La reducción de los envíos de gas rusos por el Nord Stream I y la suspensión de la certificación del Nord Stream II abren interrogantes de cara al próximo invierno boreal.
Hasta el comienzo de la operación militar de Vladimir Putin contra Ucrania, Rusia abastecía a Alemania de algo más de la mitad de su consumo doméstico de gas. Esa era, además, una alternativa muy competitiva para el complejo industrial germano.
La dependencia se acentuó en la última década. En noviembre de 2011, se puso en marcha el gasoducto Nord Stream, una infraestructura submarina de 1230 km que atraviesa el Báltico y tiene una capacidad anual de transporte de 55.000 m3 de gas
La invasión a Ucrania frenó otro proyecto gemelo, de las mismas dimensiones: el Nord Stream 2. Esa infraestructura debía entrar en funcionamiento este año, pero la autoridad regulatoria germana frenó temporalmente su certificación.
Con el curso que tomaron los acontecimientos y las sanciones europeas contra Moscú, este segundo gasoducto parece haber quedado en el olvido. De hecho, la empresa operadora Nord Stream AG 2, con sede en Suiza, se declaró en quiebra en marzo pasado.
EL GNL, UNA ALTERNATIVA AL GAS RUSO
En el marco de la estrategia europea de sustitución del gas procedente de Rusia, las autoridades alemanas debieron recurrir a fuentes alternativas. En marzo, el gobierno de Berlín encargó a Trading Hub Europe (THE) que realizara compras de gas natural licuado (GNL) por un total de 1500 millones de euros. Para avanzar en esta alternativa, se alquilaron cuatro unidades flotantes de regasificación: dos de ellas serán operadas por la empresa Uniper y las otras dos, por RWE.
Las compañías navieras Hoegh LNG y Dynagas proporcionarán, cada una de ellas, dos terminales flotantes, con una capacidad conjunta de regasificación de 20.000 millones de m3 de gas anuales, aproximadamente una quinta parte de las necesidades de Alemania. El gobierno ha asignado 2.940 millones de euros para pagar las terminales flotantes y la infraestructura necesaria para conectarlas a la red. El plan es que la primera terminal de regasificación esté funcionando en Wilhelmshaven, en la costa noroeste de Alemania, ya a finales de este año; y que la segunda de ellas, en las cercanías del puerto de Brunsbüttel, entre en funcionamiento a principios de 2023.
Por otra parte, Alemania tiene acceso a una importante capacidad de almacenamiento de gas, la mayor de la Unión Europea, con unos 23.000 millones de m3, según datos de Gas Infrastructure Europe. Esas instalaciones están hoy llenas en un 60%, de cara a los meses más duros del invierno.