El 3 de enero de 1833, las islas Malvinas fueron ocupadas por los británicos de forma ilegal. La mirada de un especialista sobre la evolución del reclamo y el valor geopolítico del archipiélago y sus mares circundantes. Por Patricia Fernández Mainardi
Al cumplirse un nuevo aniversario de la usurpación británica de las islas Malvinas, DEF dialogó con el diplomático y ex vicecanciller, Roberto García Moritán, sobre el valor del archipiélago, las pretensiones británicas y el papel de la diplomacia a la hora de pensar en la recuperación.
-¿Se pueden recuperar las Malvinas a través de la vía diplomática?
-La pregunta no es solo si se puede, sino si es necesario decirlo. Es la vía de Naciones Unidas. Hay que insistir en que las partes, conforme a lo que dice la ONU, para que los británicos se sienten a negociar la transferencia de la soberanía. La intención de un país democrático y pacífico, como Argentina, es hacerlo por la vía diplomática. Pero hemos tardado 40 años, desde la guerra, sin lograr un avance mínimo.

Hubo antecedes que hubiesen permitido que las islas Malvinas estén bajo la soberanía argentina. En el año 1968, existió un memorándum de entendimiento que señalaba que las islas no solo eran argentinas, sino que faltaba fijar la fecha para esta transferencia y determinar algunos aspectos prácticos sobre cómo Argentina iba a mantener los intereses de los isleños, cosa que siempre hemos dicho que íbamos a defender y respetar. Este antecedente indica que es indispensable que volvamos a crear situaciones para que la transferencia de la soberanía se dé en los mismos términos en los que el Reino Unido estuvo dispuesto a hacerlo hace tanto tiempo.
-¿Existen otras vías?
-Si la Argentina no hubiera tenido un gobierno militar en el año 1982, quizá la acción militar no se hubiese adoptado. Para las democracias, ir a la guerra es algo complejo, eso pasa en el mundo entero. Así que la acción diplomática es, sin duda, una de las vías por la cual debemos intentar que las Malvinas estén bajo nuestra soberanía. Pero, evidentemente, no es la única. Argentina debe tener una presencia mucho más efectiva y fuerte en el Atlántico Sur. Las aguas circundantes, la plataforma continental, la defensa de esa plataforma y los intereses argentinos en la Antártida; todo constituye un esquema que presupone una acción directa relacionada con las islas.
Es un panorama de acciones múltiples: diplomáticas a escala multilateral y en el marco de Naciones Unidas; diplomáticas y bilaterales en el marco de los países de América del Sur; pero también una acción directa sobre los territorios marítimos que nos corresponden y sobre los cuales hoy tenemos jurisdicción y soberanía.

-El Ministerio de Defensa aprobó la Directiva Política de la cartera, documento que pone el foco en esto que usted menciona. Además, hay varios proyectos como la Base Logística en Tierra del Fuego…
-Yo creo que el gobierno tiene la determinación de fortalecer nuestra presencia en el Atlántico Sur. Se compraron unidades navales de importancia, algunas de las cuales ya están operando en el Mar Argentino. La Base en Ushuaia es importante. Es decir, Argentina está teniendo medios navales, científicos, tecnológicos y militares que permiten que haya una presencia naval más significativa del país en el Atlántico Sur. Es un buen camino en esta dirección. De hecho, una presencia científica y tecnológica argentina tiene un valor incluso superior a una presencia militar. Diagramar ese perfil de presencia argentina me parece un elemento sustantivo a la hora de la acción diplomática.
-Son varios factores…
-Yo creo que tiene que haber una variedad de frentes, que no hemos encarado en las últimas cuatro décadas con la determinación que corresponde. La acción diplomática debería ser más intensa de la que hemos tenido en Naciones Unidas. A veces, daría la sensación de que nos conformamos con los discursos vertidos en el Comité de Descolonización de la ONU. Yo diría que eso no es suficiente. Ver una vez cada tanto al Secretario General de Naciones Unidas y pedirle los oficios para que facilite la negociación tampoco es suficiente. Tiene que haber una campaña mucho más significativa.

Tenemos que desburocratizar la acción diplomática y ser más activos, con una visión creativa e imaginativa. Las circunstancias geopolíticas globales, en las últimas cuatro décadas, han cambiado en el Atlántico Sur que, a su vez, tiene una significación geopolítica más significativa. Debemos tener actitudes mucho más firmes y decididas porque tenemos un mandato en la Constitución, que es recuperar las Islas.
-A eso se suma que en 2048 finalizaría el Tratado Antártico, ¿estamos en desventaja?
-Cuando uno observa lo que están pensando o lo que están haciendo otros países, se da cuenta de que ya están imaginando escenarios sobre el fin o la continuación del Tratado. Sabemos de la importancia de los archipiélagos argentinos, que son colonia británica, en las aspiraciones del Reino Unido sobre el territorio antártico que se superpone con el nuestro. Acá hay un paquete de intereses enormemente significativo.
Yo imagino que en 40 0 50 años el valor del Atlántico Sur, en términos económicos y de recursos, va a ser más significativo de lo que es hoy. ¿Es necesario seguir insistiendo en que el único objetivo para recuperar las Islas es diplomático? Es obvio, pero no sabemos cuál es el mundo que viene.Dios quiera que siga siendo un mundo pacífico. Creo que es una referencia innecesaria a la hora de una reclamación tan importante y que, para todos nosotros, es una obligación constitucional.
LEA MÁS:
El futuro de la Fuerza de Submarinos: su recuperación y el rol de la cooperación regional
ARA Storni: cinco datos para conocer al nuevo patrullero oceánico