Portadores de la transmisión de virus y bacterias, estos roedores son una de las especies con mayor capacidad de proliferación. ¿Es posible controlarlas?
Alto nivel reproductivo, hábitat propicio, exceso de alimentación disponible son algunos de los elementos que favorecen la proliferación de esta especie. A fin de impedir que se transformen en plaga, con los riesgos sanitarios y de deterioro ambiental que esto implica, desde hace 20 años la ciudad de Buenos Aires es monitoreada por el Grupo de Investigaciones en Ecología de Roedores Urbanos de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. Olga Suárez explica a DEF que la tarea del grupo de investigadores que dirige consiste en “monitorear la ciudad e informar sobre la abundancia de roedores, el estado sanitario y las medidas adecuadas para evitar su proliferación”.
-¿A qué especies involucra el término “roedores urbanos”?
-Se refiere a los que están presentes en el ámbito de una ciudad: las ratas y ratones –animales exóticos, de origen asiático que se dispersaron por todo el mundo– y los ratones silvestres, nativos de nuestro país. Dentro del género ratus hay más de 20 especies, tres de las cuales lograron adaptarse muy bien a los ambientes urbanos y vivir a expensas de los productos de la actividad del hombre. La rata negra –rattus rattus– y la rata parda –rattus norvegicus– son las dos especies que encontramos en la ciudad de Buenos Aires. Estas especies están bastante segregadas y hacen un uso diferente del espacio. La rata negra es la que solemos ver desplazándose en los cables de la luz, los techos o los árboles, en especial, al anochecer. Su uso del ambiente es bastante aéreo y suelen hacer cuevas y madrigueras en los árboles de madera blanda y en los techos. Se encuentra en mayor abundancia en las áreas residenciales de la ciudad. La rata parda explota más eficientemente la tierra, la costa de los ríos y arroyos. Es la dominante donde hay tierra y agua, ambientes que utilizan para desplazarse, sus cuevas las hacen en la tierra, y son los individuos más fuertes en cuanto a su condición física. Son, en general, extradomiciliarias y es muy poco probable que nidifiquen dentro de una casa. Otra especie de roedor no nativo es el ratón doméstico –mus musculus– que es más pequeño e intradomiciliario. En los barrios carenciados, por ejemplo, los encontramos dentro de las viviendas o donde haya artefactos en desuso, cúmulos de materiales arrumbados, lugares óptimos para anidar, y se alimentan de los restos de comida que quedan en las viviendas. A grandes rasgos, así hacen el uso del espacio estas especies.
-¿Cuáles son las características de los roedores silvestres?
-Son especies nativas, mucho más chiquitas, que no necesitan de los seres humanos para su subsistencia porque se alimentan de semillas, restos vegetales, insectos, productos naturales. Muchos llegan a la ciudad a través de los cursos de agua, en camalotes y otras plantas acuáticas y solemos encontrarlos en espacios verdes. Estas especies se pierden cuando avanza la construcción, porque no pueden sobrevivir en el asfalto y se reproducen cuando las condiciones son favorables, en la primavera, cuando los recursos alimenticios son suficientes para alimentar a sus crías.
-¿Por qué la expansión de las urbes favorece esta multiplicación?
-Por la cantidad de microhábitat disponibles, una especie de entramado conformado por ambientes lineales que le permiten un rápido desplazamiento: autopistas, rutas, costas de ríos, calles, terraplenes, subtes; y la cantidad incalculable de alimento. Por ejemplo, la zona sur de Buenos Aires, con la ausencia de servicios sanitarios, el alto grado de contaminación, los basurales a cielo abierto y la falta de predadores naturales es un ambiente óptimo para la dispersión.
PORTADORES DE MALES
-¿Cuáles son las principales enfermedades que pueden transmitir?
-Pueden transmitir virus, bacterias, hongos y parásitos. Pero creo que la más peligrosa es la leptospirosis, cuya bacteria está presente en casi todas las ratas y es eliminada a través de la orina. Como es resistente al agua, resulta muy peligroso jugar en lagos y lagunas de la ciudad. Creo que es fundamental destacar lo riesgoso de la convivencia con las ratas, en especial en los barrios carenciados, donde la gente está muy familiarizada. La realidad es que la mayoría se preocupa por una improbable mordedura y no tiene en cuenta la multiplicidad de enfermedades que trasmiten. Incluso las mascotas que conviven con ratas pueden contagiarse y trasmitir enfermedades a las personas. Por eso es fundamental hacer hincapié en la higiene, en el correcto almacenamiento de alimentos, en levantar los excrementos del perro, entre otras cuestiones relacionadas con la educación ambiental a distintas escalas, desde nivel domiciliario a barrial. La falta de información llega también a los profesionales que tratan a los niños con antiparasitarios de amplio espectro cuando los parásitos trasmitidos por roedores necesitan un tratamiento específico.
“La mayoría de las personas se preocupa por una improbable mordedura y no tiene en cuenta la multiplicidad de enfermedades que trasmiten las ratas”
-En la Argentina hubo varios casos de hantavirus. ¿Pueden ser transmitidos por las ratas?
-El hantavirus con síndrome pulmonar es transmitido por el roedor silvestre, el colilargo. La rata es reservorio de otro hanta que produce fiebre hemorrágica con síndrome renal, pero no se registran casos en América. Es importante aclarar este tema porque genera mucha confusión y temor: se trata de virus diferentes e, insisto, las ratas no son reservorio del virus que trasmite la fiebre hemorrágica con síndorme pulmonar.

-Se habla de que existen entre siete a nueve roedores por habitante. ¿Es posible realizar estadísticas?
-No, no es posible hacer un censo. Lo que se hace es, mediante la colocación de trampas, un muestreo que permite estimar el tamaño de la población.
UNA LUCHA SIN TREGUA
-¿Cómo se los controla?
-Se trata de un problema histórico que, pese a la gran inversión realizada en productos químicos para su control, no cuenta con modelos exitosos. Una de las razones es que los roedores generan resistencia genética y otra, que una vez reducida la población se comete el error de suspender el manejo ambiental. Esto genera que los pocos individuos sobrevivientes, al no tener competencia, se reproduzcan con rapidez, superando en poco tiempo la cantidad inicial. Es indispensable controlar la oferta de alimento, agua y refugio. Por más que se limpie o erradiquen basurales, si previamente no se redujo la población lo que se logra es la dispersión de los ejemplares hacia otras áreas. Control químico, saneamiento y educación es la clave para evitar una nueva infestación.
-¿El comportamiento del ciudadano común puede hacer la diferencia o es indispensable la determinación política?
-Van de la mano. Hicimos una experiencia con alumnos de la Villa 31 que, dado su éxito, fue publicada en una revista científica. Partimos de una encuesta inicial para poder hacer el diagnóstico del conocimiento que tenían sobre el tema, después brindamos información, explicamos el ciclo de los parásitos, las enfermedades, cómo identificar indicios de actividad –excrementos, cuevas, cosas raídas– y el rol del hombre, entre otros. Los chicos fueron los responsables de realizar un relevamiento en el barrio, encuestando a los vecinos, experiencia que expusieron posteriormente. Por último, volvimos a realizar la misma encuesta inicial y comprobamos una gran asimilación de conocimientos. Creo que fue muy importante para ellos sentirse protagonistas de un problema de su barrio. Pese a que fue una gran experiencia, si no va acompañada de políticas públicas –colocación de tachos de basura, pavimentado de las calles, cloacas, etc. –, no sirve.
-¿Cómo se sabe si una fumigación fue exitosa?
-Si se realiza un monitoreo sostenido es posible evaluar los cambios a través del tiempo: con el mismo esfuerzo de captura, cuál es el número capturado. Otra forma es la comparación: poner cien trampas en Olivos y cien en Recoleta, dado el mismo esfuerzo puedo evaluar que hay más ratas en un lugar que en otro.
-Con un manejo adecuado, ¿sería factible la erradicación?
-Erradicarlos no solo es imposible, sino que no sería conveniente, ya que las ratas cumplen un rol importante dentro de la trama trófica. Por un lado, funcionan como una especie de sumidero de organismos; por otro, sirven de alimento a una cantidad importante de predadores naturales, al igual que los roedores silvestres, quienes también contribuyen a la dispersión de semillas y al control de insectos y plagas.
-¿Existe un mapa de la Ciudad?
-Sí, hemos realizado un mapa de riesgo donde determinamos que hay zonas que tienen condiciones especialmente favorables para la presencia de roedores. Para ello utilizamos diversos medios de información como encuestas, capturas y denuncias, aunque estas últimas no son del todo representativas, ya que la susceptibilidad a las ratas es distinta según los barrios, incluso en barrios de emergencia está naturalizada de modo tal que nadie denuncia su presencia. La más neurálgica y riesgosa, por ejemplo, es la zona sur.
-Por último, ¿qué la llevó a dedicarse a este tema?
-Aclaro que no es que me gusten las ratas sino que, en un momento de mi carrera, me planteé dejar las cuestiones teóricas y hacer ecología aplicada. Ya venía trabajando en el tema y decidí concentrarme en la problemática de las ratas en las villas de emergencia, aplicando el protocolo científico a la resolución de problemas concretos como el de la gente que convive con ratas y enfermedades.