Miembro académico del Observatorio Parlamentario de la Comisión Malvinas de la Cámara de Diputados, Agustín Romero analiza la actualidad del conflicto por la soberanía de las islas. ¿De quién son las Malvinas? El derecho internacional, la posición de la ONU, la guerra y los kelpers como eje del debate.

Por Pablo Winokur

– ¿Las Malvinas son argentinas?

-Desde el punto de vista argentino, hay elementos jurídicos, históricos, políticos y geográficos que así lo demuestran. Desde el punto de vista histórico, los legados posteriores a la independencia argentina marcan la continuidad de la posesión histórica. Desde lo geográfico, lo indican la cercanía con la plataforma continental y la extensión de los mares. El aspecto jurídico está marcado por el Principio de Integridad Territorial, plasmado en la carta de Naciones Unidas, que les da a los países y a las naciones una continuidad. En contraposición, se encuentra el Principio de la Autodeterminación de los Pueblos, que de alguna manera rompe con el de Integridad Territorial.

-¿En qué consisten esos dos principios?

-El principio rector de las Naciones Unidas es el de Integridad Territorial. Consiste en establecer que todo el ámbito jurisdiccional del país es del Estado. Dentro del Estado, puede haber mecanismos de independencia y de federalismo, siempre que ocurran en el ámbito del territorio. Es decir, que el Estado es íntegro, aunque en su interior las unidades puedan tener diferentes grados de movimiento. La condición para esa autonomía es que respeten que pertenecen a ese Estado. En oposición a este principio, se encuentra el de la Autodeterminación de los Pueblos, que surge durante la década del 70 para ayudar a las colonias -principalmente africanas y asiáticas- a lograr su independencia con respecto a las potencias coloniales. Algunos casos son los de Etiopía, Angola, Argelia, Sudán, Sudáfrica, Camboya y Taiwán. Las Naciones Unidas crearon un mecanismo para ayudar a esos territorios no autónomos a lograr su independencia, y hoy son independientes.

-En el caso de Malvinas, ¿no se puede apelar al principio de autodeterminación de los pueblos? ¿Los isleños dicen que son ingleses?

-Frente a un problema puede haber muchas visiones, y el caso de Malvinas se complica desde el punto de vista del derecho internacional. Los británicos sostienen que el principio de integridad no se aplica a este caso, sino que se debe interpretar desde el punto de vista de la autodeterminación de los pueblos. Gran Bretaña busca darles a los isleños la facultad de decidir sobre su futuro. Es decir, brindarles la misma capacidad que se les otorgaba a los etíopes. Pero esto no se aplica claramente en el tema de Malvinas, porque no hay una población autóctona. En Somalia vivían los somalíes antes de que los dominara una potencia extranjera. En Malvinas, los habitantes son ciudadanos británicos, que conforman una población extranjera que fue transportada y depositada en las islas. Ahora, después de 180 años, ya están radicados y tienen cuatro o cinco generaciones. Pero no debería aplicarse allí el principio de autodeterminación, que sí se aplica a poblaciones autóctonas.

-¿Qué consecuencias para el derecho internacional tendría la aplicación de ese principio en las islas Malvinas?

-Si se aplica en ese caso, entonces en cualquier territorio, cualquier grupo de ciudadanos podría pedir en su propio país ser independiente, por lo que el Principio de Integridad Territorial desaparecería. Por ejemplo, los cordobeses, como tienen un acento propio y música tradicional, podrían volverse autónomos. Hasta ahora, las Naciones Unidas dicen que no pueden aplicarlo porque son argentinos, y se les aplica el Principio de Integridad Territorial. Lo único que pueden hacer es luchar por más autonomía.

-¿Qué valor tiene para el derecho internacional la guerra de 1982?

-Desde el punto de vista de los británicos, los argentinos fueron a una guerra y la perdieron. Pero desde la perspectiva del derecho internacional y de la ONU, las guerras no dan derechos. Por más que un país vaya a un conflicto bélico y lo gane, no se le da derecho a tomar el territorio, porque si no todos los países irían a la guerra para ocupar territorios. Aunque la Argentina haya ido a la guerra, las Naciones Unidas no le reconocen a Gran Bretaña el territorio como si lo hubiera ganado.

-Si todos estos puntos parecieran indicar que Argentina tiene razón, ¿por qué la ONU no apoya abiertamente el reclamo?

-Un punto importante es que en los últimos quince o veinte años, las Naciones Unidas tomaron muy en serio y defendieron mucho el punto de vista del derecho humanitario de la población. Es decir que, pase lo que pase, hay que defender a la población. Luego se analiza de qué trata el conflicto. Por ejemplo, la última intervención de Naciones Unidas en Libia fue guiada por el principio humanitario. Ese concepto es un punto importante que tiene Gran Bretaña a favor de los isleños. Naciones Unidas dice que hay una población en las islas que está allí hace 180 años y no se posiciona desde el punto de vista del derecho, sino de los hechos. Se pregunta: “¿Qué hacemos con esa población? ¿La matamos? ¿La echamos?”. Si tomara alguna de esas vías, estaría haciendo lo opuesto a lo que venía haciendo todos estos años. Teniendo en cuenta la contraposición entre esos dos principios y la tendencia de Naciones Unidas, los isleños se van a constituir en actores principales. Esto no significa que se les vaya a preguntar, pero van a tener un rol importante.

-¿Existen posiciones intermedias para resolver el conflicto?

-Creo que las opciones en los últimos treinta años en política exterior argentina fueron varias. Tuvimos una alternativa de tipo dialoguista con Alfonsín, que no funcionó. Consistía en dialogar bilateralmente, en el ámbito de Naciones Unidas. Menem, en sus dos períodos, tuvo una política de seducción a los isleños que tampoco llegó a buen puerto. Y ahora tenemos una política de principios y de defensa de los recursos naturales.

-¿En qué consiste esa política?

-Significa dejar en claro que desde el punto de vista de los derechos y las resoluciones, Naciones Unidas nos asiste la razón, y que tenemos el apoyo de la comunidad latinoamericana. Nos paramos desde la legalidad y la legitimidad, y en base a esos principios trabajamos para la defensa de los recursos. Es por eso que se tomaron las últimas medidas, para no facilitarles a los isleños el desarrollo económico que lograron gracias a la actitud previa de la Argentina. Las políticas exteriores anteriores reclamaban derechos en las Naciones Unidas, pero no ponían suficiente atención en los recursos. De esa forma, se les dificulta la vida a los isleños. No con la intención de matarlos de hambre, sino para dejar en claro que como somos los dueños, nos tienen que pedir permiso para actuar. Estamos asistidos por resoluciones de Naciones Unidas y por resoluciones de los países miembros del Mercosur, que apoyan el pedido y el llamado a la negociación. El Mercosur no dice que las Malvinas son argentinas, pero pide que las partes se junten a negociar.

-¿Qué medidas debería tomar la Argentina de ahora en más?

-Yo creo que una posibilidad es que la Argentina siga transitando por el camino que desarrolla ahora, pero debe tener en cuenta la nueva tendencia de las Naciones Unidas y no afectar directamente a la población. Por eso, creo que no va a tomar, por ahora, la medida de cancelar el vuelo semanal con destino a las islas, que pasa por Chile. Eso afectaría mucho a la población y sería un boomerang que volvería en contra.

-¿Qué logros obtuvo la Argentina a través de las últimas medidas?

-Lo que logró es captar la atención de la comunidad internacional y ponerla a su favor, demostrando que Gran Bretaña no quiere dialogar. En eso debe hacer hincapié la Argentina: en desarrollar una estrategia internacional para que quede claro que hay un problema, que ese problema es de a dos, que la Argentina quiere sentarse a solucionarlo y que Gran Bretaña, no. Y que si no se puede solucionar y eso afecta a los isleños, entonces es culpa de Gran Bretaña. Pero hay que darse cuenta de cuándo se afecta a los isleños por culpa de Gran Bretaña y cuándo por culpa de Argentina.

-¿Qué diferencias tenés vos como académico con la política exterior del actual gobierno?

-Para mí, nos hemos ocupado muy bien del Mercosur, muy bien de América Latina, pero nos falta el apoyo de otra parte del mundo. Nos faltaría una actitud más activa en África y en Asia. Si hay algo que afectó a Gran Bretaña, en su percepción de Malvinas, es la posición de Brasil. A los británicos no les asusta que Guayana o El Salvador hayan apoyado a la Argentina, pero sí les asusta que nos haya apoyado Brasil, que es miembro del BRIC. Argentina tendría que apostar a Rusia e India. Si logra aportes de parte de esos dos actores, a Gran Bretaña se le va a complicar.

-¿Sirve la política de acercamiento a los isleños?

-Yo creo que sirve. Se puede producir un acercamiento si se pone el terreno claro. En lo que se equivocó Carlos Menem fue en acercarse sin condiciones. Les dio mucho, a cambio de nada. Se enriquecieron, obtuvieron licencias pesqueras, entre otras cosas, pero la Argentina perdió.

-¿Hay fórmulas alternativas a las ya planteadas?

-Históricamente, hay muchos ejemplos de otras formas de resolver este conflicto. Hay casos de conflictos irresueltos, como es el de la relación entre Israel y Palestina.

Para resolver el conflicto hay que apostar a fórmulas imaginativas, jugadas. Hay que imaginar. Desde el punto de vista de las Relaciones Internacionales, los académicos van en contra del juego de suma cero, que consiste en apostar a ganar todo y es lo que se planteó hasta ahora. Bajo esta fórmula, no vamos a avanzar. Se debería avanzar hacia los juegos de suma variable, en los cuales todos ganan, y donde se perfilan muchas alternativas. Puede plantearse una actitud de trabajo en una fórmula de condominio, o una administración conjunta por un plazo determinado, y que luego las islas pasen a ser argentinas. También puede proponerse una administración conjunta, donde la soberanía sea de la Argentina pero se reconozca a los isleños el máximo de autonomía para que mantengan su propio idioma, costumbres y forma de vida. Esa sería una posibilidad para que el control territorial sea compartido. Históricamente, hay casos que se resolvieron en forma negativa desde el punto de vista de la Argentina. Un ejemplo es el caso de Serbia y Montenegro, que fueron reconocidos como países independientes. En pos de proteger a los montenegrinos, se los reconoció como un país, aunque hay que tener en cuenta que su situación era diferente de la de los isleños. En definitiva, hay que pensar fórmulas que permitan salir del juego de suma cero, que hasta ahora solo ha beneficiado a los ingleses. Este gobierno se ha dado cuenta de esa situación, y de que el statu quo beneficia a los ingleses.