Valeria Abusamra. Foto: Fernando Calzada.

En su libro Batería BEEsc, la lingüista e investigadora del CONICET explora, desde una perspectiva psicolingüística, el modo en que los alumnos de nivel primario producen textos. Por Pablo Nardi

Todo comenzó en un hospital. Valería Abusamra, doctora en lingüística e investigadora del CONICET, trabajaba con personas que habían perdido algún aspecto del lenguaje a causa de daños cerebrales. “Cuando una persona sufre una lesión cerebral puede haber pérdidas muy específicas. Por ejemplo, la capacidad de escribir palabras irregulares pero no las regulares”, dirá la autora a DEF. Una cosa llevó a la otra: a partir de ese tipo de fenómenos, Abusamra empezó a estudiar habilidades ligadas al texto, al discurso, la semántica, y desembocó en el estudio relacionado al aprendizaje.

Las habilidades cognitivas necesarias para planificar y escribir un texto son dos de los ejes fundamentales de su nuevo libro, BEEsc Batería para la Evaluación de la Escritura (Paidós). Allí, se exponen las bases para evaluar y comprender de manera más profunda qué pasa cuando niños del nivel primario tienen que escribir y producir textos. La autora dialogó con DEF en torno a la comprensión y producción de textos, las ventajas de la escritura a mano y la influencia de las nuevas tecnologías en las prácticas de lectura.

—¿En qué consiste el proyecto de BEEsc Batería para la Evaluación de la Escritura?

A partir de mi trabajo en el hospital, fui desarrollando un interés por las habilidades relacionadas a la comprensión de texto y la escritura. Nos llevó cinco años completar este proyecto y lograr un material teóricamente orientado y que resultase útil en nuestro país. Hay pocas pruebas que evalúan estos aspectos de la escritura y la mayoría fueron desarrolladas en España, con todos los problemas que ello conlleva. En el libro se evalúa tres cosas: la habilidad de planificar un texto, la competencia ortográfica y las habilidades grafomotoras. Las habilidades de planificación, las evaluamos con dos tareas: una narración a partir de viñetas y una descripción de una fotografía. La idea era analizar qué recursos se ponen en marcha a la hora de producir un tipo u otro de textos. La narración a partir de las viñetas suele ser más sencilla ya que tenés una secuencia que te guía. En cambio, en el caso de la descripción, a partir de una imagen, tenés que estructurar todo el texto. En relación con la ortografía, la Batería incluye una tarea de base, que es el dictado de un texto breve, una tarea de copia y un dictado de oraciones con palabras homófonas no homógrafas, como por ejemplo: “El asta de la bandera mide hasta dos metros”.Por último, hay tres pruebas que permiten valorar las habilidades grafomotoras, es decir, los movimientos motores necesarios para escribir las letras. En este caso se les pidió a los niños  que escribieran la secuencia “le”, en cursiva, durante un minuto y sin levantar el lápiz. Incluimos distintos tipos de procesos. La idea era armar un instrumento de evaluación basado en una perspectiva psicolinguïstica que no solo nos permitiera conocer el estado de cada uno de los procesos sino, fundamentalmente, nos orientara hacia qué qué podemos hacer para mejorar.

—¿Cómo eligieron el universo de niños?

Lo más difícil cuando hacés una prueba como esta es tener una muestra realmente representativa. Argentina es especialmente extensa y heterogénea. Entonces, más allá de que es importante tener un instrumento local, los resultados siempre hay que interpretarlos con cierto cuidado. Porque obtuvimos datos normativos de una muestra de 1270 alumnos de escuela primaria pero solo de la Ciudad de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires. Las normas de esta batería abarcan a niños de entre segundo y séptimo o primera años de las jurisdicciones que tienen hasta 6º en primaria.

Para el estudio que le permitió escribir el libro, la investigadora y lingüísta trabajó con una muestra de 1270 Estudiantes de capital y GBA. Foto: Fernando Calzada.

—¿Cuál era la hipótesis y a qué conclusiones arribaron?

Recorro escuelas y universidades hace años, y veía una idea trillada de que los chicos no comprenden lo que leen. Yo pensaba, en cambio, que el problema no era comprender textos sino producirlos. Cuando la gente dice que los chicos no entienden lo que leen, lo miden al pedirle al chico que produzca un texto con la explicación. Pero cuando tomás una prueba pura de comprensión te das cuenta de que los chicos entienden más de lo que se cree. Llegamos a esta instancia de hacer el libro sabiendo que íbamos a encontrar muchas más dificultades que a nivel de comprensión, y así fue. La primera conclusión es que es muy difícil de valorar la escritura en términos metodológicos. No tanto a la hora de plantear los ejercicios, sino a la hora de analizar los resultados. La segunda es que cuesta más producir un texto que comprender. Y la tercera conclusión es que necesitamos articular un proyecto que ayude a la gente al mejoramiento de la planificación escrita. 

—¿Qué ventajas tiene la escritura manuscrita?

Según varias investigaciones, además de desarrollar las habilidades específicamente grafomotoras, la escritura a mano permite el desarrollo de otros procesos cognitivos. Algunos consideran que el hecho de que sea más lenta, facilita la planificación, acompaña en el desarrollo de ideas. Por otro lado, hay investigaciones muy interesantes que demuestran que si hago dibujar las letras a chicos muy pequeños, esto facilita el desarrollo posterior de la lectura. Se observó que cuando los chicos dibujaban letras, activaban las mismas áreas del cerebro que se activan cuando una persona lee.

Para Abusamra, los chicos tienen una mayor comprensión lectora de lo que se cree y sostiene que las dificultades de aprendizaje comprenden otros aspectos, como la falta de escritura a mano. Foto: Fernando Calzada.

—¿Los niños leen y escriben más que antes? ¿O menos?

La realidad es que sin lugar a dudas se escribe más que antes. Hoy, con el celular los chicos están constantemente escribiendo mensajes e interactuando en las redes. El tema tal vez sea preguntarse cómo escribimos. La forma de escritura que habilitan las pantallas es otra. Y la escritura manuscrita va perdiendo terreno. No quiere decir que vaya en “vías de extinción”, pero es evidente que manualmente se escribe menos. 

Desde hace unos años, la irrupción de las tecnologías viene produciendo un cambio importante en las formas de procesamiento de la información. Y sin dudas hay que aprovecharlo.

—Hablamos de cómo la tecnología influye en la escritura. ¿Cómo influyen los e-books en la lectura?

Estamos haciendo una investigación con el equipo de Fabricio Ballarini que consiste en comparar cómo se comprenden textos en celular, en computadora y en papel. Por ahora, la parte de papel la tuvimos que dejar “hasta nuevo aviso”. Participaron cuatro mil personas. Yo suponía que realizar la tarea en celular iba a implicar una dificultad mayor ya que el tamaño de la pantalla limita la cantidad de información que podés procesar. Esto llevaría a que la tarea implicara un gran esfuerzo de memoria. Sin embargo, lo que encontramos es que no hay diferencia significativas entre comprender un texto en un formato u otro. Eso es interesante porque puede facilitar el alcance de ciertas políticas educativas.

Ahora bien, si lo que se compara es la pantalla con el papel, aunque no haya datos sumamente concluyentes, hasta el momento las ventajas la tiene el libro impreso. Cuando comparás el desempeño en una misma tarea (leer y responder preguntas en un mismo formato), la gente suele rendir mejor cuando lo hace en papel. Algunos han planteado que lo que aportan las llamadas “habilidades hápticas”, es decir las ligadas al tacto, no se han logrado reproducir en los dispositivos digitales. Por ejemplo, cuando sostenés el texto en la mano, te dás cuenta de cuánto te falta y cuánto leíste porque el peso te lo permite estimar.  Ahora si lo que estudiás es la forma en que se navega en un buscador como Google, la cosa es muy distinta. El hecho de que puedas ir “haciendo tu propia aventura” a partir de los hipervínculos pone en marcha habilidades que pueden no tener tanto peso en la escritura de un texto impreso. Tenés que tener muy buenas habilidades para no perder el eje, para seguir jerarquizando, etc. Se trata de un procedimiento mucho más complejo, y ciertamente no es comparable con la lectura de un texto en papel.

Más allá de todo, hay un punto que es fundamental. No importa el soporte en el que leas, la comprensión de textos supone siempre la conjunción de mecanismos que hacen que sea una habilidad muy compleja. Leas en papel o en pantalla, vas a tener que jerarquizar información, comprender el vocabulario, descartar lo que no es relevante, generar inferencias. De eso, ¡no hay tecnología que te salve!

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