesariamente sucede lo mismo en el nivel nacional que en el subnacional.
Carlos Gervasoni subrayó la relevancia de esta disciplina: “En Argentina, la mayoría de las políticas públicas las hacen las provincias”. En ese sentido, hizo referencia a que en el país, la mayor cantidad de empleados públicos son provinciales y los servicios de salud y educación también son brindados masivamente por las unidades subnacionales.
“Es difícil encontrar un régimen subnacional totalmente autoritario”, dijo Jacqueline Beherend y señaló que “hay muchos más espacios para la hibridez que para una dicotomía autoritarismo versus democracia”. Gervasoni adhirió a la idea de regímenes híbridos y explicó que “si hay un régimen nacional autoritario, es muy difícil que existan democracias a nivel subnacional, y si hay un régimen nacional muy democrático, es difícil que haya regimenes autoritarios. Por eso la idea de lo híbrido: no puede existir una Corea del Norte en Finlandia”. De allí que mensurar las realidades provinciales no sea algo simple.
Whitehead agregó que otra dificultad para comparar es la temporalidad del proceso de democratización. “Bajar una política desde el nivel nacional al subnacional requiere de tiempo y ‘tires y aflojes’; no es algo automático”, explicó el profesor inglés.
Foto: Fernando Calzada