De visita en la Argentina, el experto en seguridad internacional Joseph Humire dialogó con DEF sobre las mutaciones de la guerra actual y los procesos de cambio que está experimentando el crimen organizado en América Latina.
Joseph Humire es producto de una mezcla que le permite observar los procesos desde una perspectiva diferente: nacido en EE. UU., es hijo de padres bolivianos, lo que explica su fluido español. Se formó en Economía, pero participó en la Guerra de Irak como oficial de inteligencia del cuerpo de Marines. Hoy es experto en Seguridad Internacional, enfocando su especialidad en el nexo entre defensa y desarrollo económico.
-Cuando estuvo en Irak, presenció una guerra eficiente desde el punto de vista militar, pero después, una vez cumplida la misión, el conflicto continuó por mucho tiempo más. La guerra cambió y ya no es lo mismo que antes. ¿Puede contarnos en qué consiste este nuevo concepto de guerra?
-La iniciativa de Irak es interesante. En realidad, en un principio, la idea nunca fue democratizar Irak, el plan no era entrar y tratar de imponer un sistema de reglas de democracia y libre mercado. La idea era simplemente sacar a Saddam Hussein. El plan estaba basado en información brindada por inteligencia -no solo de EE. UU., sino también de las Naciones Unidas y varios países europeos- que decía que había armas de destrucción masiva en Irak y que Hussein estaba negociando con grupos terroristas, no Al-Qaeda, sino con otros. En base a esos datos se decidió entrar con la Infantería de Marina.
-¿Cómo se desarrolló la operación?
-No digo que haya sido fácil, pero tampoco fue difícil. Había peleas en Nasiriya, aunque no había algo fuera de las capacidades militares que manejábamos. A medida que avanzábamos, no entendíamos qué ocurría en la parte sur de Irak. Pensábamos que al acabar con esas ciudades, se iban a reparar a sí mismas y nosotros íbamos a continuar buscando el objetivo en otras ciudades. Lo que en realidad ocurrió fue que los iraníes entraban detrás de nosotros y armaban insurgencias. Eso se dio desde el principio. La información de inteligencia que tomábamos en el momento sostenía que había casas de armas en ciudades que ya habían sido declaradas como pacificadas por las fuerzas militares y que había camiones con equipamiento militar que se estaban escapando de los servicios.
-¿Por dónde entraban estas armas?
-En parte entraban por Irán y en parte ya estaban en Irak mismo. Después llegó la peor decisión que se tomó durante el conflicto, cuando desactivaron al servicio militar iraquí. Era el único trabajo que tenían los hombres. Ahora es un país que vive en un importante desastre económico y están sin trabajo y con armas. Por lo tanto, lo que hacen es vender sus armas y ahí es donde se da lugar a la insurgencia. Después de 2004, eso se hizo evidente. El conflicto ya no era Saddam ni las armas de destrucción masiva; se comenzó a buscar neutralizar la insurgencia y cambió completamente la iniciativa.
-¿Cómo es ese tipo de guerra?
-Se trata de una manera asimétrica de enfrentarse con un poder con una fuerza militar mayor. Si me voy a enfrentar con una persona que mide 2,50 metros y que hace artes marciales, lo que voy a hacer es buscar sus debilidades. Lo que se ha visto, que en realidad ya se dio en Vietnam, es que el sistema norteamericano no tiene el estómago para la muerte. Entonces, si ellos pueden manipular la opinión pública para mostrar que los mismos norteamericanos están en contra de la guerra, pueden avanzar con sus objetivos. Eso es lo que hicieron, empezaron a manipular la información, hablaron de abusos y claro, no hay guerras perfectas.
-De ahora en más, ¿hay lugar para guerras tradicionales o todas van a tener un componente de cuarta generación?
-Creo que se va a dar una combinación. Se ve, en Irán por ejemplo, una mezcla entre una amenaza convencional, me refiero a su programa nuclear, con su manera de combatir, que es una manera asimétrica porque usan a Hezbollah como grupo terrorista y ellos no diferencian, todo les sirve para poder tener más capacidad de enfrentarse con los adversarios. En ese sentido, creo que vamos a ver en el futuro combinaciones de amenazas tradicionales con prácticas asimétricas. Especialmente cuando hablamos de poderes de Estado. Ahora, si estamos hablando de grupos por fuera del Estado, ellos nunca tienen una potencia muy convencional. FARC, por ejemplo, nunca tuvo armamento para tener un conflicto directo con el gobierno colombiano. Siempre se tuvieron que manejar de otra manera, un clásico ejemplo de cómo usar la prensa a su favor. Antes de un ataque, y está confirmada esta información, había tres noticias de prensa ya escritas dos semanas antes del ataque. El mensaje fue la parte más importante de los ataques terroristas.
PROBLEMAS EN LA REGIÓN
-En sus seminarios, siempre hace hincapié en la relación entre economía y seguridad, como factores totalmente ligados. ¿Cómo observa la seguridad en Latinoamérica en vistas a su desarrollo económico?
-Creo que la relación entre economía y seguridad es clave. Yo soy economista y tengo el servicio militar y lo que yo viví en la vida real, comparado con lo que aprendí, es la misma cosa, porque estamos hablando de la acción humana. Todo es lo mismo. Cuando pensamos qué es lo que nos pone inseguros, no siempre es que te roban, a veces es no tener empleo… Y eso te lleva a hacer cosas que no harías en otro caso, como robar y matar, por ejemplo. Así, empiezas a ver que cualquier persona tiene la capacidad de matar, todo depende de la situación, las circunstancias y hasta dónde te llevó la necesidad. Si vamos de lo micro a lo macro, en la sociedad hay dos empresas que funcionan a la misma vez, la formal o libre empresa, y una informal, la empresa ilícita. Mientras una sube, la otra baja. Lo que se ve, desafortunadamente, en Latinoamérica es que la empresa criminal está subiendo, y donde hay desempleo quienes llevan trabajo son los narcotraficantes. Donde hay alta inflación, el producto que baja es la cocaína. Creo que todos tenemos la capacidad de producir, todo depende de la oferta de la sociedad. En Honduras, por ejemplo, donde existen las cifras más altas de homicidio, yo les dije a los oficiales que no es que estén importando criminales, los están convirtiendo ellos mismos, porque no hay otras opciones. La economía es un desastre y no hay suficiente actividad. Eso es lo que hay que ver. EE. UU. ya está mirando de cerca este tema.
-¿Lo que antes era la guerrilla en América Latina hoy es narcotráfico?
-El narcotráfico es una industria multimillonaria. Produce más que todo Centroamérica. Donde hay una industria de tal tamaño, siempre hay producción. Otra industria grande es la de las armas. Aquí existe la materia prima para la industria del narcotráfico y se aprovechan de eso.
-¿Ayudaría una eventual despenalización?
-No voy a centrarme en si es buena política o no, pero lo que sí sé es que no elimina la criminalidad. Si se despenalizan, el narcotráfico no va a financiar ese tipo de negocio, pero el criminal siempre va a buscar una manera de sobrevivir. Que la droga sea legal no va a corregir todos los problemas de la sociedad. Con el narcotráfico, la cocaína y las metanfetaminas están abriendo nuevos mercados, nuevas rutas, no solo van al norte, como a EE. UU., sino que van a Brasil, a Argentina. Entonces hay nuevos mercados y con eso hay también nuevos empresarios. Los Zetas son los más grandes empresarios. FARC controla la producción y Los Zetas la distribución, y a veces se pelean por el negocio. El negocio está llegando a un punto en el que los gobiernos no pueden desistir de la intención de meterse en el mismo negocio.
-¿Siguen siendo un actor de peso las FARC?
-FARC está siguiendo el camino de Hezbollah. Eran una guerrilla comunista que tenía un propósito de separación de la ley de tierras; luego se convirtieron en un movimiento más militante y armado, y después pasaron a ser una empresa criminal narcotraficante que controla la producción de la coca con presencia en Perú y Bolivia. En el último tiempo, están presentes en el ámbito político. Si ellos logran manipular la opinión pública, haciendo que el pueblo colombiano piense que tienen legitimidad en el proceso y en la política, ellos ya podrían dejar las armas, porque han conseguido más ahora que en 50 años. Claro que no van a dejar la droga, porque es su capital.
-¿Es factible que dejen las armas?
-No todavía. Pero, ¿qué pasaría si hay un presidente colombiano que pertenece a las FARC? Yo pienso que entonces no necesitarían las armas. Ellos están en ese proceso, quieren una presencia política como Hezbollah. Pero que Hezbollah se haya convertido en un partido político no los llevó a dejar las armas, porque siempre eso les da respaldo para decir “si ustedes no negocian con nosotros, nosotros tenemos nuestra fuerza que puede atacar en cualquier momento”. Creo que ellos no van a dejar las armas, pero se van a cuidar en cómo lo hacen, porque no quieren perder una oportunidad.
PODER NARCO
-Con respecto a la guerra contra el narcotráfico que llevó a cabo el gobierno de Calderón en México desde el año 2006 hasta ahora, el actual presidente Peña Nieto sostiene que esta acción no dejó nada positivo. ¿Ve algo positivo o el camino es otro?
-Sí, hubo cosas positivas a nivel táctico. Hubo operaciones que neutralizaron flujo de dinero o de droga. El cartel de Tijuana ya casi no existe por estas operaciones. Pero también era una estrategia muy limitada. Calderón no veía a la economía mexicana como parte de la solución. México tiene muchos más problemas, el narcotráfico es solo una parte. México tiene problemas de agua, de indigenismo, de telecomunicaciones. Hay muchas cosas que hay que arreglar y si uno solo se enfoca en temas de drogas, esta va a aparecer en muchos lados. Honduras también se está volviendo peligrosa. En Guatemala, los narcotraficantes están controlando cada vez más partes del país, sobre todo la parte norte. Belice era un destino de vacaciones para políticos de EE. UU., ahora es un lugar de vacaciones para los criminales.
-¿Qué rol juegan las maras en ese escenario?
-Tengo un colega, Douglas Farah, especialista en el tema, para quien las maras siempre fueron escoltas de los narcotraficantes. Pero últimamente, en El Salvador, donde la cifra de homicidios ha subido mucho, llegaron a un punto de crisis donde se plantearon hacer algo. Son los mareros los que siempre están peleando y los que están muriendo. Hicieron un pacto entre ellos, un proceso de paz entre la mara Salvatrucha -MS13- y la Mara 18. Según los estudios de Douglas, este es un proceso manipulado por el FMLN y los carteles, porque simplemente quieren que las maras bajen las cifras de muertes para seguir manteniendo su poder. Los mareros se van a quedar sin nada. Cuando los mareros se enteren de eso, van a atacar y la violencia se va a incrementar. A las maras las están usando. Son peligrosas, pero no son jugadores políticos. Son músculos.