Lanzada en septiembre de 2013 por Xi Jinping, la iniciativa “Una Franja, una Ruta” busca conectar al gigante asiático con los mercados centrales, a través de una extendida red de infraestructuras terrestres. En paralelo, puso en marcha su “Ruta Marítima de la Seda” que conecta terminales portuarias desde los mares de Asia hasta el Mediterráneo.
En la última década, China ha avanzado en una ambiciosa red de infraestructuras terrestres y marítimas que conectan su territorio con los mercados de todo el mundo. Hasta la fecha han adherido a la iniciativa, conocida oficialmente como “Una Franja, una ruta”, unos 150 países, entre ellos Argentina, que firmó en febrero del año pasado el memorándum de entendimiento con su contraparte en Pekín.
Al referirse a este gigantesco plan de infraestructuras, el exembajador argentino en China, Diego Guelar puntualizó que “el primer objetivo fue establecer un programa de desarrollo del oeste del país para acercarlo al mundo; luego, a partir de 2017, esta idea se globalizó”. En ese sentido, completó: “La realidad superó a la idea original y se transformó en un proyecto de alcance mundial”.
Por su parte, la analista española Águeda Parra afirma que se trata del “tercer mayor logro en el proceso de apertura y reformas que aborda el país tras la creación de las zonas económicas especiales por Deng Xiaoping y la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC)”.
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En palabras del canciller chino Yang Xi, se trata de “un producto de cooperación inclusiva, no de una herramienta geopolítica, y no debe ser observado con una mentalidad obsoleta propia de la Guerra Fría”. Según el gobierno de Pekín, se trata de una iniciativa “pública, transparente y abierta”. Sin embargo, sus críticos apuntan a las opacas condiciones de los créditos brindados por Pekín y a la “trampa de la deuda” en la que quedan atrapados los países más vulnerables.

EL CAMINO HACIA EL OESTE
El punto de partida del corredor terrestre es la localidad de Xi’an, histórica capital imperial, ubicada en la provincia de Shaanxi, de la que es originaria la familia de Xi Jinping. Entre 2014 y 2017 se pusieron en funcionamiento dos importantes líneas ferroviarias de alta velocidad que permiten llegar a Urumqi, la capital de la región de Xinjiang, de mayoría musulmana y escenario de tensiones en el pasado.
El área del puerto terrestre internacional de Urumqi se ha convertido en un centro de logística clave para los trenes de carga entre China y Europa. Según informaciones oficiales reproducidas por el medio chino CGTN, entre 2016 y 2021, las importaciones y exportaciones totales de Xinjiang crecieron de 139.800 millones de yuanes a 156.900 millones de yuanes (unos 21.500 millones de dólares, al cambio actual), con socios comerciales en más de 170 países.
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Otro de los tramos claves de esta nueva “ruta de la seda” es el Corredor Económico China-Pakistán (CECP), que incluye la actuación de la carretera de Karakorum -única vía de comunicación terrestre entre ambos países- y, próximamente, la renovación de la línea ferroviaria de 1.733 kilómetros de largo entre Peshawar y Karachi, la capital financiera paquistaní.
¿QUÉ ES EL “COLLAR DE PERLAS”?
Sin embargo, el proyecto emblemático del CECP será el puerto paquistaní de Gwadar, en el océano Índico. Hoy se encuentra en pleno proceso de modernización y cuenta, desde hace ocho años, con una zona franca. En 2013, la operación del puerto fue concesionada a la compañía China Overseas Ports Holding por un período de 43 años.

Por su parte, la denominada “ruta marítima de la seda del siglo XXI” parte del litoral chino y atraviesa el mar de China Meridional, el océano Índico y el mar Rojo, antes de ingresar a Europa por el Mediterráneo. Su recorrido incluye una vasta red de puertos, que se encuentran en el foco de distintas empresas navieras y de logística chinas.
Dentro de ese “collar de perlas”, tal como se lo conoce, también podemos señalar los puertos de Hambantota (Sri Lanka), Kyaukphyu (Myanmar, ex-Birmania), Chittagong (Bangladesh) y Lamu (Kenia), además de la base naval china en Yibuti, pequeña excolonia francesa ubicada en el estratégico Cuerno de África, a orillas del mar Rojo.
El corolario está en el Mediterrráneo, donde China se ha asegurado, a través de la firma COSCO Shipping Ports, el control de dos terminales del puerto de El Pireo (Grecia), considerado como la llave de acceso al mercado europeo. A fines del año pasado, se sumó el ingreso del mismo grupo al capital accionario de una de las terminales del puerto de Hamburgo (Alemania), el tercero mayor de Europa detrás de Róterdam y Amberes, donde empresas chinas también tienen importantes inversiones.
A diez años del histórico anuncio de Xi Jinping, el gigante asiático se afianza como un actor clave en el comercio internacional y lo hace con una sofisticada estrategia de inversiones en infraestructuras terrestres y portuarias.