InicioActualidadMabel Bianco: “La violencia de género es otra pandemia”

Mabel Bianco: “La violencia de género es otra pandemia”

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Feminista y fundadora de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer, fue elegida por la BBC entre las 100 mujeres más influyentes del mundo. ¿Cómo piensa una de las argentinas que, desde hace 50 años, lucha por incorporar la problemática de género a la agenda política? Por Susana Rigoz

Porteña, hija de una familia tradicional de clase media, Mabel Bianco se caracterizó desde chica por su determinación. Aburrida de la escuela primaria, dio libre sexto grado ante el asombro de su familia, que desconfiaba de su decisión. Se recibió de bachiller a los 15 años y se anotó en la carrera de Medicina en la flamante Universidad de El Salvador, a la vez que rendía el ingreso en la Universidad de Buenos Aires. Durante tres años, estudió en ambas universidades, hasta que optó por la primera porque tenía, a su juicio, una educación más integral. A los 23 años, ya médica, estudió Medicina preventiva en Cali, Colombia, a donde también realizó una maestría, y más adelante, Epidemiología en Londres. “Esa fue mi formación. Siempre tuve en claro que me interesaba la docencia y la investigación”, cuenta.

De regreso a la Argentina, trabajó en la Academia Nacional de Medicina –donde creó el Centro de Investigaciones Epidemiológicas- y, con el regreso de la democracia en 1983, decidió que era tiempo de participar a nivel público y empezó a trabajar en el Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación, donde coordinó el Programa Alimentario Nacional, PAN, creó el Programa Mujer, Salud y Desarrollo y fue responsable de la Dirección de Relaciones Internacionales.

Ese fue el puntapié inicial de un trabajo de casi medio siglo relacionado con los derechos de la mujer. Pretender abordarlo de modo exhaustivo es casi imposible. Como ella misma dice, “soy un poco pionera en muchos ámbitos, porque cuando algo funciona, busco otra cosa”.

-Participaste de las primeras reuniones internacionales relacionadas con la problemática de la mujer, como la Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1980 en Copenhague, y la de Nairobi, en 1985. ¿Cuáles eran los principales temas que se trataban en ese momento?

-A partir de la Conferencia de 1980, se tomaron como áreas prioritarias el trabajo, la educación y la salud. Fue por eso que, entre otras cosas, creamos un programa con ese eje en el Ministerio, nos incorporamos a un programa del Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de Población sobre mortalidad y salud materna, algo que hasta entonces no existía en la Argentina.

-¿Hablaban de feminismo?

-Sí, pero de un modo integral, desde la salud, lo biológico, lo psicosocial. Por ejemplo, la lucha de las mujeres de América Latina y el Caribe por disminuir la mortalidad materna tiene por detrás la falta de acceso al aborto legal o la mortalidad infantil que suele quedar subsumida en otras muertes (como es el caso de la diarrea en la desnutrición). En este tema, es esclarecedor un estudio realizado en la Ciudad de Buenos Aires que analizó los certificados de defunción y las historias clínicas de mujeres de entre 15 y 49 años. Después de entrevistar a las familias, concluyó que, aunque habían sido muertes maternas (vinculadas al embarazo, parto, etc.), como los fallecimientos habían ocurrido después del puerperio, no fueron registradas como tales.

-En 1989, creaste FEIM junto con otras mujeres. ¿Cuál fue el camino recorrido por la Fundación?

-Con un fondo común salido de nuestros propios bolsillos, comenzamos a realizar talleres y a vincularnos con otros grupos de la sociedad civil, llevando actividades a colegios, clubes e instituciones para todo el espectro etario femenino. Muy pronto, tuvimos numerosos pedidos de municipios orientados a la capacitación de los jóvenes. En un principio, nos enfocamos en salud sexual y reproductiva, pero rápidamente incorporamos VIH SIDA , tema que nos sumó muchísimos participantes. Realizamos talleres para padres y docentes, y el mayor éxito vino de la mano de un proyecto de capacitación de pares. Llegamos a tener formados 3000 chicos y, con el apoyo de la Fundación Ford, creamos en 1999 una red de jóvenes por los derechos sexuales y reproductivos que hoy tiene 14 grupos en distintos lugares del país. Más adelante, nos ocupamos también de realizar talleres con salida laboral y de promover los derechos de las mujeres, para lo cual trabajamos con las obras sociales y las empresas capacitándolas en leyes, como la de divorcio o patria potestad.

-¿El problema de la violencia era un tema visible en los 90?

-Sí, pero en realidad se hablaba de violencia doméstica, término que incluía a niños y ancianos. En 1990, realizamos la primera actividad pública vinculada a ese tema en el Centro Cultural San Martín. Contra todos los pronósticos, fue un gran éxito que convocó a alrededor de 900 personas. Poco después, en 1993, tuvo lugar la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena, a la que llevamos las firmas de millones de mujeres de todo el mundo y solicitamos que se reconociera la violencia hacia la mujer como una violación a los derechos humanos. Con el tiempo, en FEIM, nos enfocamos en el VIH SIDA debido a que aprendimos que esta enfermedad estaba muy vinculada con la violencia sexual. Avanzados los 90, hicimos el primer estudio para analizar esta relación que abarcó a Brasil, Uruguay, Chile y Argentina. Los resultados arrojaron que en los cuatro países, entre el 74 y el 92% de las mujeres había sufrido violencia sexual previa a la infección y, en la mayoría de los casos, ese había sido el motivo de contagio.

-¿Por qué creés que pareciera imposible detener esta tragedia?

Creo que la principal falla se evidencia en la ausencia de protocolos de acompañamiento de las mujeres, que deben existir en todas las etapas. Se promueve la denuncia, pero ¿y después? No basta con que un juez determine la perimetral. Hay medidas muy concretas que no son tenidas en cuenta como, por ejemplo, que jamás debe ponerse a la víctima frente al victimario porque es imposible controlar su desborde. En España, hay una ley nacional que determina cómo proceder en cada etapa y nada queda librado al criterio de un funcionario. La protocolización obliga a que todas las fuerzas actúen en consonancia y permite realizar un seguimiento efectivo. Esto es lo que no conseguimos en la Argentina. Según un informe de La casa del encuentro, el 34% de las mujeres asesinadas en la última quincena de septiembre había hecho denuncias previas. La violencia es otra pandemia que se agudizó con la convivencia forzada en épocas de COVID.

-En 2015, surgió el movimiento ‘Ni una menos’ en protesta a la violencia de género, ¿cómo te sentiste?

Para nosotras, que nos movilizábamos tradicionalmente al obelisco los 25 de noviembre para celebrar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y promovíamos actividades hasta el 10 de diciembre día de los Derechos Humanos, fue impactante. Acostumbrada a ser cuatro gatos locos en esos eventos, no pude dejar de llorar al ver la plaza colmada de gente.

Bianco sobre la primera convocatoria de ‘Ni una menos’: “Acostumbrada a ser cuatro gatos locos en esos eventos, no pude dejar de llorar al ver la plaza colmada de gente”. Foto: Fernando Calzada.

EL IMPACTO DE LAS LEYES

-Ustedes abogan desde hace muchísimos años por una educación sexual integral. ¿Cuáles son los principales objetivos?

-La promovemos porque es una herramienta que ayuda a prevenir y saber cómo actuar ante la violencia y el abuso. Lejos de limitarse al ciclo de la reproducción o la anticoncepción, la consideramos clave para disminuir embarazos no deseados, abortos o enfermedades de trasmisión sexual, entre otros. La sanción de la ley en 2005 por parte del Ministerio de Educación fue un gran avance porque es necesario comenzar a hablar de estos temas desde que los niños son pequeños. El primer eslabón es el preescolar donde se enseña higiene corporal, el derecho a la intimidad, la importancia de decir “no”. Después, continúa en todas las etapas del crecimiento, y los chicos necesitan conocer los cambios propios de la adolescencia y la juventud. Es clave, pero pareciera que muchos no lo entienden.

-En el contexto de la igualdad de género, ¿qué opinás sobre la Ley de Paridad?

-Nosotros acompañamos a las mujeres de los partidos políticos porque entendemos que las leyes de discriminación positiva son necesarias para igualar las posibilidades. En el peronismo, por ejemplo, existía la rama femenina, pero apenas llegaban algunas mujeres al Congreso porque eran incluidas en los últimos puestos de las listas. Ahora, por el mismo motivo y entendiendo que son leyes transitorias, apoyamos a la paridad de género.

-Al cierre de esta edición se está tratando la ley del aborto en el Congreso Nacional. ¿Qué expectativas tenés?

Considero que está clarísimo que la ley no obliga a nadie y que su ausencia sí impone a una niña a ser madre a los 11 años, hipotecando su futuro reproductivo y condenándola a continuar en el circuito de la pobreza. En síntesis, creo que ya no hay nada que discutir.

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