Como parte de su expansión internacional, las tres grandes petroleras chinas, CNPC, Sinopec y CNOOC, están multiplicando sus inversiones fronteras afuera. Con sus  importantes reservas de hidrocarburos, América del Sur se ha convertido en una pieza clave para la estrategia de seguridad energética de Beijing.

Por Mariano Roca

El gigante asiático despertó y su hambre parece ser voraz. Las frías estadísticas indican un crecimiento promedio de su PBI del 9,9% anual durante la última década; la otra cara de ese espectacular despegue es el vertiginoso aumento de su consumo energético, que se duplicó entre 2001 y 2008. Los últimos datos corresponden a 2009 y en torno de ellos existe una pequeña controversia, ya que la Agencia Internacional de la Energía calcula que fue de 2252 millones de toneladas equivalentes de petróleo (TEP), mientras que el Buró Nacional de Estadísticas de China asegura que fue de 2132 millones de TEP. Lo que está claro es que la disponibilidad de recursos energéticos será clave para permitir la sustentabilidad de su expansión económica.

“La sed china de petróleo y su creciente dependencia de las importaciones de crudo han transformado el mercado global de la energía y hoy están impactando en el precio del petróleo y en la seguridad energética global”, señala el economista Mamdouh Salameh, especialista en temas petroleros y consultor del Banco Mundial. Aunque la principal fuente de abastecimiento energético del país es el carbón, del que depende en un 70%; actualmente el petróleo y el gas natural representan el 22% de la matriz energética china y su participación va en aumento. En 2010 el consumo de crudo por parte de China fue de 455 millones de toneladas y se espera que en 2011 alcance los 483 millones de toneladas. En este contexto cobra gran relevancia la internacionalización de sus tres grandes petroleras.

NECESIDADES LOCALES, INEVRSIONES LOCALES

“Con sus reservas domésticas de crudo en rápida declinación y crecientes costos de producción, a comienzos de los 90 las compañías petroleras nacionales de China se volcaron a la exploración y producción de petróleo en el exterior y se embarcaron en una estrategia de expansión internacional”, recuerda Bo Kong, investigador de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS) de la Johns Hopkins University, en su trabajo “China’s International Petroleum Policy”. Hasta ese momento, CNPC (Corporación Nacional de Petróleo de China), Sinopec (Corporación Petroquímica China) y CNOOC (Corporación Nacional de Petróleo Offshore de China) venían desarrollando sus actividades exclusivamente en el ámbito doméstico.

Su actual proyección hacia el resto del mundo forma parte de una política fomentada desde el propio gobierno chino. En su estudio sobre las estrategias de las tres grandes petroleras chinas, el investigador Xiaojie Xu, ex director de Inversión Extranjera de CNPC, propone que las autoridades de Beijing motoricen su “diplomacia energética” desde el Ministerio de Asuntos Exteriores. Xu sugiere profundizar el desarrollo de alianzas con las grandes compañías internacionales del sector, camino que han comenzado a recorrer CNPC, Sinopec y CNOOC en los últimos años. Un ejemplo ha sido la joint venture conformada por CNOOC y Shell (“CNOOC and Shell Petrochemicals Company Ltd.”) para la construcción y explotación de un complejo petroquímico en Huizhou, en la bahía de Daya, que entró en actividad en 2006.

La mayor de las tres empresas chinas que dominan el sector de los hidrocarburos es CNPC. Creada en 1988 tras la disolución del Ministerio del Petróleo, vivió un proceso de reestructuración entre 1998 y 2000, a partir de un canje de activos con Sinopec, cuando se convirtió en una gran empresa integrada con actividades en el upstream (exploración, extracción y producción de hidrocarburos) y en el downstream (refinación y distribución de combustibles). Hoy está presente en 29 países, incluyendo Rusia, la ex Unión Soviética, Asia, África, América del Norte y América del Sur. “Focalizándonos en el desarrollo científico y en la transformación de nuestro modelo de desarrollo, continuaremos nuestra estrategia tendiente al incremento de los recursos, la expansión de los mercados y la búsqueda de un mayor peso internacional, aprovechando plenamente las ventajas que ofrecen las operaciones integradas”, aseguró su presidente, Jiang Jemin, en su discurso de bienvenida del año 2011.

Sinopec, la segunda productora petrolera del país, fue fundada en 2000 y sus actividades estaban originalmente enfocadas exclusivamente en el downstream -sector en el que sigue siendo fuerte-, pero experimentó el mismo proceso de integración vertical que CNPC. Por su parte, CNOOC nació en 1982, orientada a la exploración y la explotación petrolera y gasífera en las áreas marítimas. Steven Lewis, investigador del Instituto de Políticas Públicas de la Rice University, considera que CNOOC es la “más profesional e internacional” de las tres empresas, ya que muchos de sus gerentes y ejecutivos se formaron en Occidente. En su trabajo “Chinese NOCs and World Energy Markets”, Lewis advierte: “Las compañías petroleras nacionales chinas están luchando por adaptarse a la gradual marketización de la economía energética china. Enfrentan muchas presiones, entre ellas la prisa por privatizar, la creciente sofisticación e importancia de los inversores individuales chinos, y las demandas de los mercados de capitales para adecuarse a las formas de organización que satisfagan los requerimientos de los inversores”.

Consultado por DEF, Mamdouh Salameh opinó que las tres petroleras chinas “están igualmente capacitadas y tienen la misma inteligencia que sus contrapartes occidentales para tomar decisiones con un enfoque de mercado en sus inversiones y en la aplicación de la mejor tecnología para asegurarse la producción de crudo”, asegurando de ese modo “suministros de petróleo suficientes para mantener el crecimiento económico”. Por su parte, en su estudio sobre “La estrategia de seguridad energética de la República Popular China”, el politólogo argentino Juan Manuel Pippia destaca que las tres empresas cotizan en las Bolsas internacionales y tienen participación del capital privado, pero “el Estado chino se reserva la dirección estratégica de las mismas, a través de distintitos mecanismos, como acción de oro o reteniendo la mayoría accionaria”. Por lo tanto, “actúan como privadas, en orden de ser eficientes”, pero a la vez “son estatales, en el sentido que sus objetivos estratégicos son determinados por su socio mayoritario”.

VENEZUELA Y UNA ALINZA DE MUTUA CONVENIENCIA

América del Sur asume una importancia central en la etapa actual de diversificación de las inversiones de las petroleras chinas. No es casual que Venezuela, con las mayores reservas de hidrocarburos de la zona, sea uno de los países más favorecidos. Este escenario ha sido favorecido además por la política de Hugo Chávez de diversificación de los mercados de exportación del crudo local. “El involucramiento de China en Venezuela forma parte de su diplomacia petrolera global”, considera Mamdouh Salameh, quien vislumbra que esta penetración de Beijing en el “patio trasero” de EEUU podría generar tensiones con Washington si ambos países no encuentran una forma de convivencia en esta parte del continente.

En diciembre pasado, los gobiernos de Caracas y Beijing suscribieron acuerdos energéticos que se traducirán en inversiones por un total de 40 mil millones de dólares para la explotación y refinación del crudo extrapesado de la Faja del Orinoco. “Las recientes ofertas de las compañías chinas en la Faja del Orinoco representan un paso adelante respecto de la magnitud de las inversiones chinas en el país y de la cantidad de crudo que esperan extraer”, explica Salameh. Se refiere a la joint venture conformada por PDVSA (60%) y CNPC (40%) para la explotación del Bloque Junín 4, con el objetivo de producir 400.000 barriles diarios. A su vez, CNPC construirá una nueva refinería en la provincia de Guandong, que recibirá la producción de esa área petrolífera venezolana y estará operativa en 2013.

El desembarco de los capitales petroleros chinos no se agota en Venezuela. En Perú, a mediados de la década del 90, CNPC había conseguido la concesión de dos bloques productivos en el yacimiento Talara, ubicado al noroeste del país. Era un campo petrolífero maduro y su producción venía en declive. Esa situación aparentemente desfavorable permitió a CNPC demostrar por primera vez su experiencia en tecnologías de recuperación mejorada. A fines de 2009, la producción diaria de los bloques explotados alcanzó los 5000 barriles diarios, el nivel más alto de la última década. La empresa también desarrolla actividades en Ecuador, donde opera desde 2003 un bloque en el departamento de Sucumbíos -en la Amazonía ecuatoriana- y conformó en 2006 Andes Petroleum (55% de CNPC y 45% de Sinopec), que adquirió los activos de la canadiense Encana, incluyendo tres bloques petrolíferos y la participación en el capital accionario del Oleoducto de Crudos Pesados.

CNOOC Y SINOPEC PISAN FUERTE EN EL CONO SUR

Las dos mayores inversiones chinas en esta parte del continente tuvieron lugar durante el último año. Nos referimos a los joint ventures entre CNOOC y la argentina Bridas, y entre Sinopec y Repsol Brasil. La primera de estas alianzas se selló en marzo de 2010, cuando CNOOC compró por 3100 millones de dólares el 50% del paquete accionario de Bridas Corporation, la petrolera comandada por Carlos y Alejandro Bulgheroni. Posteriormente, en noviembre, Bridas Corporation -ya integrada en un 50% por CNOOC- adquirió de manos de BP (ex British Petroleum) el 60% de Pan American Energy (PAE), quedándose con el control del 100% de esta última compañía, en la que participaba hasta ese momento con el 40%. Esta última operación, que incluyó también los activos de PAE en Bolivia, tuvo un costo de 7059 millones de dólares.

A fin de diciembre, por su parte, Sinopec dio su mayor golpe con el ingreso en el capital de Repsol Brasil, al suscribir acciones por 7111 millones de dólares que le dan derecho al control del 40% de la empresa. Esta última operación le abre las puertas para participar en el desarrollo de los promisorios yacimientos del pre-sal, en la costa brasileña. Pocas semanas antes, la propia Sinopec se había quedado con los activos que la estadounidense Occidental Petroleum (Oxy) tenía en la Argentina, al comprar la unidad local de la empresa por 2450 millones de dólares.

De esta forma, queda trazado el nuevo mapa petrolero sudamericano, en el que la participación china comienza a cobrar un papel relevante y amenaza con hacerle sombra a las grandes compañías transnacionales que vienen operando desde hace décadas en la región.


INVERSIONES EN LA REGIÓN

Las mayores operaciones de los colosos chinos

Empresa País Fecha Operación Monto total

(millones de dólares)

CNPC / Sinopec Ecuador Septiembre 2005 Compra de activos de Encana U$S 1420 M
CNOOC Argentina Marzo 2010 Joint venture – Ingreso en Bridas Corporation (50%) U$S 3100 M
CNPC Venezuela Abril 2010 Empresa mixta (60% PDVSA; 40% CNPC) – Bloque Junín 4 de la Faja del Orinoco U$S 16.320 M

(inversión total prevista de la empresa mixta)

Sinopec Argentina Diciembre 2010 Compra de activos de Oxy U$S 2450 M
Sinopec Brasil Diciembre 2010 Joint venture – Ingreso en Repsol Brasil (40%) U$S 7100 M

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