En la actualidad, los recursos de nuestro mar sufren tanto de sobreexplotación como de desaprovechamiento. En esta nota, el detalle de la situación actual, las perspectivas futuras y cómo proteger el espacio marítimo argentino. Por Roberto A. Violante y Nancy Correa (Servicio de Hidrografía Naval).
El Mar Argentino es uno de los más ricos del mundo en recursos naturales, tanto vivos como no vivos, producto de su favorable configuración oceanográfica, estructura geológica, dinámica sedimentaria y biodiversidad. Los recursos vivos –considerados renovables, a menos que se agoten por sobreexplotación o deterioro del ambiente– son los únicos plenamente aprovechados.
Los recursos no vivos o minerales (hidrocarburos, nódulos polimetálicos, hidratos de metano, gas biogénico, áridos) –considerados no renovables ya que una vez extraídos tardarán de miles a millones de años en volver a formarse–, están en cambio en etapas muy preliminares de evaluación, a excepción de los hidrocarburos, que llevan años bajo exploración. También existen recursos energéticos inagotables, cuyo aprovechamiento es indirecto ya que dependen de plantas de conversión de la energía: las olas (energía undimotriz), las mareas (energía mareomotriz), las corrientes marinas, las gradientes de temperatura y salinidad (energías térmica y osmótica) y los vientos (energía eólica).
El Mar Argentino, muy rico por su biodiversidad, contiene varias decenas de especies explotables, aunque la mayoría de las capturas se centra en algunos peces (merluza hubbsi, polaca y de cola) y dos invertebrados (calamar illex y langostino). Los peces representan un 70 % en volumen, y el 30 % restante está repartido entre moluscos y crustáceos. Si bien regionalmente hay muchas otras especies de importancia (centolla, vieiras, ostras y mejillones, abadejo, corvinas, rayas, tiburones, lenguados), las arriba mencionadas son ampliamente dominantes, tanto en volumen como en valor.
Desde principios del siglo XX, los volúmenes extraídos crecieron sostenidamente desde menos de 15.000 a casi 1,4 millones de toneladas a fines de la década del 90. Luego, la extracción decreció hasta llegar a las 800.000 toneladas anuales, lo que se debió principalmente a la sobreexplotación de la merluza, una especie de crecimiento lento, cuyos stocks fueron diezmados. En aquellos tiempos, las capturas declaradas de merluza hubbsi excedieron un 50 % los valores recomendados para su explotación racional.
Por otra parte, aunque con fuertes oscilaciones interanuales, los desembarcos de langostinos se triplicaron en la última década y representaron más de la mitad de los ingresos de las exportaciones pesqueras. Se trata de un recurso más dinámico, al igual que el calamar, ya que cumple su ciclo de vida en poco más de un año, aunque también cuenta con áreas y épocas de veda que garantizan su reproducción y una nueva generación al año siguiente.
Cerca del 90 % de la producción pesquera, producto del trabajo de más de 1200 embarcaciones de diferente porte, es exportada a unos 100 países, principalmente España, China, Estados Unidos, Italia y Brasil. En 2015, las divisas ingresadas fueron de casi 1500 millones de dólares. Lamentablemente, el valor agregado es muy bajo. Esta falencia se manifiesta, por ejemplo, en el langostino, que es importado por varios países latinoamericanos donde es procesado y vuelto a exportar (junto con la producción local) a precios sensiblemente más altos. Paradójicamente, a pesar de que la Argentina es un exportador neto de recursos pesqueros (aunque estos son solo el 2-3 % del PBI), las conservas de pescado representan el 70 % de los productos pesqueros importados.
La información disponible sugiere que la presión de extracción de recursos vivos del Mar Argentino está llegando a su límite, y en especial, con los peces, ha superado la explotación sostenible, poniendo en riesgo la continuidad de la oferta. Sin embargo, la posibilidad de generar mayor valor agregado es muy amplia, y debería ser la estrategia para aumentar su contribución al PBI. Este camino implica inversiones importantes, cuya factibilidad depende de marcos regulatorios razonables, previsibles y sostenidos.
La acuicultura es otra actividad importante en el país, pero si bien su potencial es alto (ostras, mejillones, peces), su desarrollo es aún incipiente, con menos de 4000 toneladas anuales, valores despreciables comparados con países líderes en la región, como Chile, Brasil o Ecuador.
RECURSOS NO VIVOS
El Mar Argentino también es rico en recursos minerales, aunque hasta el momento solo se dedicaron esfuerzos a los hidrocarburos. Se conocen diez cuencas petrolíferas marinas, ocho de las cuales han sido en mayor o menor grado exploradas en forma discontinua desde mediados del siglo XX. En total, se perforaron más de 150 pozos marinos, casi la mitad de ellos en la Cuenca Austral, que es la única que demostró productividad, aunque también hay recursos comprobados en la Cuenca San Jorge Marina y evidencias promisorias en la Cuenca de Malvinas.
En años recientes, se ha comenzado a evaluar a nivel internacional el potencial recurso de petróleo y gas en depósitos arenosos subsuperficiales del talud continental que corresponden a acumulaciones sedimentarias formadas por procesos gravitacionales en áreas de fuertes pendientes y en cañones submarinos (turbiditas), y por corrientes de fondo en zonas más planas del lecho oceánico (contornitas). El Mar Argentino contiene uno de los sistemas contorníticos más extensos del planeta, si bien su estudio con fines aplicados a los recursos aún no ha comenzado.
Otros potenciales recursos son los nódulos y sulfuros polimetálicos, hidratos de gas y gas biogénico. Los nódulos polimetálicos, reconocidos en parte del talud patagónico, son un recurso cuyas posibilidades de explotación están siendo discutidas en el mundo. Respecto a los hidratos de metano y gas biogénico, hay numerosas evidencias de su existencia en el Mar Argentino, sobre todo del segundo de ellos, en el Río de la Plata, Bahía Blanca, Golfo San Matías y Canal de Beagle. Los hidratos de metano son considerados, a nivel mundial, un recurso potencial que podría duplicar las reservas actuales de petróleo, gas y carbón.
Los áridos (arena y canto rodado) son recursos muy utilizados en el mundo, y particularmente la arena –esencial para el sector de la construcción, las industrias del vidrio y la electrónica, y como relleno de playas– está tan sobreexplotada que hay quienes auguran que será el próximo recurso en entrar en crisis, después del agua. Es un material muy abundante en la plataforma argentina, cuya extensión y composición favorece una gran disponibilidad. Solo la plataforma bonaerense tiene una superficie de 170.000 km2 con espesores de arenas de hasta 10 o 15 m, lo que representa un volumen de más de 2.000 km3 de materiales potencialmente útiles para su aplicación en la industria. Aunque la provisión de áridos en el país proviene hoy principalmente de depósitos fluviales, el recurso marino no deja de ser promisorio. Otro recurso lo constituyen las concentraciones de minerales pesados (hierro, titanio, circonio) en arenas costeras, importantes en algunas playas del país cuya explotación podría considerarse rentable.
ENERGÍAS MARINAS
La generación de energía a partir de procesos marinos inagotables es una alternativa que el mundo empieza a evaluar. Los países de avanzada ya destinan recursos económicos a estos nuevos desafíos que prometen paliar los cada vez más escasos y depredados recursos energéticos del planeta.
La Argentina cuenta con potenciales recursos energéticos marinos renovables e inagotables, aunque su implementación requiere de avances tecnológicos, inversiones y políticas ambientales que no son posibles de sostener todavía. Sin embargo, no faltan las iniciativas. El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva ha comenzado a organizar talleres para recabar la experiencia internacional en la materia.
Los recursos principales de los que se podría disponer son:
a) Energía undimotriz: Es un recurso en áreas costeras y poco profundas con gran energía de olas. Se estima que la potencia latente de generación de energía es de 30 a 100 kW/día. El litoral argentino es bastante promisorio por la presencia de olas con alturas promedio, en general, mayores a 1 o a 1,25 m –considerado como límite mínimo para la generación de energía eléctrica– e incluso el doble de este valor en el sur patagónico. La Universidad Tecnológica Nacional está desarrollando un proyecto sobre este recurso.
b) Energía mareomotriz: Se basa en la utilización de las mareas, tanto el movimiento vertical como el horizontal. Constituye un recurso importante en zonas costeras con regímenes hipermareales, como son muchas de las costas patagónicas donde las mareas llegan a más de 12 m de desnivel, por ejemplo la Península Valdés y la zona sur de la Provincia de Santa Cruz.
c) Corrientes marinas: Es un recurso que en el mundo está en etapas muy preliminares de evaluación. Se calcula que un 80 % de la energía de las corrientes puede transformarse en energía eléctrica, lo que genera al menos 30 kW. Las costas argentinas se caracterizan por fuertes corrientes que podrían eventualmente ser aprovechadas.
d) Energías térmica y osmótica: También están en el mundo en etapas iniciales de implementación. En ambos casos, se necesitan fuertes gradientes, como ser, diferencias significativas de salinidad entre aguas dulces costeras y aguas marinas, o variaciones de temperatura de hasta 20º C entre masas de agua adyacentes. Se considera que en nuestro país podría ser un recurso energético importante.
e) Energía eólica: La utilización de los vientos como generadores de energía en áreas marinas tiene varios años de desarrollo en el mundo, tal es el caso del Mar del Norte, aunque su impacto ambiental comienza a ser revisado. Si bien el sector sur del Mar Argentino se ve particularmente beneficiado por fuertes vientos, su cercanía con la Patagonia –donde algunos parques eólicos ya están en funcionamiento– no favorecería su aprovechamiento.
El Mar Argentino cuenta con un enorme potencial por la cantidad y calidad de recursos naturales. Sin embargo, salvo las pesquerías (en parte por la sobreexplotación y muchas veces por los pocos beneficios que aportan al país) y los esfuerzos en la exploración de hidrocarburos, los otros recursos no han sido aún adecuadamente evaluados. No obstante, las actuales políticas nacionales en ciencia, tecnología y producción apuntan a intentar revertir esta situación.
La iniciativa estratégica Pampa Azul (Ley 27.167) augura un futuro más promisorio al respecto. Por otro lado, la aprobación por parte de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR) de la propuesta argentina de extender su territorio sumergido significa un enorme desafío para la investigación científica marina y para la evaluación de los recursos, al añadir 1,7 millones de km2 de superficie bajo soberanía nacional, lo que implica generar las condiciones económicas, el desarrollo tecnológico, los recursos humanos y las estrategias necesarios para encarar apropiadamente la tarea.
El país debe sin duda robustecer su conciencia marítima y fomentar el máximo aprovechamiento de los numerosos recursos de nuestro mar.