El bajo caudal de esta importante arteria fluvial generó inconvenientes en las tomas de agua de las ciudades ribereñas e impactó negativamente en la navegabilidad de la Hidrovía, afectando al complejo agroexportador. Por Mariano Roca
Barcos encallados, barcazas varadas, desmoronamientos en las barrancas costeras y dificultades en el suministro de agua potable a las poblaciones ribereñas han sido algunas de las consecuencias de la inusual bajante que afecta al río Paraná. En diálogo con DEF, el ingeniero Juan Borús, subgerente de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA) señaló: “Esta bajante es muy parecida a la de 1971, pero la supera en cuanto a la persistencia que está teniendo y que todo hace prever que va a mantener”. Puntualizó, además, que “nunca en la historia registrada –es decir, desde que se tienen registros hidrométricos a partir de 1884– se dio una situación similar en otoño”. El experto detalló que esta anomalía empezó a manifestarse el año pasado aguas arriba, en la cuenca del río Paraguay, y luego se extendió al Paraná.
“Todos los cursos de agua de la alta cuenca del río Paraná en Brasil presentan caudales inferiores a lo normal”, consignó el INA en su último informe mensual de posibles escenarios hidrológicos en la cuenca del Plata, difundido el pasado 6 de junio. Una situación similar se presenta en la cuenca del Iguazú, afluente del Paraná, que “presenta una condición caracterizada por sequía y bajante en todos los cursos fluviales”, lo que provocó la postal insólita de unas Cataratas con apenas un hilo de agua. La bajante extraordinaria se extiende hacia el tramo argentino-paraguayo y aguas abajo del río Paraná, lo que ha generado graves problemas de navegabilidad en la Hidrovía. “No solo se reducen las profundidades efectivas, sino también el ancho de navegación, que se complica especialmente en los pasos críticos”, especificó el ingeniero Borús.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó el costo de la bajante para el complejo agroexportador argentino en 244 millones de dólares durante el primer cuatrimestre del año. En relación con la logística de la comercialización de los granos dirigidos a mercados externos, la BCR enumeró, en un reciente informe, tres grandes problemáticas. Por un lado, la necesidad de ajustar el volumen de carga en los puertos del Gran Rosario hace que las empresas se vean obligadas a salir con menos mercadería por falta de profundidad. Por otra parte, la bajante también redunda en un castigo que se traduce en un menor precio del aceite de soja argentino respecto de otros orígenes, como el brasileño. Y, por último, los mayores costos de transporte de la soja que baja en barcazas a través de la Hidrovía, especialmente aquella procedente de Paraguay, se traduce en retrasos en la industrialización del poroto en las plantas del Gran Rosario y eso lleva, a su vez, a una ralentización del programa de embarques.
“La altura del río en el puerto de Rosario implica enormes problemas logísticos, de transporte y de industrialización, al resentir la navegación y carga máxima de los buques y barcazas”, alertó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR)
Por su parte, el ingeniero Gustavo Villa Uría, subsecretario de Obras Hidráulicas de la Nación, advirtió que la bajante se ha visto agravada por la disminución de la demanda eléctrica en Brasil, que depende en buena medida de la hidroelectricidad y la del Paraná es una de sus principales cuencas de aporte. “La disminución de la demanda eléctrica hizo que cayeran los caudales erogados, lo que, agravado por la sequía extraordinaria que ya se estaba produciendo, ha hecho que tengamos esta bajante histórica en el río Paraná”, especificó el funcionario, quien participó junto con la Cancillería de las negociaciones con la contraparte brasileña para conseguir la liberación de un mayor caudal de las represas ubicadas aguas arriba, de manera de paliar la situación aguas abajo.
El funcionario recordó que, en 1969, luego de una bajante que afectó gravemente la zona, Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay firmaron el Tratado de la Cuenca del Plata, que entró en vigencia en agosto de 1970. Un punto clave del acuerdo fue la creación del Comité Intergubernamental Coordinador (CIC) como órgano permanente del sistema.

“Lamentablemente, a pesar de ser uno de los primeros comités de cuenca del mundo –que, definitivamente, es la forma de gestionar un río interjurisdiccional–, el CIC no ha desarrollado todas las actividades que tenía previstas”, afirma Villa Uría. Una década más tarde, se firmó un convenio tripartito entre Buenos Aires, Brasilia y Asunción. Tal como se encargó de señalar el subsecretario de Obras Hidráulicas, ese instrumento es previo a la construcción de Itaipú y contemplaba, a su vez, el proyecto de Corpus por parte de Argentina y Paraguay, obra que nunca llegó a concretarse. “Allí se hablaba de niveles máximos [de operación de los embalses], pero no preveía niveles mínimos”, indicó Villa Uría, quien agregó que “de ahí en más no hubo ningún avance sobre tratados específicos con Brasil”.
“En estos momentos nos toca el difícil papel de ir a disputar con Brasil, en el mejor sentido de la palabra, las necesidades de uso del recurso hídrico aguas abajo, especialmente el consumo de agua potable en importantes localidades argentinas que están a la vera del río Paraná, así como también el problema de la navegación”, admitió. Por eso, cabe destacar como un gran logro de la diplomacia argentina el acuerdo para la apertura de compuertas de Itaipú, la hidroeléctrica binacional brasileño-paraguaya, con el objetivo de reactivar el dinamismo comercial de la Hidrovía. La medida, puesta en marcha el 18 de mayo y que se prolongó durante doce días, no solo ha beneficiado a la Argentina, sino que ha permitido, asimismo, la navegación de las barcazas paraguayas con rumbo a los puertos del Gran Rosario.
“En estos momentos nos toca el difícil papel de ir a disputar con Brasil, en el mejor sentido de la palabra, las necesidades de uso del recurso hídrico aguas abajo”, admitió el subsecretario de Obras Hidráulicas, Gustavo Villa Uría.
De cara al futuro, Villa Uría advirtió: “Los meses que nos quedan son de muy poca lluvia y las represas van a seguir bajando su nivel para entregar más agua de la que está aportando la cuenca. Tenemos que hacer durar esta agua hasta los últimos meses del año, tratando de tener un piso alto para poder abastecer todas las tomas de agua potable, mientras estamos haciendo arreglos para tomar el agua desde más abajo y estamos poniendo algunas restricciones a la navegación”.
Desde el Instituto Nacional del Agua (INA), Borús reconoció que “la persistencia de lluvias inferiores a lo normal y la disminución de los caudales, especialmente del Paraná, nos presenta limitaciones severas a la hora de hacer pronósticos o prospecciones a mediano plazo”. No vislumbra grandes cambios en el próximo trimestre (junio-julio-agosto), que considera “perdido”, y, desde su punto de vista, “habrá que esperar bien entrada la primavera” para determinar alguna modificación en las condiciones climáticas que incida en un incremento del caudal en la cuenca del Paraná.
LEA MÁS
Aguas subterráneas, clave de la productividad
¿Por qué Argentina es un país atractivo para el desarrollo de energías renovables?